jueves, octubre 31, 2019

Serrat: "Espero que lo de Chile tenga solución"



Serrat: "Espero que lo de Chile tenga solución"

El cantante español, junto a Joaquín Sabina, dieron una conferencia de prensa, anticipando el show que darán este sábado en el estadio Movistar Arena, de la ciudad de Buenos Aires.

31/10/2019


AUDIO: Serrat y Sabina se presentan este sábado en Buenos Aires (Por Orlando Morales)

La semana próxima, Sabina y Serrat llevarán su show "No hay dos sin tres" al estadio Movistar Arena de la ciudad de Buenos Aires.

Con cuatro shows, los cantantes españoles arrancarán de esa forma una gira que incluye una presentación en la ciudad de Córdoba.

Como anticipo a sus presentaciones, ambos cantantes dieron una conferencia de prensa y se sometieron a preguntas de los periodistas.

Al ser consultado sobre la situación de Chile, Serrat expresó su deseo que "tenga una solución".

"Estas manifestaciones se han replicado en varios sitios del mundo con una espontaneidad que es muy curiosa. En Hong Kong, empezó siendo por las normas de extradición y derivó en un meollo. En Chile, por el aumento del metro y en Hong Kong por los impuestos al Whatsapp. Curiosamente parten por un hecho que luego se diluye", dijo Serrat.

Por su parte, Sabina expresó: "La paradoja de Chile es que es un país que suelen poner como ejemplo de democracia y hubo este estallido tremendo".

Y agregó: "Piñera salió a pedir perdón, cosa que no es habitual en los presidentes, e hizo echar ocho ministros".

Informe de Orlando Morales.

Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina: "Estamos contentos de estar en casa"


Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina: "Estamos contentos de estar en casa"

Gabriel Plaza
31 de octubre de 2019

En 1969, Joan Manuel Serrat llegó por primera vez a la Argentina. Tenía 25 años y debutó en el programa de televisión de canal 9 Sábados de la bondad, producido por Alejandro Romay. El suceso que tuvo su primer disco Tu nombre me sabe a hierba fue inmediato. Veinte años después arribó al país Joaquín Sabina. El éxito de la canción "El diario no hablaba de tí", que Juan Carlos Baglietto había difundido dentro de su repertorio, empujó un promisorio debut en el desaparecido bar del Conde de Palermo frente a periodistas y amigos músicos. Desde entonces, ninguno dejó de volver. "Estamos contentos de estar en nuestra casa, aunque suene demagógico", dice apenas entra en el salón Joaquín Sabina. A su lado Joan Manuel Serrat, asiente con la cabeza.

Atravesaron el siglo XX como bardos contemporáneos, filósofos de lo cotidiano, hacedores de himnos como "Mediterráneo" o "Y sin embargo", sosteniendo los cimientos de la canción de autor. Unieron sus caminos en 2007, cuando emprendieron una gira histórica bautizada Dos pájaros a tiro, con la que llenaron cuatro veces el estadio Boca Juniors. El proyecto continuó en 2012 con una nueva gira y un disco a dúo llamado La orquesta del Titanic, que presentaron con una veintena de conciertos en el estadio Luna Park. Ahora vuelven con No hay dos sin tres para realizar cuatro conciertos en el flamante Movistar Arena Argentina con capacidad para quince mil personas.

"Este espectáculo nunca tuvo vocación de continuidad. Incluso siempre decía que las casas de apuestas se arruinaron con nosotros porque mucha gente consideraba que éramos tan disímiles que creían que esto iba a durar una semana. Por suerte se equivocaron. Ahora nos pasó como en la segunda vez que hicimos una gira. Cuando pasan cuatro o cinco años nos empieza a entrar un gusanillo por juntarnos otra vez y notamos que la gente en la calle también nos pregunta: ¿Cuándo vuelven? Eso va madurando hasta que un día nos hablamos por teléfono", apunta Joaquín Sabina.

-¿Recuerdan la primera vez que vinieron a la Argentina?

-Serrat: -Era cincuenta años más joven que ahora y mi cuerpo se encendía con otra intensidad. Fueron años que pasaron muchas cosas como el Cordobazo, donde se produce una revolución en la universidad y en las fábricas y la gente se sentía participe del futuro. Para un chico joven como yo, que venía de un país oscuro donde la dictadura lo tapaba todo, donde estaba sumamente reprimido y controlado, todo eso fue un deslumbramiento.

La muy buena venta de los tickets para los conciertos demuestran que la relación que se forjó con el público argentino, desde su primera visita, se mantiene inalterable, a pesar del paso del tiempo. El amor es correspondido. "La última vez que estuve me pusieron un cartel enfrente de donde paraba que decía: "Flaco, vos sos argentino". Y es verdad, tenemos un lado muy amplio de nuestro corazón que es argentino", pregona Sabina.

"Con todas las ideas y venidas, las subidas y bajadas, la vida y la muerte que se ha ido produciendo en este país en estos cincuenta años, yo sigo siéndole fiel a la Argentina, no al retrato utópico que se creó en mí, sino a este país que pasa de un lugar vital a un lugar deprimido, de un lugar encendido a un lugar ceniciento, pero que al final de cuentas tiene un rescoldo con el cual yo me prendo con mucha facilidad apenas llego", confiesa Serrat.

En un encuentro con cinco periodistas, los trovadores que han pasado por muchas batallas, repasan la actualidad, hasta comentan al paso las últimas noticias de la Argentina. Sabina toma la palabra y dice que le gustó el gesto de Alberto Fernández con Brian, el fiscal de mesa de una escuela de Moreno que fue discriminado por su vestimenta. "Me gustó mucho ayer Alberto con la gorra de Brian. Lo digo afuera del peronismo y desde afuera de cualquier pasión partidista. Muy al contrario. Se están dando gestos que rompen un poco la grieta y que no son tan brutales como otras veces en la Argentina".

Serrat escucha con atención a su compañero ocasional de gira. Tiene un vaso de agua. Sabina, en cambio, está con un vaso de cerveza. "Pidan que invita el Nano", bromea, haciendo gala de su leyenda. Una leyenda que el propio Serrat desmitifica."Yo descubrí que Sabina era Sabina más su leyenda. Lo podemos tomar en sus tres circunstancias. Como Sabina, como su leyenda o como Sabina y su leyenda. Las tres son mentira".

Sabina se ríe y se desase en elogios a quien considera su gurú de la canción. "Yo descubrí que podíamos estar en un escenario juntos, casi de igual a igual. Disfrutar de las comidas, las cenas, las risas y las copas después de los conciertos. Para mí, fue muy emocionante que el maestro de los maestros, aquel de las canciones que yo cantaba en los bares y el metro de Londres, esté cantando ahora mis canciones, yo esté cantando las suyas y, también, hagamos un ramillete de canciones juntos".

La dupla llega a la Argentina en un momento de convulsión en América Latina. Su concierto de Chile fue suspendido por las movilizaciones en la calle y este tiempo de incertidumbre política en el país trasandino después del toque de queda decretado por el presidente Sebastián Piñera y l as sucesivas medidas que no pararon la movilización de la gente. "Yo tenía preparada para cantar una de Violeta. Es verdad que Chile tiene esa cosa extraña que sacan el ejército a la calle a la primera de cambio y eso me sorprende y me aterra".

Serrat agrega: "Yo hubiera preferido cantar una canción eufórica, feliz, optimista. Una canción de convivencia, felicidad y futuro, pero tal como están las cosas hubiera recurrido a una canción de Violeta Parra que se llama 'Me gustan los estudiantes'".

"Sabíamos que la Argentina está viviendo un momento electoral complicado y económicamente difícil. Pero la paradoja de que Chile que es ese país que ponen como ejemplo de democracia, neoliberalismo y tal y haya habido ese estallido tan tremendo. Nos ha sorprendido mucho", completa Sabina.

Con cierta vocación de analista político Joan Manuel Serrat se despoja de la música y aborda un análisis más global sobre la escalada de movilizaciones en distintos puntos del planeta que buscan cambios de fondo. "Todo este movimiento en general de espontaneidad es muy curioso. Es un movimiento que no se ha dado sólo en Chile, sino también en Hong Kong, en el Líbano, en el Ecuador y que saltan de pronto sin que exista una dirigencia que capitalice eso. Parte de un hecho que después se diluye para entrar en hechos más serios. En Chile fue el aumento del billete de metro, en Hong Kong empieza siendo por normas de extradición, pero después todo eso pasa al meollo de la vida, derechos de educación, salud, pensiones. Como poco hay que reconocer que es interesante lo que se produce".

