lunes, diciembre 16, 2019

El hombre que le habla al oído a Serrat y Sabina


El hombre que le habla al oído a Serrat y Sabina

Berny Navarro es un cofre de anécdotas: ha vivido la ebullición de la música española con el dúo trovador, además de representar a Jose Luis Perales y al ya fallecido Paco de Lucía. Conversó con ‘Viva’ en la antesala del concierto de este martes
Jorge Arturo Mora.

16/12/2019

Las anécdotas de Berny Navarro no alcanzarían para un libro. Si acaso para una enciclopedia.

El mánager español llega al país como representante de Joaquín Sabina (desde hace 22 años) y Joan Manuel Serrat (desde hace 48 años) para su concierto de este martes, en Parque Viva. Su regreso a Costa Rica lo ha hecho desempolvar algunas de las historias sobre el famoso dúo trovador que pone de cabeza al mundo.

–¿Cómo fue su primer encuentro con Serrat y Sabina? Sé que con Serrat fue como técnico de sonido, ¿no?

–Sí. Joan Manuel ya era una figura muy grande y yo venía de tocar con un grupo. Comencé haciéndole el sonido por tres años y luego me hice su mánager. La confianza y el cariño se gana con el tiempo. Con Sabina yo ya era representante de Serrat, me hicieron una llamada y nos entendimos al minuto. Es todo un lujo.

–Usted dejó una carrera como músico para convertirse en representante...

–Fue poco a poco con los años. Fui teniendo relación con los músicos y fui aprendiendo porque esta profesión no tiene universidad; aprendes en la carretera.

–¿Fue difícil dejar la vida de intérprete?

–No, yo había decidido dejar la música. No sabía qué iba a hacer, pero cuando empecé con Joan Manuel, supe que no volvería a la música.
Yo soy autodidacta, no sabía leer música y sabía que para dar el escalón había que tener conocimiento. Tuve la suerte de trabajar 33 años con Paco de Lucía, un hombre que no leía ni una partitura, pero yo, desgraciadamente, no tenía el talento de Paco de Lucía (risas).

–¿Cómo logró que los artistas le tomaran confianza?

–Es una labor de trabajo y compartir con ellos absolutamente todo lo que yo creía que se tenía que hacer. Puedo tener alguna idea, pero quien debe decidir siempre es el artista. Si no, te equivocas pronto.

–¿Hubo un momento en que sintió la confianza llegar?

–Sí, de entrada lo he tratado de plantear así, no como negocio. Ser amigo, estar muy cerca. Con Joan Manuel es evidente que, tras tantos años, es padrino de mi hijo... en fin, una relación muy familiar. Con Joaquín también la hay, pero el roce hace el cariño. Con él llevo 22 años, pero creo que hay una relación de respeto total, y querer a la gente con virtudes y defectos.

–¿Qué prima en la labor de ser mánager? ¿Ser un planificador o un consejero?

–La planificación cuando me encargan un disco o una gira. Yo me pongo manos a la obra. Por ejemplo, hay artistas que por momentos deben hacer show grandes o chicos. Eso pasa, sobre todo, con carreras tan largas como las de ellos, pero es una decisión que se toma conjuntamente. Cuando hay alguna cosa que creo que es diferente a lo que estamos pensando, lo expongo, pero prevalece el criterio del artista. Él es el que sale al escenario y es a quien vienen a ver. Él tiene sabiduría y conocimiento. Algunos dicen que nosotros (los mánagers) tenemos fama de ladrones, pero eso ni me preocupa. Yo le doy el espacio al artista.

–¿Es sencillo llegar a susurrarles al oído?

–No hace falta susurrar, se habla. Tienes un conocimiento con el paso de los años que te hace saber las propuestas que les podrían gustar. A Joaquín no le puedes pedir que baile, porque aunque tiene ritmo, debes pedirles cosas coherentes.

–¿Se puede separar al Berry amigo del Berry mánager?

–Sí, perfectamente. Manteniendo distancia. Yo voy a casa de ellos en forma personal cuando me invitan, sino trato de no molestar y estar en distancia. Si no sería terrible, pero gracias a Dios en lo personal creo que nos llevamos muy bien.

–Las relaciones tan longevas suelen traer todo tipo de sentimientos. Momentos de ira, de alegría...

–Hombre claro. Participas de los problemas mismos que ellos tienen. Si el artista tiene un problema grave, lo tienes que sufrir con él y, sobre todo, estando en gira que es mucho más duro de lo que la gente piensa. Esto no es de bromas y conocer países: hay momentos buenos y momentos menos buenos. Con el artista tienes que ser solidario.

–¿Existe algún sentimiento que predomine en su relación con ellos?

–No exactamente. Hemos tenido mucha suerte. Somos unos privilegiados porque trabajamos juntos, pero con todos es diferente. También trabajo con Perales y es un caso interesante. Ya no es tan activo en las giras porque se tomó más el tema familiar y quedarse en su casa, pero el año que viene ha anunciado la gira de despedida a sus 75 años. Hay que saber enfrentarlo.

–Usted ha visto la ebullición de la música española, ¿cómo fue para ellos sentir el cambio con la era virtual?

–No significó nada para ellos, porque tienen tanta calidad, que siguieron haciendo lo mismo que hacían antes de esos. La era digital ha ido llegando junto a ellos. En vez de grabar en una máquina con cinta, ahora todo es digital, con ciertas garantías de que suene bien. El reto ahora es combatir la piratería, pero ellos son autores y tienen una base muy adelantada. No deben mendigar canciones como otros artistas. Hacen su trabajo y disponen de un repertorio muy alto.

–Bueno, con una carrera tan larga, imagino que usted no vio venir este reencuentro...

–Este tercero no. Ellos dos se han querido mucho, y por eso fue que lo hicieron. Fue en el 2007, luego en el 2012 y ahora ellos llegaron a decirme con toda naturalidad que querían hacer gira juntos. Yo era un convencido de que ya no haríamos un tercer reencuentro, pero ha sido todo un éxito. Pensábamos solo hacerlo en América, pero abrimos cuatro conciertos en España que ya están agotados. Ahora mismo debemos llevar unos 180 conciertos y seguimos el camino.

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