jueves, abril 22, 2010

LOS 60 CANTAN EN CATALÁN El «La, la, la» y Eurovisión













LOS 60 CANTAN EN CATALÁN
El «La, la, la» y Eurovisión

por Fermí Puig el 22/04/2010 

Con motivo del día del libro, CANCIONEROS.COM publica, gracias a la colaboración de Editorial Milenio, dos capítulos íntegros del libro de Fermí Puig Los 60 cantan en catalán. El primero de ellos —el capítulo 16— cuenta con todo tipo de detalles el caso de Joan Manuel Serrat en Eurovisión, donde el trovador se negó a cantar en el Festival si no era en catalán.

Como hemos dicho en el capítulo anterior, en enero de 1968 Joan Manuel Serrat es designado para representar a Televisión Española en el Festival de Eurovisión. En las ediciones de 1966 y 1967, la elección de Raphael no había dado los frutos deseados. Lasso, ni qué decir tiene, había utilizado sus contactos y en una jugada a dos bandas, conseguía la presencia de su nuevo artista a quien quiere dar a conocer internacionalmente y, de paso, que cante una canción del Dúo Dinámico, entonces Manolo y Ramón, también representados por él. La melodía era del dúo y la letra debía escribirla el catalán pero a condición de que se mantuviera el “La, la, la” del estribillo, dada su comercialidad e idoneidad para un festival de aquellas características. Resulta que Serrat hace la letra en catalán y no acaba de resolver la versión castellana. Hecho, por otra parte, normal, porque él hasta aquel momento había escrito casi toda su producción en su idioma paterno. Sólo tenía hechas tres canciones en castellano: “El titiritero”, que él y su editora habían postulado para que fuera la canción que representara a España, “Mis gaviotas” y “Poema de amor”.

Mientras hacía la promoción por Europa, la reacción entre sus seguidores catalanes era la que se esperaba. Algunos rompían sus discos en público, había insultos, amenazas, declaraciones de compañeros de profesión acusándolo de haberse vendido y un largo etcétera de reproches que hicieron que el cantante empezara a replantearse la situación.

Parece que su elección por parte del Ministerio de Información y Turismo, que entonces dependía de Fraga Iribarne, podía haber sido para dar un golpe de efecto y demostrar que no se les caían los anillos por escoger a uno de los máximos representantes de la Nova Cançó, movimiento que había conseguido ser importante pese al continuo maltrato y a la persecución sistemática de la que había sido objeto por parte de su ministerio y del resto del engranaje gubernamental. De esta manera, la opinión pública del resto del Estado pensaría que la manía persecutoria al catalán y a sus trovadores era poco más que un invento.

El 8 de marzo de 1968, TVE le dedica el programa Así es, así canta para promocionarlo en toda la península. Allí interpreta cuatro canciones en catalán: “Cançó de matinada”, “Paraules d’amor”, “Me’n vaig a peu” y “Ara que tinc vint anys”, más las tres que ya había compuesto en castellano.

Tras una fuerte inversión en músicos —como la contratación del cotizado compositor y arreglista alemán Bert Kaempfert, que había compuesto para Sinatra tras ser el primero en grabar a los Beatles—, orquesta, estudios, medios y en una promoción agotadora por media Europa, llega el momento crucial. Las negociaciones entre su representante y los de EDIGSA eran constantes y Lasso veía posibilidades de que le dejaran hacerlo en catalán. Para él estaba en juego una audiencia para su pupilo de unos doscientos millones de espectadores. Instalados por unos días en un hotel de París, lejos de todo el maremágnum que había, Josep Espar Ticó recibe la confirmación de boca de Serrat de que se negará a hacerlo si no le aceptan el cambio de idioma. Preparan una nota y se convoca a los medios de comunicación en la emblemática librería Ona de Barcelona a primera hora de la mañana del 25 de marzo; es decir, a doce días de la fecha del Festival.

A la rueda de prensa, multitudinaria, no acude Serrat, que se ha quedado en la capital francesa. Los representantes de EDIGSA y Lasso de la Vega comunican a los asistentes que el artista había enviado una carta a Juan Aparicio Bernal, de TVE, en la que le manifestaba su decisión de no cantar el 6 de abril en el Albert Hall de Londres si no le permitían hacerlo en catalán. De hecho, la misiva todavía no se había enviado, la traería personalmente Claudi Martí aquella misma mañana, por duplicado, cogiendo un avión hacia Madrid y entregando una copia al Ministerio de Información y Turismo y, otra, a TVE. Se decidió hacerlo así para evitar que se adelantaran a la jugada y sustituyeran a Serrat antes de recibir aquella sonora bofetada, algo a lo que no estaban acostumbrados.