¿Las canciones pueden cambiar el mundo o pueden acompañar su tiempo?. Los cancionistas tienen posiciones distintas. Sabina dice que no quiere que sus canciones se conviertan en banderas. "Las canciones cambian el mundo más personal, el mundo de las parejas, el mundo de la memoria, el mundo de la vida cotidiana, pero no el mundo político desafortunadamente. Hace muchísimos años que no creo en las canciones bandera. Ahora cualquier cosa que suceda puede inspirar una canción, eso sí."

Joan Manuel Serrat está esperanzado con estos movimientos espontáneos. Hay una generación de artistas que acompañará esos nuevos episodios de la vida cultural y política del país, como lo hizo el catalán en su momento. "Cada tiempo tiene sus canciones, como va a tener su implacable futuro y va a tener también sus banderas, que las van a hacer los que participen de este tiempo. Una de las cosas que a mi entender es más profundo de lo que está ocurriendo, es no solo el desinterés de las clases dominantes en romper el statu quo, sino en desconocer en absoluto que este es en un camino que no tiene marcha atrás. Así que esto podrá tardar más o menos, pero es un camino que no tiene vuelta".

Sin embargo, las canciones de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina son temas bandera para distintas generaciones. Lo saben. En el disco en vivo, que editaron en 2007, de la primera gira, el dúo había completado una lista de más de treinta temas. Canciones como "Pueblo blanco", "Contigo", "Algo personal", "No hago otra cosa que pensar en tí", "Princesa", "Noches de boda", "Mediterráneo", "Mi nombre me sabe a hierba", "19 días y 500 noches", "Penélope", "Calle melancolía" y "Cantares", formaban parte del repaso obligado por su historia y de todo el público.

"En general, lo que tratamos de hacer es buscar aquellos elementos que nos hagan sentir a nosotros mejor en el escenario y que seamos capaces de transmitirle eso a la gente. Tratamos de conservar canciones que la gente no nos perdonaría que no cantáramos y por otra parte tratamos de incorporar al espectáculo canciones y momentos musicales para hacerlo distinto a otros espectáculos. No es tanto para que la gente diga si hacemos lo mismo o no, sino porque si hiciéramos lo mismo nos aburriríamos".

La experiencia del encuentro de Sabina y Serrat con el público excede lo musical. El autor de "Calle melancolía" reconoce que en sus espectáculos se ponen en juego otras cosas. "Hay diferencias en girar con el Nano y hacerlo solo. Esto no es exactamente un espectáculo musical. La impresión que yo tengo es que es una celebración tribal intergeneracional, un homenaje a la amistad y a muchas cosas que nos han pasado a nosotros en nuestras canciones, y que han reflejado de un modo a la gente que se las ha apropiado como si les hubiera pasado a ellos. Y eso produce una sensación de fiesta que nos gusta mucho".

En estos años de visita crearon un vínculo emocional con el país. Dicen que extrañan a Jorge Guinzburg, un gran amigo y compañero de aventuras en Buenos Aires. También se amargan por la situación económica por la que atraviesa el país. "No siento por la Argentina solo amor. A veces estoy cabreado, enfadado conmigo y con el resto de mis compatriotas porque pienso que nunca las cosas van a ser de otra manera. Los pecados siguen siendo los mismos y las virtudes siguen siendo muy cambiantes. Mi relación con la Argentina está atravesada de amores, vivos, muertos, alegrías y todo lo que le ocurre a un ser humano en toda su vida. He tenido la suerte de encontrar aquí grandes amigos que me han ayudado a conocer y entender el país".


Revolución feminista

La revolución feminista y los cambios de paradigma los hacen reflexionar sobre su nuevo rol, arriba de los escenarios. "Hay que reconocer actitudes históricamente machistas que nos han acompañado toda la vida y que seguramente hemos cambiado porque está clarísimo que la situación que tenía una mujer, o ciertos grupos sociales marginados, es de injusticia y es algo a corregir", dice Serrat. "Los primeros en corregirla tenemos que ser los que nos hemos criado en este ambiente de esta sociedad y que arrastramos tics de aquellos tiempos. Hay que cambiar en todo lo que podamos y ojalá esto que podamos sea lo que debamos, porque a veces hay reminiscencias que están adheridas al cuerpo como una verruga".

Sabina apoya el movimiento global de #Metoo. Lo inquieta cierta revisión del pasado con la lente del presente. "El exceso de corrección política está llevando a la autocensura de los artistas. A mi me gusta mucho que exista en el mundo una novela Lolita, de Nabokov. Sería absolutamente imposible de publicar ahora. También los versos de Benedetti que dicen: "Siempre conviene tener al lado una mujer desnuda". Bueno, si él se hubiera censurado para mí hubiera sido una pena".

El verdadero cambio llegará con las nuevas generaciones. "La barca va manejándose con las olas y todo se mueve", apunta Serrat. "A pesar de todo pienso que la educación que reciben mis nietos es mucho mejor que la que recibieron mis hijos y sin duda infinitamente mejor que la que recibimos nosotros en el sentido del respeto hacia lo distinto, y en la tolerancia hacia aquello que no se acaba de entender plenamente. En esto creo que se ha ganado mucho".

Entre los males que aquejan al mundo, Sabina y Serrat dicen que ese cambio está llegando definitivamente. El cantautor andaluz asesta: "De todas las revoluciones soñadas y utópicas que participaron en el siglo XX la única que ha dado paso de gigantes y está ganando es la feminista y yo me alegro mucho".


Por: Gabriel Plaza

Serrat y Sabina vuelven a cantar en Buenos Aires: una costumbre que no se hace rutina


Entrevista

Serrat y Sabina vuelven a cantar en Buenos Aires: una costumbre que no se hace rutina


El 2 de noviembre comienza su serie de shows en Buenos Aires. Antes, hablaron de la situación política de la Argentina y Chile, de Alberto Fernández, de la relación que los une y de machismo y feminismo. 

FEDERICO LADRÓN DE GUEVARA

31/10/2019 - 18:04
Clarín.comEspectáculosMúsica


La historia de la humanidad cuenta con una larga lista de artistas que en algún momento se juntaron para darle forma a alguna obra: Ricardo Bochini y Daniel Bertoni, Bob Dylan y Joan Báez, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares y, por supuesto, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina.

Por estos días, los cantantes españoles están en la Argentina para presentar, desde este sábado 2 de noviembre en el Movistar Arena, su espectáculo No hay dos sin tres. Como su nombre lo indica, la tercera serie de conciertos en dupla que los trae por estas tierras.

La primera vez que hicieron un show de estas características, en el que repasan buena parte de sus clásicos, fue en 2007, con Dos pájaros de un tiro. Y a eso le siguió, en 2012, Dos pájaros contraatacan.

Ahora, y como para ir entrando en clima, Serrat y Sabina conversan con seis periodistas en un salón del hotel Four Seasons, en Recoleta. Serrat toma agua. Sabina, cerveza.

Algunas cuestiones que ya se saben: Sabina, que nació en Úbeda pero vive en Madrid, siempre tuvo como ídolo a Serrat. Serrat, catalán que vive en Barcelona, fue quien supervisó algunas canciones de Sabina.

Amigo de Diego Maradona, de Charly García y de Fito Páez, entre otros, Sabina lleva vendidos más de 15 millones de discos. A fines de los '60 se exilió en Inglaterra. También pinta.

A Serrat le dicen Nano y su obra tiene gran influencia de poetas como Antonio Machado y Miguel Hernández. También tuvo que exiliarse, en este caso, en México.

Serrat, de 75 años, está casado con la modelo Candela Tiffón.

Sabina, de 70, está en pareja con Jimena Coronado, fotógrafa peruana.

Candela y Jimena son amigas y acompañan a los artistas en las giras.

¿Qué se les puede preguntar a los autores de Mediterráneo y de 19 días y 500 noches, entre otras grandes éxitos, para no ser repetitivos? ¿Si les interesa la idea de convertirse al veganismo? ¿Si después de las derrotas de Boca en la Copa Libertadores están pensando en hacerse hinchas de River?

-Alberto Fernández, que acaba de ser elegido presidente de la Argentina, canta y toca la guitarra. ¿Pudieron ver alguno de sus videos?

-Sabina: Me lo han contado, pero no lo he visto. Lo que me gustó fue que se puso la gorra de Brian (por Brian Gallo, el presidente de mesa que el domingo fue discriminado por su vestimenta). Lo digo desde afuera del peronismo y de cualquier pasión partidista. Es un gesto que va en contra de la grieta.

-También, Alberto Fernández tiene un perro que se llama Dylan. ¿Cómo se sentirían ustedes si el nombre de la mascota fuera Serrat o Sabina?

