Una vida 'golpe a golpe'
Joan Manuel Serrat tiró de sus grandes clásicos en el Real Teatro de Las Cortes de San Fernando, puso al público en pie y mantuvo con él una especial complicidad desde el primer acorde
SANDRA SALAZAR
Por fin había llegado el momento. Se dirigió al mueble de madera en el que guarda sus tesoros más preciados, y sacó un disco de vinilo. Sopló el polvo del cartón y leyó: Joan Manuel Serrat, Mediterráneo. Lo compró en el año 1974, cuando sólo tenía 14 años, y desde entonces ha sido la banda sonora de buena parte de su vida. Era su gran día, vería al artista al que admiraba en su propia ciudad. Juancho salió con su mujer ayer hacia el Real Teatro de las Cortes dispuesto a intentar que su gran ídolle firmase su preciado vinilo. A las ocho de la tarde ya estaba sentado junto con su esposa en el primer piso, esperando verlo aparecer en un sencillo y acogedor escenario.
Si los conciertos de Serrat suelen tacharse de intimistas, que mejor escenario que un teatro lleno con no más de 400 personas. Una pequeña mesita con dos copas y una botella de cava, un taburete rojo acompañaron la velada. Con la tranquilidad de la madurez y el camino recorrido, el veterano cantautor se enfrentó ayer al público isleño. La voz y la guitarra del artista y el piano de Ricard Miralles arrasaron con la primera nota de Cantares. Satisfecho y sonriente con la primera batalla ganada, Serrat hizo uso de uno de los proverbios que tanto le gustan para dar la bienvenida: «Están ustedes en su casa y soy yo el que regreso a una tierra donde he sembrado cariño y recogido buenos amigos».
Comunicador, literario, filosófico y ante todo nostálgico, Serrat no perdió la oportunidad de explicar cada una de sus canciones ofreciendo un toque de humor y consiguiendo una mezcla agridulce de recuerdo y reivindicación. Tras él, una pantalla por la que desfilaron fotos de las distintas épocas del artista. El gran intérprete, poeta y músico de la canción popular española hizo un repaso por sus mejores canciones, las que han marcado historia y se han convertido con los años en himnos intergeneracionales.
Joana
«Si hubiera nacido mujer, me llamaría Joana, Joana, Joana». De esta forma, y en catalán -para no dejar de lado sus orígenes ni su tierra-, Serrat recordó a su madre y aseguró estár en deuda con todas las mujeres «que han tenido que pagar el tributo de haber cometido el error de haber nacido mujer». Un homenaje a las mujeres españolas que continúo con el recuerdo de los más pequeños de Aquellos locos bajitos, para cantar a la mala racha y conseguir el completo beneplácito del público, que no cesó de jalearle durante toda la actuación.
«Mala racha, pues a ver si pasamos esta crisis» le gritaba una señora, y él amigable no dudaba en volver a contentar con algún chiste y alguno de los proverbios de su repertorio. «Todas las cosas siempre empeoran antes de mejorar», sentenció.
Me gusta todo de tí, Tu nombre me sabe a hierba, o Aquellas pequeñas cosas fueron coreadas por la atenta audiencia. Entre una y otra, el disfrute del un público que esperaba escucharlo hablar del dinero, del amor, del tiempo y, del Mediterráneo. Fue ésta la que despertó la mayor ovación.
Acto seguido, el cantautor mostró su caballerosidad al acceder a la petición de una seguidora para que cantara Poema de amor. No dudo Serrat en reir, tomar un buche de su copa de cava y mirar a Richard y comenzar a cantar. «Las canciones arropan momentos de nuestras vidas y por eso las amamos», sentenció al final. Y volvió a recordar esta vez un proverbio griego que decía «el pájaro no canta porque sepa la respuesta, canta porque se sabe la canción».
El aniversario
Cantando a la libertad logró emocionar a más de uno en un lugar tan emblemático como el Real Teatro de las Cortes, que se rindió ayer a una de las principales estrellas que desfilarán por su escenario, con motivo de la programación del décimo aniversario de la reapertura del histórico edificio.
Allí donde los parlamentarios pusieron las bases de la Constitución española, Serrat habló de libertad y trajó al presente los acontecimientos frenéticos de la Transición española y con ellos la banda sonora de toda una época.
Y que mejor cierre podía ofrecer el catalán a la Isla, que su famosa Saeta. Con un fondo rojo Serrat cantó a la tierra que pisaba y al Cristo de los andaluces para terminar en un impactante ambiente que de cálido y cercano se volvió rotundo entre un tapiz rojo y los brazos en cruz del artista. Ante tal emotivo colofón, los vítores no cesaban en Las Cortes. Serrat se llevó las dos orejas y el público pidió otra, una despedida que como no podía ser de otra forma la dio Penélope.
«Ha sido fascinante»; «llevó oyendo a Serrat toda mi vida y poder verlo en persona ha sido un regalo»; «increíble. Ha sido mejor de lo que esperaba. De las risas, de los chistes y los proverbios he pasado a las lágrimas y el sentimiento que le ha dado a las canciones». Éstas eran las opiniones que se escuchaban a la salida del coliseo isleño. Mientras tanto, un nutrido grupo de señoras no dudó en ir a pedir un autógrafo a Joan Manuel Serrat.
En la puerta, también le esperaba Juancho con su disco de vinilo. «Ha sido fascinante. Serrat ha sido como uno más en mi vida porque le ha puesto la banda sonora. Con el conocí a mi mujer, me casé y he vivido preciosos momentos. Sería un privilegio tener el disco firmado». Y así llego la estrella, que flanqueado por sus admiradores consiguió entrar en su coche. Cuando estaba a punto de marcharse, Juancho consiguió darle el vinilo para que se lo firmase... Misión cumplida.
Recién llegado de Tucuma, Argentina, Joan Manuel Serrat ha ofrecido un total de 250 conciertos por todo el mundo, de la mano de su gira 100x100 Serrat, gracias a la cual ya ha actuado ante medio millón de personas.
El último gran tour del artista catalán comenzó 2005 y terminó en 2007. Después lo volvió a retormar en 2008 y recorrió varios países de América y España. Aún no se ha editado ningún disco de la gira, aunque aseguran, ha sido una de las mejores de los últimos años de su trayectoria.
Información de : http://www.lavozdigital.es/cadiz/
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