Es posible que Lasso, Serrat y EDIGSA creyeran que con tan poco margen de tiempo, los responsables televisivos y ministeriales cederían. Se dijo que al fin y al cabo era una estrategia para negociar y poder colar diplomáticamente parte de la canción en catalán y, parte, en castellano, de modo que quedasen todos más o menos contentos. ¿Recordáis cómo acabaron los Hechos del Palau y la negociación con los ministros? ¿No habría sido más fácil en los dos casos aceptar una salida más inteligente y diplomática?

Pero su posible sustituto, en caso de emergencia, ya hacía días que estaba más o menos apalabrado. El poder, y más en un sistema dictatorial, tenía sus métodos para obtener información de primera mano y seguro que estaban enterados, no de la carta, pero sí de la intención del cantante desde días antes. Incluso algunos llegaron a sospechar que se habían instalado micrófonos en determinadas salas privadas de reuniones, cosa que no sería de extrañar. Puede que este fuera el motivo por el que su reacción fue tan inmediata y fulminante y se relativizara el factor sorpresa.


La carta pública en la que Serrat confiesa sus motivos dice lo siguiente:
“El pasado mes de enero fui designado por TVE para representarla en el festival de Eurovisión que se ha de celebrar en Londres el próximo mes de abril. Esto fue para mí un orgullo y al mismo tiempo una responsabilidad porque sabía que los ojos y parte de las pequeñas ilusiones de millones de españoles estarían fijos en mí. Fue seleccionada, posteriormente, la canción “La, la, la” de Manuel de la Calva y Ramón Arcusa que, en contra de todas las opiniones, en su mayoría poco fundamentadas, considero muy adecuada para el tipo de festival al que va destinada.

Empezó a partir de este día una verdadera promoción de la canción y mía, naturalmente, por toda Europa y esto me alejó del país para llevarme de ciudad en ciudad y de plató en plató. Este alejamiento físico, unido a mi bisoñez y el exceso de trabajo, me impedían juzgar las cosas con claridad. Me faltaba también el contacto diario con la gente, con el hombre de a pie que nos mira de lejos y nos sigue muy de cerca. Siempre me atormentaba una preocupación, una inquietud que seguramente romperé de una vez con esta carta. Yo soy y continúo siendo, por encima de todo, un cantante catalán y en esta lengua me he expresado para cantar durante cuatro años.

Cuando fui designado para representar a TVE en Londres se me conocía por mis canciones en catalán. ¿Por qué, entonces, no cantar en Londres en catalán cuando ya estaba preparada la versión catalana del “La, la, la”?

El argumento de la lengua oficial no me parece lo suficiente válido como para anular la pregunta.

Un día, no hace mucho, volví al país. Llegué a casa y hablé con la gente de mi calle y me di cuenta que esta gente sencilla y sin retorcimientos de ninguna clase, se preguntaba lo mismo que yo: ¿Por qué no...?

Un hombre ha de ser fiel a sí mismo y a la gente que le es fiel. Por estas dos razones me he permitido enviar una carta al director general de Radiodifusión y Televisión rogándole que comprenda mis argumentos y me autorice a cantar en Londres en catalán o que, en caso de que esto no fuera posible, acepte mi renuncia irrevocable.

Querría que en esta carta abierta quedara reflejada toda la buena voluntad que me guía a tomar esta decisión y que toda la gente de habla castellana, estoy seguro de esto, comprenderá mis motivos, como pública y reiteradamente ya lo he expresado a través de la prensa.

Al mismo tiempo quiero dar las gracias a todos quienes, desde antes del día en que por primera vez salí a un escenario hasta hoy, me han alentado, me han tendido la mano e incluso a aquellos que me han criticado, porque todos, a la postre, me han ayudado. Muchas gracias”. Firma: Joan Manuel Serrat.

Poco después, horas después para ser más precisos, TVE emite un comunicado en el Telediario del mediodía en el que, aparentemente sorprendida por la decisión del artista, asegura que la pretensión de cantar en catalán nunca la había planteado.