-Serrat: ¡Yo iría a pedir explicaciones!

-Sabina: Los perros tienen derecho a llamarse como quieran...

-Serrat: A los perros les pasa como a los hijos, tienen que soportar nuestros caprichos. Yo tenía un perro al que, de nombre, le puse Pepe, como mi padre. No encontré otro nombre más hermoso.

-Sabina: Yo tengo seis gatos. El nombre del que más quiero se lo puso el Gabo García Márquez... Se llama Elvis. ¿Por qué? Porque una vez fue a visitar al Rey Juan Carlos, y cuando se lo contó a su nieto, el chico le dijo que el “Rey” era Elvis.

-¿Cómo va a ser el espectáculo que están por empezar en la Argentina?

-Serrat: Vamos a hacer lo que nos hace sentir mejor sobre el escenario. Hay canciones que el público no nos perdonaría que no cantáramos. Y son unas cuantas. Pero también, para no aburrirnos, siempre hay cambios en el repertorio.

-Sabina: Estos shows con Serrat no son un espectáculo musical sino una celebración tribal, intergeneracional... Un homenaje a la amistad. Son canciones que la gente se ha apoderado. Y se genera una sensación de fiesta que nos gusta mucho.

-Ya han venido varias veces a la Argentina. ¿Qué recuerdan de su primer viaje?

-Serrat: La primera vez me instalé en el Hotel Alvear, que estaba en ruinas. Jugaba al fútbol en los pasillos. En aquel tiempo, mi cuerpo se encendía con mayor intensidad. Eran los años del Cordobazo (1969), de las huelgas... Las fábricas estaban revolucionadas. Lo mismo pasaba con la Universidad. Sentí un gran deslumbramiento. Además, las chicas eran muy guapas. Y yo tocaba la guitarra...

-Sabina: Qué me vas a decir... (se ríe). Cuando vine por primera vez, No me conocía nadie, salvo Juan Carlos Baglietto y quien en aquel entonces era su mujer, Jorgela. Recuerdo que fuimos a la Casona del Conde de Palermo. Se armó una reunión con periodistas, probables amigos...

-Esta es la tercera gira que emprenden juntos. ¿Qué descubrieron del otro en estos años?

-Serrat: Yo descubrí su leyenda. Sabina es Sabina y su leyenda.

-Sabina: Descubrí que podíamos compartir un escenario sin tensiones, sin broncas. Y también disfrutar de las cenas, las salidas. Para mí, cantar con el maestro de los maestros es muy emocionante.

-Por la crisis política, tuvieron que suspender el concierto que iban a hacer en Chile el 29 de octubre. ¿Qué les hubiera gustado cantar en ese contexto?

-Sabina: Alguna canción de Violeta Parra en clave de blues... Lo que pasó no se puede comparar con el Pinochetazo. Hubiera sido demasiado. Pero sí es verdad que Chlile saca el ejército a la calle en la primera de cambio. Y eso me aterra.

-Serrat: Yo cantaría una canción feliz, optimista. De Violeta Parra podría ser Que vivan los estudiantes.

-Cuando hicieron sus primeros shows en dupla, decían algunas cosas que hoy serían consideradas incorrectas...

-Serrat: Sí, es cierto, incorrectas para las mujeres y para otros grupos sociales. Arrastramos tics. La actitud machista nos ha acompañado toda la vida. Y hay que corregirlo.

-Sabina: Después de decir “me too”, quiero agregar: el exceso de corrección política está llevando a los artistas a la autocensura. A mí me gusta que exista una novela como Lolita, de Nabokov, que hoy sería absolutamente imposible que se publicara. También me molestan los boicoteos a ese gran genio de nuestro tiempo que es Woody Allen. Creo que los artistas no deben ser políticamente correctos. A las feministas más militantes no les debe gustar ese verso de Benedetti que dice: “Siempre conviene tener al lado una mujer desnuda”. Si él se hubiera censurado ese verso, hubiera sido una pena.

-Serrat: Ese verso y muchos otros del Siglo de Oro... Igual, está claro: la educación que reciben mis nietos es mejor que la que recibieron mis hijos y mucho mejor que la que recibimos nosotros.

-Sabina: De todas las revoluciones del siglo 20, la única que está ganando es la feminista. Y yo me alegro mucho.

-¿Con qué otro artista les hubiera gustado encarar estas giras?

-Sabina: Creo que estamos los dos de acuerdo... ¡Con Beyoncé!

-Serrat: Sí, pero no hemos conseguido su teléfono.

Juntos, con ganas y sin presiones

La idea de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina era empezar No hay dos sin tres, la gira por Sudamérica, en Santiago de Chile. Pero debieron suspenderlo. Así, el tour arrancará el sábado 2 de noviembre en Buenos Aires, en el Movistar Arena (Humboldt 450, pleno Villa Crespo, pegado a la cancha de Atlanta). Allí volverán a presentarse el 3, 7 y 8 de noviembre. Luego, volarán a Córdoba para cantar el 13 en el Orfeo Superdomo. Después harán shows en Paraguay, Uruguay y México. Y terminarán el 17 de diciembre en Costa Rica. 

Cuando se les preguntó en qué momento decidieron empezar a actuar juntos, Sabina respondió: “No sé exactamente cuándo fue, pero sé que era de noche. Sé que habíamos bebido mucho. Y sé que al día siguiente nos arrepentimos: de haber bebido y de haber dicho de hacer la gira juntos... No tenemos edad para subirnos al escenario con un tipo que nos caiga medio mal”.

Enseguida, aportó Serrat: “No tenemos quién nos mande. Podemos equivocarnos a nuestro antojo. Lo que hacemos con estos reencuentros es no perder esta unión con la gente, eso que nos divierte y hace que ellos existan y nosotros existamos, mientras la vida sea suficientemente generosa para regalarnos esto”.

Por separado, Serrat cantó por última vez en Buenos Aires en 2018 (con shows en el Teatro Colón y en el Gran Rex, presentando una actualización de su clásico Mediterráneo), mientras que Sabina se subió a un escenario porteño por última vez en 2017, cuando presentó su disco Lo niego todo, con varios estadios Luna Park agotados.

Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina presentan No hay dos sin tres los días 2, 3, 7 y 8 de noviembre, a las 21, en el estadio Movistar Arena, Homboldt 450. Entradas desde $2000, por AccesoFan.


miércoles, octubre 30, 2019

¿Cómo es el centro de eventos más sofisticado de Argentina?


¿Cómo es el centro de eventos más sofisticado de Argentina?

Movistar Arena deslumbrará al público con una experiencia única

30 de octubre de 2019


El próximo 01 de noviembre, el Movistar Arena abrirá sus puertas y Tini Stoessel encabezará la gala de pre-estreno. Espectáculo al cual, tan solo un día más tarde, le seguirá el recital de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina .

Con una accesibilidad estratégica (Humboldt 450, Villa Crespo) y sus características inéditas en el país, el espacio tiene todo para sorprender a los espectadores que lo visiten: de simple acceso mediante el sistema múltiple de transporte público porteño, se trata de un centro de eventos versátil que marca el inicio de una nueva era para el entretenimiento en vivo, dedicado a conciertos de calibre internacional, eventos familiares, conferencias y encuentros deportivos de alta competencia.

De esta manera, Movistar Arena ingresa en el selecto grupo de arenas gestionados por ASM Global, una compañía de entretenimiento que opera más de 300 estadios, arenas y centros de convenciones alrededor del mundo. ASM Global se formó a partir de la fusión de AEG Facilities y SMG en octubre de 2019, creando una poderosa empresa de gestión de venues que abarca cinco continentes y 14 países

Una nueva era comienza

Además del diseño de la experiencia donde ningún detalle quedó librado al azar, uno de los atributos de Movistar Arena es que cuenta con la mejor tecnología aplicada a la acústica, la iluminación, la proyección de imágenes y el cuidado del medio ambiente, única en Argentina.

Preparado para distintas configuraciones de público, que van desde 4.000 personas hasta un máximo de 11.500 personas sentadas, o 15.000 si el campo es sin asiento, sus detalles de tecnología de sonido y acústica demuestran el compromiso de ASM Global por brindar una experiencia de máximo disfrute.

Insonorización plena: la acústica fue diseñada en los Estados Unidos por WJHW, uno de los principales expertos del mercado.
Lo último en materiales: construido en España por la firma Lanik, el techo está compuesto por una estructura de acero cubierto de un material que permite asegurar la aislación de sonido al exterior, respetando las normas vigentes más exigentes. Todos los materiales utilizados con este fin son los mismos que se utilizan en las arenas más importantes del mundo

Equipos de audio L-Acustics: es una marca francesa exclusiva, solo 50 empresas en el mundo lo tienen y Movistar Arena es la número 51. L-Acustics es la marca número 1 solicitada por artistas y productores en los riders técnicos, y estarán instalados de manera fija para facilitar y acelerar el armado y desarmado de cada show.

