PENÉLOPE
(J.M.Serrat)
Penélope,
con su bolso de piel marrón,
y sus zapatos de tacón,
y su vestido de domingo.
Penélope
se sienta en un banco en el andén
y espera que llegue el primer tren
meneando el abanico.
Dicen en el pueblo
que un caminante paró
su reloj
una tarde de primavera.
“Adiós, amor mío,
no me llores, volveré
antes que
de los sauces caigan las hojas.
Piensa en mí,
volveré a por ti…”
Pobre infeliz
se paró tu reloj infantil
una tarde plomiza de abril
cuando se fue tu amante.
Se marchitó
en tu huerto hasta la última flor.
No hay un sauce
en la Plaza Mayor para Penélope
Penélope,
tristes a fuerza de esperar
sus ojos parecen brillar
si un tren silba a lo lejos.
Penélope
uno tras otro los ve pasar,
mira sus caras, les oye hablar,
para ella son muñecos.
Dicen en el pueblo
que el caminante volvió.
La encontró
en su banco de pino verde.
La llamó: “Penélope,
mi amante fiel, mi paz,
deja ya
de tejer sueños en tu mente,
mírame,
soy tu amor, regresé”.
Le sonrió
con los ojos llenitos de ayer,
no era así su cara ni su piel.
“Tú no eres quien yo espero”
Y se quedó
con su bolso de piel marrón,
y sus zapatitos de tacón
sentada en la estación....
Sí: es Penélope espera como la auténtica, una promesa de regreso, teje sueños en su mente, como la homérica tejía para destejer el bordado odioso para los odiosos pretendientes.
Es Penélope...
Se encontró sola junto al banco vacío.
Las horas, contagiadas de eternidad, se hicieron infinitas, mientras la noche envolvía las sombras Y ella siguió acudiendo a aquella cita, el mismo día, a la misma hora, a solas con el fantasma de aquel amor.
El banco seguía allí con sus descoloridas maderas y los marcas, parecían haber permanecido inmutables, intactas, dando testimonio fiel de un amor grande, profundo pero sin embargo, vencido por una moral basada en prejuicios.
Ahora, las lágrimas de Penélope caían sobre las gastadas maderas y el viejo banco, casi podía sentirlas mojándolo con su dolor. Hubiera deseado cobrar vida en por un instante para poder abrazarlo y endulzar un poco tanta vieja amargura.
Penélope, con su bolso de piel marrón....
Me encanta esta canción, de ese amor eterno, que ella esperara...
Pero…, Serrat hace un guiño, y nos roba el happy end, quizá en un intento de robustecer dramáticamente el motivo. Esta vez nuestro autor ha desafiado al mismísimo Homero.
¡Valiente Serrat, hombre mediterráneo, al fin!....
Así como Penélope espero que su amor volvería a ella...
Se marchitó en tu huerto hasta la última flor....y espero y espero...estas son las pequeñas cosas que el amor se hace eterno como el amor de Penélope...Freyja
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