Hacen constar, como he dicho antes, para hacerse los tolerantes y aperturistas, el hecho de que el autor había salido en dos programas cantando varias canciones en su lengua. Ésta era la respuesta de la emisora:

“Hay que destacar que, en este sentido, no se hace el menor asomo de discriminación y que se actúa con el mayor respeto hacia una lengua que forma parte del patrimonio cultural de nuestra patria, con el deseo de cultivar y enriquecer este patrimonio. TVE transmite un programa quincenal en catalán en el que se interpretan obras de teatro, poesía, canciones, etcétera. Televisión Española considera que esta decisión del cantante señor Serrat es incorrecta e inadmisible y que pretende dar un sentido político a la participación de TVE en el Festival de Eurovisión. Por eso ha tomado la resolución de retirar su nombre como intérprete de la canción española en este festival, reservándose todos los derechos legales que correspondan por los perjuicios causados por incumplimiento de su compromiso, por parte del Señor Serrat.”

Teníamos la suerte, como no se privaban de recordar, de disfrutar de un programa de televisión cada quince días. Cómo podíamos ser los catalanes tan desagradecidos, Serrat el primero, con lo que quieren a nuestra cultura determinados ámbitos y los esfuerzos que ya hacían entonces por ayudar a mantenerla viva.

Al día siguiente, las portadas de los diarios nacionales abrían con titulares tan escandalosos como el de Solidaridad Nacional, que titula la crónica con un: “Serrat se niega a cantar en su lengua materna”, y añade: “Cataluña y Euskadi, al poner en juego su folclore, su lengua y tradiciones lo hicieron de manera sucia, porque detrás de todas estas cosas... se escondía un odio a España.”

El diario Arriba va más lejos y tras un “Chantaje e ingratitud”, añade: “Que TVE ejerza sus derechos legales en defensa de los cuantiosos gastos que el tal sujeto ha ocasionado y para que éste de con sus huesos en la cárcel.”

Otros, como Mundo dicen: “Serrat nunca debió aceptar cantar en castellano para Eurovisión. No se trata de una actitud política sino musical”, y continúa la crónica más adelante con una acertada reflexión: “Se daba la paradoja de que se negaba la politización de un hecho adoptando una actitud esencialmente política... Una politización que llegó a sus últimos extremos con la reacción de TVE ante la carta de Joan Manuel Serrat. Las medidas drásticas adoptadas tienen más de represalia política que de castigo individual.”

Para solucionar el problema, se llama a Massiel (artista del mismo sello, Novola) que se encontraba en México haciendo una gira, y se la insta a que regrese a toda prisa para salvar los muebles y, a la vez, el honor de la patria ultrajada. En unos días alocados y trepidantes, vuelve de México, se aprende la canción, graba el disco, hace promoción, ensayos y llega a punto para participar. Y, además, derrota a todo un Cliff Richard (que defendía el tema “Congratulations”) en su propia casa, en Londres. Entre la afrenta de los catalanes en la persona de Serrat y la histórica disputa sobre Gibraltar con los ingleses, no es de extrañar que algunos medios la bautizaran como la Agustina de Aragón del momento. Lo que no decían los apolíticos representantes de TVE era que se habían pactado votos que serían decisivos en un recuento tan ajustado que acabó del siguiente modo: 29, a favor de la representante española, por 28, del inglés. Se había trabajado mucho en los despachos y las promesas y gestiones que se hicieron dieron resultado. Artur Kaps supo utilizar y jugar sus cartas para conseguir unos votos que serían trascendentales. En el horizonte había una importante decisión política a tomar por parte del gobierno como era escoger cuál debía ser el sistema de color para la televisión en España y, por ende, para todos los aparatos reproductores peninsulares que se comprarían. Había, pues, mucho dinero en juego y diferentes competidores al acecho: el sistema PAL alemán y el SECAM francés. Ya hacía un par de años que se hacían pruebas de emisión en color.

En la votación, cada país participante disponía de diez puntos a repartir libremente. Alemania, con los seis votos otorgados a España, frente a los dos cedidos al Reino Unido, sería vital para el triunfo. Francia por su parte, era neutral puesto que dio cuatro a cada uno de los dos rivales. El último país en votar, y que tenía en las manos dar la victoria a uno u otro representante era la antigua Yugoslavia, que no votó a ninguno de los dos y así se mantuvo el punto que Massiel tenía de ventaja. Finalmente, el sistema PAL sería el que se adoptaría en las emisiones de color estatales. Hay quien dijo que Alemania recibía así la recompensa por su favor.