Doble muro: los muros perimetrales están conformados por dos paredes de bloque de cemento separadas por cámara de aire entre ambas para asegurar el más alto acondicionamiento acústico.

100% tecnológico: como el venue más moderno del país, Movistar Arena tiene 350 pantallas de Samsung y 400 metros lineales de pantallas led de Jupiter, instaladas en forma de wall, ribbon, menú boards y pantallas exteriores. En tanto para la iluminación, la empresa seleccionada fue PRG (Production Resource Group), conocida por ofrecer asistencia a productores, diseñadores y talentos creativos del entretenimiento que necesitan un equipamiento adecuado según los requerimientos de cada show.

La búsqueda de una experiencia superior

Movistar Arena cuenta con un Beer Garden de Heineken y un Cocktail Bar de Campari, Chandón y Bodegas Piccolo Banfi en el primer piso. Los dos, abiertos al público general mayor de 18 años.

Además, tiene diferentes áreas VIP que poseen asientos de máximo confort, vista privilegiada, servicio gastronómico premium y un espacio de relacionamiento con empresas de primera línea.


martes, octubre 29, 2019

Llegaron así a Buenos Aires

Llegaron así a Buenos Aires
Y estuvieron en espera en el aeropuerto de Santiago ;

Llegué ayer a Buenos Aires tras un viaje de 24 horas pasando por el aeropuerto de Santiago de Chile en una escala incomodísima de varias horas vagando por los pasillos de dicho aeropuerto.

Hasta en esas condiciones me encanta viajar y agradezco estar incluido en esas giras maravillosas de Joaquín o de Serrat y Sabina.

Me dolió muchísimo la cancelación del concierto en Santiago...ojalá volvamos pronto...no sabéis con cuánta emoción y con cuántas ganas ensayamos en Madrid "Violetas para Violeta" para hacerla única y exclusivamente en esa ciudad.

En fin, volveremos a vernos algún día, queridos chilenos.
Ahora pondremos energías redobladas tras el concierto fallido para debutar en Buenos Aires!

¡Será una explosión de música y corazones emcendidos!
Gracias por vuestro cariño que tanto tanto tanto me acompaña.
Pancho Varona

lunes, octubre 28, 2019

JUNTOS, EN CONCIERTO



JUNTOS, EN CONCIERTO

La justificación para estos conciertos, como dice en su página electrónica, es culpa de los admiradores de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. 

Se les advirtió. Lo sabían. No pueden alegar ahora que desconocían el riesgo de hacerles el juego a los dos astutos artistas y sus trucos: las canciones, la música, los chistecitos, los bailecitos, los sombreritos… Pero ya es tarde. Lo que empezó en 2007 con un intento de matar dos pájaros de un tiro –ellos dos— recibió tal apoyo popular que el pajaricidio les dio vida y la cosa se volvió peste.

domingo, octubre 27, 2019

Serrat y Sabina, en concierto

Serrat y Sabina, en concierto

27/10/19 | 12:27 | Por: Redacción

Los talentosos Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina estarán juntos presentándose en las instalaciones del Auditorio Nacional, de la CDMX, los días 29 y 30 de noviembre; 9 y 10 de diciembre, en punto de las 20:30 horas. Estos conciertos forman parte de la gira "No hay dos sin tres" y prometen ser inolvidables.

Los boletos ya se encuentran a la venta y, en definitiva, es un evento que nadie se puede perder, ya que reúne a dos grandes de la música en un gran recinto.


JUNTOS, EN CONCIERTO
La justificación para estos conciertos, como dice en su página electrónica, es culpa de los admiradores de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. Se les advirtió. Lo sabían. No pueden alegar ahora que desconocían el riesgo de hacerles el juego a los dos astutos artistas y sus trucos: las canciones, la música, los chistecitos, los bailecitos, los sombreritos… Pero ya es tarde. Lo que empezó en 2007 con un intento de matar dos pájaros de un tiro –ellos dos— recibió tal apoyo popular que el pajaricidio les dio vida y la cosa se volvió peste.

De ahí que en 2012 los dos descarados compadres pasaran al contraataque a bordo de la orquesta del Titanic y, siete años después de sobrevivir al naufragio –¡parece increíble cómo pasa el tiempo!—, acaban de anunciar que, como no hay dos sin tres, arremeterán de nuevo en noviembre y diciembre con una serie de conciertos.

Se recomienda al respetable público que reciba a Serrat y Sabina con el cariño que merecen. Quién sabe si a la tercera va la vencida.


RECUERDOS 2019 Serrat en Rosario


 RECUERDOS 2019

Serrat en Rosario 

Por Tamara Smerling 
27 de octubre de 2019 

Cristina Suriani era alta, rubia y espigada. Estudiaba Arquitectura en la Universidad Nacional de Rosario, frecuentaba las reuniones y el bullicio de los estudiantes, y pasaba sus días entre dos lugares, aparentemente, muy antagónicos: la facultad y el country. En las largas veladas en la casa de Nora Lagos -era amiga de sus hijas- conoció a Carlos Saldi. El fotógrafo comenzó a retratarla y logró, incluso, ganar un importante concurso en Japón gracias a una de las imágenes. Una tarde, después de una de sus clases, Cristina y Saldi se acercaron a uno de los teatros del centro de Rosario en busca de locaciones para una nueva producción: Joan Manuel Serrat daba, esa misma noche, uno de sus conciertos. 
En esa época, era costumbre que los artistas «importantes» recibieran un ramo de flores al terminar su función. Una señorita era quien lo entregaba, cortés, mientras detrás bajaba el telón y la platea estallaba en aplausos. La elegida caminaba, temblorosa, con su ramo de flores, a la espera del final del concierto. El fotógrafo y la modelo, en tanto, esperaban apostados muy cerca del escenario a que terminara la música para hacer su producción de fotos. Solo que, de repente, escucharon un ruido, fuerte, seco: la muchacha que debía entregarle las flores a Serrat se había desplomado, de manera estrepitosa, sobre uno de los costados del escenario, a medio camino entre la emoción y los nervios. Suriani y Saldi subieron a socorrerla y, en ese mismo instante, terminó el recital: Serrat aguardaba, frente al público, el saludo y las flores para bajar. 

-¡Las flores, las flores, las flores! -empezó a gritar alguien por los camerinos. 
Cristina tomó las flores que la joven había dejado caer al piso. Una mano, detrás, la empujó sobre el escenario. Joan Manuel Serrat recibió, finalmente, el ramo. 
-La modelo que vos esperabas se desmayó, ¿y ahora? ¿Qué tengo que hacer? -le dijo Suriani entre susurros. 
-Dame un beso y saludamos al público… 

Después, Saldi, Suriani y Serrat se fueron al hotel, porque el fotógrafo quería tomarle algunas imágenes también al cantante. El tiempo pasó: la modelo y Serrat no volvieron a verse. Sobre principios de los setenta, Suriani -que no pasaba los 25 años- viajó a Madrid. Se lo volvió a topar en casa de unos amigos. Llevaba tres meses en España, donde trabajaba en publicidades y arrancaba su carrera con portadas de revistas. -No, pero yo quiero volver a la Argentina… -le insistía al cantante. -¡Piénsalo bien, piénsalo bien! -le contestaba Serrat a la muchacha. Suriani, finalmente, nunca regresó a Rosario. Sin embargo, la modelo y Serrat volverían, una vez más, a cruzarse por España. 

Las críticas de música de entonces no eran aduladoras. Los periodistas buscaban escribir en contra de algo, con argumentos sólidos y elocuentes, sobre el valor -o no- de una obra. Esa dureza, un poco brutal, le daba credibilidad al medio. Era el estilo de la época, que no ahorraba datos de cuántas personas asistieron, la cantidad de piezas que fueron ejecutadas o cómo había sido el concierto. La reseña de los recitales de Serrat en el Teatro Ópera fue, por eso mismo, enfática, y habló sobre un «programa desparejo y tropiezos vocales». La firmó de nuevo Jorge H. Andrés, el 4 de febrero de 1972, en La Opinión, y tildaba a Mediterráneo como «responsable del insustancial convencionalismo de su disco más reciente». 

«Las flamantes canciones escritas por Serrat no implican una ruptura violenta con el estilo que vino ejercitando hasta ellas. La misma poesía costumbrista, tierna y sensible, a menudo farragosa y exageradamente emotiva, que caracterizó sus primeras letras está presente en este nuevo grupo, lo mismo que la capacidad de observación del autor para contemplar sus raíces y su indiscutible habilidad para narrar con grave lirismo episodios románticos. 

