jueves, abril 02, 2009

Proverbios chinos


Proverbios chinos

La gira "100 x 100 Serrat" ha traído al músico catalán al Teatro Caixanova.

JUAN LUIS GARCÍA CARLÍN - VIGO

Tras su gira con Joaquín Sabina, la gira “100 x 100 Serrat” trajo al músico catalán al Teatro Caixanova. El formato de esta gira, el “más íntimo de todos cuantos ha representado” recrea sobre el escenario el ambiente de un piano bar, sin más elementos sobre el escenario que los instrumentos y una mesa de cafetería. En este clima de cercanía y confidencia Serrat se siente como pez en el agua y demuestra sus tablas a golpe de verborrea. Interpretar canciones clásicas como “Caminante”, “Lucía” o “Penélope” ya hubiera sido suficiente para convencer al público, por ser ellas parte del vocabulario sentimental de los muchos fans que anoche se dieron cita (muchos de ellos demostraron saberse de memoria gran parte de los temas). Pero los extensos monólogos “alla” Miguel Gila en los que explicaba sus traumas fruto de la expectación de su madre porque él naciera niña, la instrucción moral de su perro o su extenso repertorio de proverbios chinos, sirvieron para acabar de meterse al público en el bolsillo.

Uno de estos “proverbios” (”todo empeora antes de mejorar”) es aplicable al concierto de anoche. Si había empezado a lo grande con “Cantares”, tras el pequeño bajón en “De vez en cuando” acabó encarrilándose con el rag-time de “los fantasmas de Roxy”. Y es que en “De vez en cuando” se comprendía aquello de “nos hacen llorar cuando nadie nos ve”: en canciones cuya melodía y letra son ya de una honda carga emocional, Ricardo Miralles pulsa las teclas como si picase cebolla (esto se consigue tomando de Debussy o Ravel no más que su fototipo, lo cual es habitual en este género; “culpa” de ello la tiene también el gran Jacques Brel). El matrimonio entre Serrat y Miralles (supuesto matrimonio del que también hizo gracias el cantante) llega a su paroxismo en una versión fresca de “Mediterráneo” y en los temas de corte más cabaretístico como “La bella y el metro” (con el piano a ritmo de Talgo), “Si hubiera nacido mujer” o “La mala racha”.

Tras casi dos horas cantando, el público no quería dejar marcharse a Serrat. Éste, a petición del público, les regaló “Lucía” y “La diligencia”. Se vivió un gran espectáculo, fruto de la confabulación en Serrat entre el drama y un agudo sentido del humor.
Información de: http://www.farodevigo.es/

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