En sus memorias Catalunya sense límits 1963-1996, Espar Ticó, quizás la persona que más insistió al cantante para que defendiera el tema en catalán, confiesa un dato curioso: cuatro días antes del Festival, estando en un hotel en París con Joan Manuel, aparecieron dos representantes de TVE: Federico Gallo, que debía retransmitir el festival, y el realizador Artur Kaps. Con mucho afecto intentan convencer a Serrat del error que había cometido con la carta y le invitan a echarse atrás y a ¿cantar la canción?, teniendo en cuenta que era una lástima que una carrera que apuntaba tan alto se pudiera ver truncada. Que se equivocaba cerrándose unas puertas que lo llevarían al éxito y a ganar mucho dinero. Que se jugaba el ser un artista de fama mundial o ser uno de categoría regional. Lasso que, muy diplomáticamente, iba cambiando de bando cada dos por tres, también metió baza y entre los tres consiguieron convencer a Joan Manuel (Gallo era barcelonés y con mucha picaresca fraternizaba con Serrat evitando llamarle Juan Manuel) para que fuera a Madrid a hablar de nuevo y reconociera que había tenido un mal momento. Cuando Espar empezó a vislumbrar que perdía la batalla, le rogó en medio del hotel —literalmente de rodillas— que no diera marcha atrás y que no se dejara engañar. Le dio a entender que debía mantenerse fiel a la cultura catalana, que su pueblo necesitaba gente con el valor que él había demostrado y que no podía traicionarlos. En presencia de los padres, Josep y Ángeles, Espar usó todos los argumentos que se le ocurrieron. Pero el noi subió a su habitación, cogió la guitarra y se fue en taxi al aeropuerto. Le habían convencido y se echaba atrás en su tan controvertida decisión.

Sin embargo, poco después se produjo lo que ya nadie podía esperar. En un semáforo de la ciudad del Sena, Serrat intuyó que sus acompañantes no jugaban limpio —Me querían liar, diría—; bajó del taxi y volvió al hotel, guitarra en mano, donde un incrédulo Espar, al verlo, estalló de alegría cuando apenas unos pocos minutos antes, se había literalmente hundido por lo acontecido. Poco después, apareció Lasso de la Vega, que asumió una situación, ahora sí, ya del todo irreversible. Había que mirar hacia adelante y levantar una carrera en la que tenía muchas esperanzas depositadas. Pero hubo tantas especulaciones que Massiel incluso llegó a decir que la jugada maquiavélica de Lasso era forzar la negativa de Serrat a sabiendas de que no le dejarían cantar en castellano porque así cantarían en Eurovisión sus pupilos Manolo y Ramón, al fin y al cabo, autores del tema.

Pocos días después, en otra carta pública, Joan Manuel se defendía de las acusaciones de TVE en estos términos: “Hace más de un mes que mi representante y yo iniciamos gestiones con altos cargos de TVE para poder ir a Londres cantando en catalán. Es muy importante, pues, que quede claro que mi actitud no ha carecido de reflexión y que esta actitud no era desconocida por los representantes de TVE. No he pretendido dar un sentido político a mi decisión de cantar en catalán porque nunca he creído que el hecho de representar a TVE en uno de los idiomas de España constituya un acto político (...) Entre otros, los señores Pemán, Buero Vallejo, Gabriel Celaya y Camilo José Cela se venían pronunciando en el sentido de que la lógica aconsejaba que en Eurovisión yo debía cantar en catalán.”

Cela concretamente había declarado: “pero ¡vamos! ¿Este Serrat no ha cantado siempre en catalán? ¿Qué ha pasado aquí? ¡Vaya país señores!”

El caso “La, la, la” fue uno de los momentos más duros y complicados en la trayectoria del cantante barcelonés. Su decisión creó una fuerte polémica. Con detractores y gente que estaba a favor, tanto inicialmente, cuando iba a cantar en castellano, como finalmente, cuando decidió no hacerlo. La familia del cantante y los amigos más próximos le habían apoyado en todo momento. Hasta París se desplazaron Guillermina Motta, Jaume Picas y Marian Albero. Desde Barcelona, otros, como Salvador Escamilla, sufrieron en carne propia el lío en que se había metido. Y en su casa de la calle Poeta Cabanyes se vivieron momentos de gran tensión. El cantautor saldría muy fortalecido mentalmente de esta experiencia y de la fuerte presión que le tocó vivir con sólo veinticuatro años.