Tampoco se puede negar que los originales del vocalista catalán son superiores en cuanto a factura y más serios en lo que respecta a su intención que casi todo lo que se escucha en materia de música juvenil cantada en castellano, pero la mayor parte de su producción reciente, lo mismo que la que ejercita la variante sentimental (…) implica variaciones muy tenues, casi siempre vulgares repeticiones, de asuntos enfocados propiamente y con mayor inspiración». 

Andrés, que colaboraba para el diario desde su casa, donde tecleaba sobre una máquina Olivetti Lexicon 80, sólida y pesada, con papel pautado -34 por 22 centímetros, 25 renglones y 60 espacios cada uno- para que se pudiera calcular la extensión de la nota, siguió: «Probablemente estas desconcertantes variaciones estilísticas de Serrat, lo mismo que sus reiteraciones temáticas, sean una consecuencia de la contrincante dualidad que él mismo se ha encargado de fomentar desde que su boom comenzó a insinuarse. 

En un extremo permanece el ídolo popular de aniñada apariencia, capaz de distraer a un auditorio juvenil sin ofender su buen gusto, de protagonizar -pósters y revistas mediante- los sueños amatorios de las muchachas y de estimular, con la inteligente factura de sus letras, posibles inclinaciones poéticas en los varones proclives a identificarse con su imagen de soñador andariego y melancólico (…). Quizás ha llegado el momento, porque ya tiene el suficiente poder para hacerlo y porque mantener ese falso equilibrio ya está perjudicando su trabajo, de que Serrat obligue a convivir a esos dos personajes que habitan con él, de que se cambie el traje de terciopelo violeta que viste para cantar en el Ópera por la ropa menos cómoda que usa habitualmente y diga claramente todo lo que tiene que decir, no en el asiento trasero de un automóvil ni en el sobreentendido de una respuesta intencionada sino componiendo y cantando, una tarea en la que no tenía rivales cuando la realizaba con convicción». 

Una semana más tarde, en Rosario, a la entrada del club Gimnasia y Esgrima, en el parque Independencia, donde cantó solo cuatro canciones cerca de las cinco de la mañana («molido de cansancio y con un humor de perros») para 8.874 personas, a 950 pesos de los viejos cada entrada, una multitud -enloquecida- lo quiso secuestrar para llevárselo a que actuara esa misma madrugada pero a 150 kilómetros: en Santa Fe. «Hubo un forcejeo terrible y alguien quemó con la punta de un cigarrillo encendido a Serrat en el cuello, produciéndole una herida que le molestó durante su actuación». Serrat era el número central del carnaval en el Litoral y el público lo esperó, impaciente, hasta las cuatro de la mañana en Unión. Solo que nunca llegó: por los altoparlantes se anunció que había tenido una «indisposición». La reacción no tardó en llegar: en el club había más de diez mil personas y volaron sillas, mesas, sifones, botellas y piedras. 

Para rematarla, circuló la versión de que no viajó porque planeaban secuestrarlo. «En la fecha el club Atlético Unión cursa telegramas al señor Ministro del Interior, d. Arturo Mor Roig; al señor Gobernador de la Provincia, General de División Dn. Guillermo Sánchez Almeyra, y al señor Presidente de A.D.R.A, para que tomen intervención ante las actitudes de verdadero gangsterismo artístico de este señor, que recorre el País como “Turista” percibiendo sumas varias veces millonarias», marcaba la denuncia firmada por las autoridades del club. Se volvió a Buenos Aires sin pasar por el hotel a recoger su equipaje. Actuó -como siempre- en Sábados Circulares, por Canal 13, donde se codeaba con Martín Karadagián y Titanes en el Ring, y Pipo Pescador que estrenaba nuevo programa. Más tarde, le respondió a Carlos Gabetta en la revista Panorama 

«En Santa Fe no me presenté simplemente porque no estaba contratado. (…) ¿Qué quieren ellos, las perfecciones? No soy perfecto -Dios me libre- y estoy sujeto a las imperfecciones de mucha gente que tiene que ver con lo que hago. Uno está propenso a cometer continuamente fallas, y en mi caso están muy a la luz. Esto es bueno a veces, y malo y amargo otras. Pero es erróneo y pretencioso no entender que uno es un ser humano como cualquiera, lleno de dudas y contradicciones». 

Fragmentos de «Serrat en la Argentina», (Editorial Planeta, 2019). 

https://www.pagina12.com.ar/227547-serrat-en-rosario

Serrat y Sabina, sin “spoilers”

Serrat y Sabina, sin “spoilers”

Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat estarán de regreso para un show en el SND Arena el sábado 16 de noviembre. Intentamos sacar algo del repertorio, pero nos dijeron que no quieren hacer “spoilers”.


27 DE OCTUBRE DE 2019 - 01:00

A través de la línea telefónica conversamos con Sabina y Serrat, quienes habían abierto el micrófono del teléfono en la casa de aquel, en Madrid, en cuyo estudio ambos han estado ensayando el repertorio de la gira “No hay dos sin tres”.

Una charla muy animada, en la que bromearon bastante, interrumpiéndose el uno al otro con chistes.

“No diremos qué cantamos –dice Sabina–. No hacemos spoilers. A nosotros nos gusta la sorpresa, entre otras cosas, porque, a lo largo de la gira, nos sorprendemos a nosotros mismos, incorporando canciones que no estaban previstas”.

“Y sorprendemos, especialmente, a los músicos”, agrega Joan Manuel Serrat.

“Sí, que se cagan en todo”, remata Sabina con una sonora carcajada que se habrá escuchado en todo el edificio.

–Pero, aunque sea un tráiler o un teaser.

–No, no, porque por pequeño que sea el tráiler, enseguida la gente sabe quién es el asesino –dice el cantautor catalán.

–Y nuevamente habrá una orquesta combinada que los acompañará en esta gira.

JS: –Son músicos de Serrat y músicos míos y un par de coristas.

JMS: –Esas no son de nadie.

–¿Y en este nuevo show se intercambian muchas canciones?

JS: –Sí, pero nos las devolvemos. Son préstamos. A mí me gustan cantar canciones de Serrat y que no tuve oportunidad de hacerlo en el escenario, y creo que a él unas tres o cuatro mías....

JMS: –¡No solo tres o cuatro, por favor!

JS: –Bueno, cinco, seis, siete, cien. Bueno, no solo que le gusta cantarlas, sino que las mejora.

–¿Cuál es la canción preferida de Serrat cantada por Sabina, y la de Sabina cantada por Serrat?

JS: –A mí me resulta durísimo elegir una. Varias de mis preferidas las cantaré en Asunción. Pero si tengo que elegir una, te vas a sorprender porque es una en catalán que se llama “Palabras de amor”.

–¿Y la cantarás en catalán?

JS: –Es muy probable.

JMS: –Yo también podría decir lo mismo, que es muy difícil. Mejor, es imposible elegir una. Para hacerla corta, yo me quedaría con “De purísima y oro” que no la voy a cantar. Y no lo haré porque es una canción en la que intervienen elementos sentimentales temporales. Hay una serie de claves en esta canción que forman parte de un tiempo, de una realidad española que limitan bastante para que forme parte de un concierto tan heterogéneo pero tan personal, para la gente que pueda ir. No se trata de no responder a esta premisa cantar lo que más me gusta sino que se pueda compartir con la gente.

–Esa es una buena pista de que ustedes no se tomaron a la ligera las canciones. Es lo que los ha caracterizado siempre.

JMS: –¡Cómo vamos a tomar a la ligera las canciones si esta es nuestra vida! Hemos vivido escribiendo canciones, hemos enamorado a nuestras mujeres escribiendo canciones, hemos restañado heridas escribiendo canciones, hemos azotado a nuestros enemigos con canciones. Y, sobre todo, hemos compartido un tiempo magnífico con canciones; y con la gente.

JS: –A mí lo que más me ha gustado de lo que has dicho, Nano, es cuando hemos enamorado no a nuestras mujeres, sino a las mujeres de otros.

JMS: –Sí, es cierto, y te digo la verdad, a las nuestras es más difícil, porque nos ven en calcetín (y nuevamente estallan carcajadas que se habrán escuchado en todo el edificio).

La génesis de la industria discográfica

–Hace poco encontré en una feria de vinilos una primera edición de “La paloma” (primer LP de Serrat, 1969), y, a pesar de que son canciones que conozco muy bien, volví a sorprenderme del gran apoyo orquestal que hay en el disco, y eso que es un álbum debut. Ustedes pertenecen a una generación que ha tenido un buen respaldo de la industria discográfica.

–JMS: Bueno, yo tenía un buen respaldo musical. La industria discográfica lo que ha hecho siempre ha sido tratar de sacar rendimiento a sus negocios. No nos confundamos. El soporte es de todos mis compañeros músicos, artistas, de todos los compañeros que han empujado. Le aseguro que la industria musical siempre ha tratado de conseguir beneficios de nosotros. No estoy criticando, ni muchísimo menos sus malas artes en lo que estoy diciendo, sino, sencillamente, dando una evidencia. Nosotros no somos el resultado de una industria discográfica, sino la base, la génesis de la industria discográfica que lamentablemente hoy es inexistente.

–JS: A mi me gustaría añadir que nosotros muchas veces hemos hecho lo nuestro a pesar de la industria musical. Quiero decir que, primero, si no fuéramos rentables, no estaríamos en una multinacional. Segundo, yo tengo un pacto de no agresión con mi casa de discos, que es Sony, y que es: Yo no me meto en sus asuntos y ellos que no se metan en los míos. Hago los discos que quiero, cuando quiero y con el repertorio que quiero y nadie se mete en eso. Creo que es el mismo caso de mi amigo y maestro Serrat, y creo que, sin perder el respeto a la industria musical, que en verdad está desapareciendo, nosotros no le debemos demasiado.

–¿Decís que está desapareciendo o se está transformando?

–JS: Se está transformando casi a extremos de desaparición.

Fecha cancelada en Santiago

La gira debía comenzar en Santiago de Chile el martes 29, pero tuvo que suspenderse debido al toque de queda que reina actualmente en la capital chilena.

Comenzará en el Movistar Arena de Buenos Aires, el sábado 2 de noviembre, donde actuarán varias fechas. El miércoles 13 estarán en Córdoba y el sábado 16 en Asunción.


Serrat y Sabina, sin “spoilers”

Serrat y Sabina, sin “spoilers”

Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat estarán de regreso para un show en el SND Arena el sábado 16 de noviembre. Intentamos sacar algo del repertorio, pero nos dijeron que no quieren hacer “spoilers”.

27 DE OCTUBRE DE 2019 - 01:00

A través de la línea telefónica conversamos con Sabina y Serrat, quienes habían abierto el micrófono del teléfono en la casa de aquel, en Madrid, en cuyo estudio ambos han estado ensayando el repertorio de la gira “No hay dos sin tres”.

Una charla muy animada, en la que bromearon bastante, interrumpiéndose el uno al otro con chistes.

“No diremos qué cantamos –dice Sabina–. No hacemos spoilers. A nosotros nos gusta la sorpresa, entre otras cosas, porque, a lo largo de la gira, nos sorprendemos a nosotros mismos, incorporando canciones que no estaban previstas”.

viernes, octubre 25, 2019

jueves, octubre 24, 2019

Serrat y Sabina cancelan su concierto en Chile por el estado de excepción

Serrat y Sabina cancelan su concierto en Chile por el estado de excepción

24 octubre 2019 Autor:EFEEME

Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina han cancelado el concierto que tenían previsto ofrecer en el Movistar Arena de Santiago de Chile, el 29 de octubre, debido al Estado de Excepción Constitucional decretado por el Presidente Piñera. Este iba ser el concierto inaugural de la gira No hay dos sin tres, que concluirá el 17 de diciembre en San José de Costa Rica y cuya próxima parada es Buenos Aires, el 2 de noviembre.

Esta es la nota difundida por la promotora del concierto de Chile:

Cultura Ciudadana SpA lamenta informar que por motivos de fuerza mayor se ha cancelado definitivamente el concierto de Joan Manuel Serrat & Joaquín Sabina, con la gira “No hay dos sin tres”, que estaba programado para el martes 29 de octubre en Movistar Arena.

En efecto, en atención al Estado de Excepción Constitucional decretado por el Presidente de la República y actualmente vigente, la autoridad competente, en ejercicio de sus facultades, ha dejado sin efecto todos los permisos solicitados y/u otorgados a la fecha, según corresponda, lo que constituye un evento de Fuerza Mayor que causa la cancelación definitiva del concierto.

Informaremos a la brevedad posible, dentro de los próximos días, el mecanismo de reembolso del valor de las entradas.

Lamentamos cualquier inconveniente que esta situación ocasione, y agradecemos su comprensión.

miércoles, octubre 23, 2019

RECUERDOS 2019 Adelanto de «Serrat en la Argentina», de Tamara Smerling

RECUERDOS 2019
Adelanto de «Serrat en la Argentina», de Tamara Smerling

23 de octubre de 2019


Joan Manuel Serrat era, en 1969, alguien casi desaliñado. Alguien que cantaba la frase “tu nombre me sabe a hierba” como si se la estuviera diciendo en secreto a quien lo escuchaba. Era un músico, un cantante de quien se decía que era un poeta, que frecuentaba los programas interminables de los sábados, en la televisión argentina, con apenas una guitarra en la mano y un puñado de canciones que recorrían el mundo de Jacques Brel aprendido desde el franquismo. Y que pintaban el retrato más ácido –y también el más tierno– de esos personajes de pueblos blancos, que espiaban tras los visillos.

Pero su historia, o, mejor, la historia de amor con la Argentina, contada con meticulosa pasión por Tamara Smerling, es a su vez otras historias. La de una época pero, sobre todo, la de un cambio notable en las maneras de escuchar y en las formas de relacionarse con la música. Las canciones de Serrat podían bailarse. Pero también debían escucharse. Como toda Gran Historia, se construye con las pequeñas historias. La de la chica que llamó por teléfono a su mejor amiga para decirle que se había enamorado, después de haberlo visto por primera vez, aún un desconocido, en la televisión; el improbable encuentro con Aníbal Troilo y Rubén Juárez, mientras empujaba su auto descompuesto hasta la vereda; los tira y afloja con los productores de la época. La historia de una voz, finalmente, contada, como se debe, a muchas voces.

A continuación un fragmento, a modo de adelanto:

Capítulo 7 – Un pañuelo bordado

1976

—Yo voy igual, Alfredo…

—Yo, a vos, no te voy a traer más, Juan. Vos sos mi artista, yo te voy a cuidar.

El clima era áspero y asfixiaba.

Alfredo Capalbo estaba preocupado: las listas negras marcaban a artistas, escritores, abogados, actores o periodistas, circulaban por las mesas de noticias, en las radios y en los canales, y se tornaba cada vez más complicado que Serrat actuara en los teatros de Buenos Aires. El último viaje a la ciudad, directamente, lo alojó en su casa: no quería correr riesgos. Ni las habitaciones del Alvear lo salvaban. Su hija, Alejandra, dejó la habitación del departamento del cuarto piso de Arenales 1446, entre Paraguay y Paraná, y se la cedió por un mes y medio a «Joan Manuel», como le gustaba llamarlo de entre casa. El living pasó a ser su nuevo cuarto. Esa Navidad, quizás en compensación, Serrat le regaló su primer vestido largo y una muñeca de Sarah Kay, y compuso también algunas de las canciones de …Para piel de manzana en su habitación.

La llegada de 1976 lo encontró, por eso, en la casa de los Capalbo. Una enfermedad del manager, aparentemente, precipitó también las cosas. Ese fin de año celebró su propio cumpleaños y, unos pocos días después, la cena de Año Nuevo. El festejo de sus 32 años fue en un local de la avenida Córdoba junto a sus amigos, como Víctor Heredia. «Serrat llegó a Buenos Aires pero como un simple turista», escribió Crónica cuando se enteró de que estaba en la ciudad. «Volveré en agosto para cantar», le dijo al periodista, al tiempo que aclaró que «solo vengo por unos días, y con el fin de visitar a unos amigos. No quería promoción por eso no hice pública mi llegada».

Las peleas entre Capalbo y Serrat comenzaron por esa época. El cantante no quería saber nada con dejar de venir a tocar: no lo amilanaban. En Uruguay ya estaba prohibido: la información llegó por un cable de la agencia ANSA. «Las actuaciones así como la difusión de sus temas a través de la radio y la televisión, de un grupo de artistas (actores, músicos y folcloristas) fueron prohibidas por “decisión superior”, según trascendió de fuentes de la Asociación Nacional de Broadcasters Uruguayos».