Se prepararon las cosas por si su estancia en el extranjero se alargaba más de lo previsto por miedo a posibles represalias pero en un acto de valentía, de osadía o vaya a saber si Lasso lo tenía atado con alguno de sus contactos, a los pocos días coge el avión, se va a Palma de Mallorca y se instala en Cala d’Or. Eso sí, Lasso de la Vega le pone un guardaespaldas, por si las moscas.

Serrat sufriría un largo periodo de prohibiciones tanto en la televisión estatal como en muchas emisoras de radio. EDIGSA fue amenazada de cierre si sacaba al mercado el disco de Cançons tradicionals. “El Estado tiene muchos mecanismos para hundirlos”, les decían.

En Cataluña fue considerado un héroe y se intentó hacer un recital en el Palau que fue denegado por la autoridad correspondiente. Se afirma que Mónaco y Luxemburgo habían contactado con él para que los defendiera en la edición de 1969. El país ganador era quien tenía que organizar el concurso del año siguiente y, consecuentemente, le tocaba a España, a Madrid, para ser más exactos. ¡No quiero ni imaginar qué podría haber pasado si Serrat hubiera ido a la capital a defender a otra televisión y en catalán!

En el festival de 1969, TVE se salió con la suya: una intérprete catalana cantaría en castellano. La afortunada fue la cantante Salomé, que defendería el tema “Vivo cantando”. Artista que pocos meses antes y en un gesto de “buena voluntad” de TVE participa, representándola, en el Festival Internacional de Sopot, en Polonia, y lo hace en catalán con la canción “Una música”, cómo no, de Andreu y Borrell. Era, como bien se encargarían de recordarlo tanto TVE como su discográfica Belter, la primera vez que una artista cantaba en catalán en representación de la emisora.

En el festival de Eurovisión de 1969, como hecho insólito, se daría el caso de que el primer premio fue compartido por los representantes de Francia, Gran Bretaña, Holanda y España, todos empatados a dieciocho puntos.

Pero volvamos al noi del Poble Sec. El primer concierto que se le autorizó tras la denominada bomba Serrat fue en Oviedo. Los carteles de promoción pegados por las calles eran rallados y rotos. El ambiente en el Teatro Campoamor no era el más idóneo pero el artista, en una nueva muestra de empuje y de no arredrarse ante las dificultades, afrontó la situación con entereza. Una crónica del 30 de abril de 1968 que firma Santiago Covadonga, corresponsal de La Vanguardia en Oviedo, titula: “Triunfo y pesar de Joan Manuel Serrat en Oviedo”. Y añade: “Su actuación constituyó un verdadero acontecimiento (…) se le recibió con un fuerte abucheo que se prolongó largamente hasta que los aplausos ahogaron las protestas”. El repertorio empezó en castellano y poco a poco se fue ganando al público, que volvió a ponérsele en contra cuando entonó la primera estrofa en catalán. Sus seguidores eran mayoría y se impusieron, de manera que acabaron convirtiendo el rechazo en aplausos. Aquel día estaba en el escenario el pianista Tete Montoliu, gran amigo suyo, con quien al acabar el concierto se fundiría en un fuerte abrazo. Joan Manuel comunicó a los asistentes que hacía donación de las treinta mil pesetas que iba a cobrar a la Asociación de Lucha Contra el Cáncer con el total reconocimiento, entonces sí, del público que quedaba en el recinto. Había superado con nota aquella prueba de fuego.

EDIGSA nunca editó el “La, la, la” en catalán aunque sí se grabó, aprovechando la misma sesión que la del tema en castellano (los gastos de la cual iban con cargo a Zafiro). Parece ser que la discográfica recibió una copia a través de su mánager por si consideraban oportuno editarla y nada les impedía hacerlo. Como Lasso tenía un sentido para los negocios como pocos, la canción sí que salió pero en castellano, inglés, francés, italiano y portugués. Pienso que el nivel de ventas que hubiera logrado el “La, la, la” en catalán, visto cómo acabó el asunto, habría sido impresionante. Sin duda, uno de los discos más vendidos de toda la discografía de EDIGSA. Pero sus dirigentes prefirieron pasar página, olvidar el caso que tanto había desgastado a todos sus protagonistas, y destinar los recursos a la promoción del nuevo trabajo: Cançons tradicionals. La versión catalana la sacaron al mercado el grupo Els Stop.


http://www.cancioneros.com/co/1447/2/el-la-la-la-y-eurovision-por-fermi-puig

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