Serrat se paseaba por la calle Florida, y refunfuñaba. Le preguntaban a Alfredo Capalbo si ese realmente era el cantante. El jean, las zapatillas —que se calzaba como si fueran una chancleta— y la desprolijidad no hacían más que confundir a los transeúntes: se codeaban al verlo. Sin embargo, pese a su aspecto, la revista Gente publicó una nota donde comparaba cuánto ganaba Serrat en relación con Tom Jones, Francis Smith, Richard Burton, Roberto Carlos y Andy Williams: «Junto a Raphael es uno de los cantantes de España que tiene mejor cotización. Por cada actuación pide 200 mil pesetas y un porcentaje en la recaudación. Este año, en nuestro país, cobró 15 millones de pesos». Los periodistas porteños pensaban que ni Paco de Lucía —que había recorrido el país en una larga gira— ni la llegada de Paco Ibáñez, lograron opacar el éxito de Serrat, quien marcó una identificación profunda con todas las clases sociales y no solo con los intelectuales o la militancia.

La situación social y política, en tanto, se complicaba. En junio de 1975, tras una huelga general, las fábricas de Buenos Aires y Córdoba marcaban el pulso: el conflicto estaba a un paso de estallar. Isabel Martínez tuvo que hacer una última concesión y, bajo la presión de diferentes sectores, le pidió la renuncia a su protegido, el ministro José López Rega. «Insisto en la reiteración de mi renuncia a los cargos oficiales, rogándole que la acepte como un aporte patriótico tendiente a lograr la unificación de los espíritus perturbados», decía la carta del ex policía. Sobre principios de septiembre, además, el Gobierno sacó un decreto que ilegalizaba a los Montoneros: «Prohíbese el proselitismo, adoctrinamiento, difusión, requerimiento de ayuda para su sostenimiento o cualquier otra actividad que efectúe para lograr sus fines el grupo subversivo autodenominado “Montoneros”, ya sea que actúe bajo esa denominación o cualquier otra que la sustituya», decía el artículo primero. La medida era casi formal: de hecho, todas las actividades montoneras venían siendo reprimidas desde hacía más de un año. Servía, por si acaso, para incrementar con el cargo de «asociación ilícita» las penas a los detenidos. La Argentina era un hervidero y el aire se tornaba irrespirable por la espiral de violencia. La viuda de Perón tenía, finalmente, los días contados. Por eso, cuando Serrat se tomó un avión de regreso a España, pidió —por seguridad— que un grupo de periodistas lo acompañara hasta el aeropuerto. Alberto Amato, que trabajaba en la revista Antena, fue uno de los elegidos para la despedida.

El cantante se iba enojado: su representante había suspendido una serie de conciertos para presentar su nuevo disco, …Para piel de manzana, previstos para marzo y con fechas pautadas en Buenos Aires y Córdoba. La suspensión le costó, además, mucho dinero.

Ni bien subió al avión, el manager le dijo a Amato:

—Alberto, en mi mesa se puede sentar el jefe de Policía y también el jefe del ERP.

—Pero, Alfredo, eso es imposible… —le respondió, sorprendido, el periodista.

Serrat regresó a la Argentina a mediados de junio de 1976. Solo habían pasado dos meses del golpe. Iluso, le dijo a Última hora: «En agosto les estaré cantando a los argentinos». El viaje fue relámpago: solo para arreglar unos asuntos con Capalbo. «Simplemente porque estaba en Brasil, llegando de Francia, y allí me tenía que marchar a México. Así que le quité un día a Río [de Janeiro] y me vine a verlos a ustedes. El martes ya estaré en México para comenzar a trabajar»

Esa fue la última vez, por casi una década, que caminó por Buenos Aires.

***

Juan Carlos Novoa trabajaba como periodista. Había nacido en 1938 en la «República de Mataderos» donde adquirió, como mencionó uno de sus amigos, Ricardo Ragendorfer, los tres estigmas que luego lo marcaron a lo largo de toda su vida: el fútbol, Perón y el tango.5 En relación con lo primero, el fútbol, fue un hábil mediocampista en las inferiores de Nueva Chicago, aunque era hincha de Vélez. Lo segundo, un legado de su familia, se potenció durante el gobierno de Arturo Frondizi por un hecho que ocurrió en el barrio: la toma del Frigorífico Lisandro De la Torre. Lo tercero, el tango, en ese arrabal de Buenos Aires, flotaba en la calle. Novoa no disimulaba su romance por las orquestas de los años cuarenta: Juan D’ Arienzo, Carlos Di Sarli, Osvaldo Pugliese y Miguel Caló. Parecía anclado en esa época: solo era ver su estampa de milonguero mientras recitaba a Cadícamo en alguna sobremesa.

Joan Manuel Serrat y Juan Carlos Novoa se conocieron, por casualidad, por una botella de vino. Cacho trabajaba como periodista de Espectáculos en la revista Antena, durante los primeros viajes del artista a Buenos Aires.6 Había entrado como cadete, después de un paso fugaz por la Policía. Le gustaba escribir y era un gran lector de media noche que recitaba, de memoria, a Roberto Arlt o Joseph Conrad. El oficio lo aprendió con la práctica y los buenos maestros con quienes se topó frente a las máquinas. «Yo lo conocí a Joan porque le tenía que hacer una nota en un restaurante y podía elegir el vino que íbamos a tomar. Era el año 69, trabajaba en Antena y ya estaba cansado de hacerles notas a montones de artistas españoles de mala calidad, así que solo acepté porque me iban a pagar el vino más caro. Estuvimos desde la una del mediodía hasta las nueve de la noche. A él le habían hablado del Tigre y lo quería conocer, entonces fuimos con unos amigos. Nos tomamos un barquito manejado por un militar retirado que había perdido en el 63 en la batalla entre azules y colorados y quería desvincularse de eso, así que nosotros, que habíamos bebido un poco, le dijimos que todos los milicos eran una mierda. El tipo nos desembarcó inmediatamente con Serrat y todo».

Los encuentros siguieron, después, en un picado de fútbol entre un grupo de periodistas y los músicos del cantante. El aroma del arrabal y la devoción por Cadícamo, quizás, hicieron el resto. Se hicieron inseparables en las largas temporadas que Serrat pasó en Buenos Aires.

Una tarde, el catalán cantaba los primeros acordes de «Si la muerte pisa mi huerto», un tema grabado en 1970.

—Che, Nano, pero esa melodía es igualita a un tema de Vinicius de Moraes…

—Sí, es verdad, es un tema que había escuchado. No sé, me levanté una mañana, inspirado, lo escribí, y bueno, me salió igual. ¡Qué querés que le haga…! —le retrucó el cantante, enojado.

Serrat pasaba veladas en la casa de los Novoa en Mataderos y hasta se lo vio en imágenes mientras acunaba a su hijo, Rodrigo, que nació a fines de 1972. Ese mismo verano fue nombrado como su jefe de prensa y se encargó de los reportajes y las giras del artista. La campaña de la Tendencia Revolucionaria estaba en marcha y Novoa, ligado a la Juventud Peronista, lo conectó también con la militancia. El periodista, de rasgos afilados y mirada triste, tuvo también un paso, fugaz, por Descamisados. La primera vez que entró a la redacción vio las armas arriba de los escritorios y se preocupó. Unos años antes, como jefe de prensa de Leonardo Favio, había acusado directamente a los pistoleros de la masacre de Ezeiza y se la tenían jurada.8 Después, llegó el diario Noticias, donde se fogueó con Juan Gelman y Rodolfo Walsh. En 1974, mientras estaba en España, se produjo un allanamiento en la redacción y se quedó sin trabajo. «Ya es mucho culo, me voy a tener que ir de acá…», pensó.

Y lo llamó a Serrat:

—Mirá, Juan, esto no da para más… Montoneros entró en la clandestinidad, cerraron el diario Noticias, el comisario Villar nos la tiene jurada, me quedé sin trabajo, toda la protección que teníamos antes se fue al carajo.

Serrat, rápidamente, le pagó los pasajes a Barcelona y le dio trabajo en la compañía discográfica Ariola. «Cuando viajaron mi mujer y mi hijo, que en ese momento era chiquito, Serrat recordó en un recital la situación de muchos chicos que tenían que irse de su país por problemas políticos, del destierro que sufrían. Para mí fue muy emocionante porque lo decía pensando en mi hijito», unos años más tarde contó Novoa.

El primer domicilio en Barcelona que los Novoa tuvieron cuando llegaron, a mediados de 1975, fue la casa de la madre de Serrat, doña Ángeles, en un barrio muy elegante, cerca de las montañas: Vallcarca. En el colmo de las desgracias hubo una casualidad: el departamento era un piso completo en la calle República Argentina.

El momento social y político en España era complicado. La Junta Militar agitaba el golpe en la Argentina y en Madrid, pocos meses después de la llegada de los Novoa, el 20 de noviembre de 1975, murió Francisco Franco. Serrat, que estaba de gira en Caracas, Venezuela, alcanzó a descorchar una botella de cava y despertar a sus padres para darles la buena noticia en la habitación donde descansaban.

En el piso en Barcelona, el pequeño hijo de Cacho, Rodrigo, jugaba a tirar una corneta por el balcón. Su padre iba hasta abajo y la buscaba sobre la vereda. Un día, los policías de la guardia civil se peleaban con los estudiantes. Uno le alcanzó el juguete y le dijo:

—Tome, hombre, este no es momento para juegos…

Novoa trabajaba en la difusión de los discos, en pautar los reportajes o las sesiones de fotografías del artista. En Para piel de manzana quedó estampada una foto con todos los músicos que tocaron con Serrat en ese álbum: en la portada, también, estaba su amigo.

El primer cortocircuito surgió cuando Serrat le pidió que escuchara aquel disco. Después de la cima de Mediterráneo o los álbumes dedicados a Miguel Hernández o Antonio Machado, a Cacho le pareció que tenía sabor a poco:

—No, che, este disco me parece un plomo… —se sinceró el periodista. Serrat lo mandó a la mierda.

En 1977, Novoa se separó y su mujer viajó con su hijo, en barco, de regreso a Buenos Aires. Los meses pasaron y Cacho añoraba a Rodrigo. En Mataderos también habían quedado sus padres, que estaban grandes y enfermos. Cacho averiguó con Fernando Vaca Narvaja y Miguel Bonasso si estaba en alguna lista y cuando le confirmaron que no, regresó a la Argentina.

Fue poco antes del Mundial de 1978.

—Quédate tranquilo, Cachito, que si estás en alguna, te doy 24 horas de ventaja… —le dijo uno de sus viejos amigos de la Policía.

El Consejo de Guerra de España condenó a muerte a militantes del FRAP (un grupo antifranquista, de tendencia anarquista) y ETA, que fueron acusados del asesinato de un grupo de policías. En el desenlace, para asombro del mundo entero y mientras Franco agonizaba en su lecho de muerte, fueron fusilados. Serrat estaba en La Habana cuando se enteró de la noticia. Fue el 28 de septiembre de 1975 y la siguiente escala de su gira era el Distrito Federal, en México, donde lo esperaban conciertos. El presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, de manera inmediata, rompió relaciones con España. No solo decidió desconocer el gobierno de Franco: dio lugar a la Segunda República. Prohibió, además, la entrada de cualquier ciudadano español en su territorio.

La sorpresa de Serrat fue que, dos horas después de enterarse de aquellas novedades, el empresario que lo había contratado en México lo llamó para decirle:

—Oye, agárrate, porque es fuerte. Hay una orden de Presidencia de Gobierno por la que, informados que tienes que debutar en Bellas Artes, conceden autorización para que entres en el país.

El cantante pasó muy mala noche. No solo por la amargura de las muertes, también sobre qué iba a responder ante las preguntas de la prensa. Se debatió entre las posibilidades: «[O] volverme a España y de alguna manera esconder mi actitud personal contra los fusilados o aceptar la oferta, aunque sabía perfectamente que al llegar al aeropuerto de México me esperarían los canales de televisión y todos los periodistas. No podía adoptar la primera posición, porque no estaba en absoluto de acuerdo con las ejecuciones de los cinco muchachos, así que procuré imaginarme qué era lo que me iban a preguntar para saber qué tenía que responder. Me lié la manta a la cabeza y dije: “Juanito, ya veremos cuando vuelves a casa”».

Ni bien pisó el aeropuerto, los periodistas se atropellaron frente al cantante. «Declaro mi absoluto repudio a la pena de muerte y a la violencia establecida y oficial», les dijo, bien escueto, Serrat. Las repercusiones no tardaron en llegar. No solo afectaron la salida de su nuevo disco, Para piel de manzana: también produjeron la ruptura, definitiva, con su representante, Lasso de la Vega. Pero lo peor de todo fue que el gobierno de España emitió una orden de búsqueda y de captura en su contra. La declaración le valió la expulsión, lisa y llana, del Sindicato Nacional del Espectáculo y la prohibición absoluta de todas sus canciones y sus discos. Se acordó «suspender indefinidamente el visado de los contratos sindicales que presente el artista Joan Manuel Serrat hasta tanto no se retracte de las declaraciones antipatrióticas hechas en México, o manifiesta que son falsas las que los medios de comunicación internacionales le han atribuido».

Un diario local llegó a titular: «Serrat, el renegado».

El nuevo disco fue retirado del mercado poco antes de salir a la venta. Tal como había ocurrido siete años antes con el Festival de Eurovisión, se prohibió su difusión por la radio y la televisión. En algunos países de América latina —como Chile— le negaron la entrada. «Para piel de manzana es, en realidad, un disco del exilio que apenas tuvo promoción. Apareció casi bajo mano, mientras yo “gozaba” de un alejamiento forzoso, a raíz de unas declaraciones sobre los fusilamientos de 1975 (…). Pero el disco ya estaba hecho y, aunque su llegada al mercado fue casi clandestina, la grabación había resultado, en cambio, una verdadera fiesta».

Serrat quedó varado en México: «En aquel sitio uno se sentía sólido. Por eso no quise hacer tampoco giras por América. En Chile estaba Pinochet, en la Argentina eran los últimos coletazos de Isabel Perón y ya llegaban los militares, también estaban en Uruguay». La estancia duró casi un año. En el exilio, el cantante no logró componer una sola canción, pero se codeó con Luis Buñuel o Juan Rulfo.

Solo para sobreponerse a aquella situación organizó una gira en una casa rodante a la que llamaron La Gordita, donde ofreció una serie de recitales a bajo costo junto a una banda de músicos —unos diez en total—, sus mujeres y sus hijos, que vivieron en lugares de paso y moteles de bajo costo. «Espero que eso no pase más, ni por mí ni por nadie. El exilio es una de las experiencias más amargas que un hombre puede sufrir».

Serrat logró volver recién el 20 de agosto de 1976. El recibimiento en el aeropuerto de Barcelona fue multitudinario. El Tribunal de Orden Público estaba aún activo y corrió peligro de quedar detenido durante el fin de semana. «En ese momento no me importaba nada. Tanto que decidí volver a España aún antes de promulgarse la Ley de Amnistía. (…) pasé bastante tiempo sin tener domicilio fijo, viviendo de casa en casa, porque en mi casa y en la de mis padres aparecían pintadas con amenazas». Sobre el final de ese año, con la colaboración de los viejos empresarios de la Nova Cançó, inició una gira por barrios de Barcelona, que terminó en el Palacio de los Deportes, y, más tarde, en París: «Serrat als barris». La gente coreaba las viejas canciones republicanas, los versos del éxodo como «El emigrante», un antiguo lamento campesino y, claro, «Cançó de matinada». Fue uno de los momentos más emocionantes en la Cataluña del post franquismo.

Una noche llegó a dormir en el departamento de un amigo, Quico Sabaté, y se quedó casi un año. En París se dio el lujo de tocar con Georges Brassens: uno de los cantantes de sus sueños. Jorge «Cacho» Fontana lo entrevistó para un programa que estaba haciendo sobre «los niños en el mundo». El cantante acababa de llegar de México y se mostraba, feliz, por el regreso a Barcelona tras sus once meses de exilio. Las consultas de Fontana fueron en la calle, justo a la hora de salida de colegio, por lo que rápidamente un remolino de niños y niñas se apostó alrededor del cantante. El paisaje, alrededor, era gris, las calles empedradas de París.

—¿El domingo juegan River y Boca, qué pálpito tenés?

—No es cuestión de pálpito, uno es xeneize y se acabó —se rieron los dos.

—Bueno, pero lo importante es reencontrarnos, ¿cómo estás vos, Joan Manuel?

—Contento de poder estar en casa, contento de poder salir y estar aquí con los amigos en París, y poder hacer este encuentro con Moustaki y con Paco, y con vosotros también.

Joan Manuel, ¿en la Argentina siempre hay expectativa por verte?

—Uy, cuanta gente… —mira Serrat, alrededor, la maraña de chicos.

—Está bien, es un reflejo de la popularidad, mucha gente joven.

—Sí, sí, en Argentina dejé muchos amigos y espero poder recuperarlos en cualquier momento porque uno sabe que no los pierde nunca.

Serrat en la Argentina
Cincuenta años de amor y aventuras.
Escrita por: Tamara Smerling
Publicada por: Planeta
Fecha de publicación: 10/02/2019
Edición: 1a
ISBN: 978-950-49-6802-3
Disponible en: Libro de bolsillo