“Miguel Hernández aún es la voz de la dignidad humana”
Es el poeta que supo llevar la lírica popular a niveles muy altos, dice la doctora en Letras, Eugenia Negrín / Este año se debe recuperar su obra y figura, afirma
Adrián Figueroa
Miguel Hernández cumple el 30 de octubre el centenario de su natalicio y los homenajes, el recuerdo de su vida y la publicación de sus obras completas se suceden, pero hay que recuperar la figura del poeta que llevó la lírica popular a altos niveles y al defensor de la dignidad humana ante las injusticias, asegura la doctora en letras María Eugenia Negrín.
Conocido como el poeta-pastor, el joven de las higueras, el torero y jugador de futbol, además de pintor, “pero también como el soldado republicano inscrito en el 5º Regimiento y el hombre que murió triste en la cárcel confinado por el franquismo. Él nunca se rindió y prefirió la reclusión a negar sus ideales y participación en la lucha contra Francisco Franco”.
Esta es la voz que debemos recuperar y que está en sus cinco libros de poesía, dice Eugenia Negrín. Cuenta que aunque sus amigos —Pablo Neruda y otros, lograron conmutar la sentencia de pena de muerte por la prisión por 30 años, Miguel nunca se rindió y no confesó estar arrepentido de lo que había hecho, siempre estuvo con el puño en alto hasta que murió en el reformatorio para adultos de Alicante en 1942 a la edad de 31 años.
POESÍA
Explica la también profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM que hay una discusión incabada sobre Miguel Hernández, sobre si pertenecía a la generación del 27 a la del 36. “Pero si analizamos su obra poética, podemos decir que en las dos encaja”, afirma.
Sus poemas tienen dos etapas: la primera —dos libros, Perito en lunas y El rayo que no cesa—, muestran esos poemas que componía desde los 15 años sobre el patio de su casa, los pastores, las cabras, la huerta, la naturaleza y los paisajes. “Era una poesía muy pura con ese tipo de metáforas que llevaron a la lírica popular a altos niveles”, dice la doctora.
Con este periodo, explica Eugenia Negrín, se le puede situar en el periodo de la generación del 27. Es ahí donde escribe el célebre poema Elegía, por el fallecimiento de su amigo José Marín Gutiérrez, quien adoptó el seudónimo de Ramón Sijé.
Tras la Guerra Civil y participar activamente en el bando republicano, Eugenia Negrín cuenta que Miguel Hernández, estuvo encarcelado y ahí nació la segunda etapa del poeta. “Es la voz con una conciencia social muy arraigada, con la fuerza para denunciar las injusticias contra obreros, campesinos. Harta de los explotadores y terratenientes”.
También en esos años sufre la muerte de su primer hijo, Manuel Ramón, a quien le dedica el poema Hijo de la luz y de la sombra. Dos años después, nace Manuel Miguel, su segundo hijo, y le compone Nanas de cebolla.
Son los días donde compondrá el poemario Cancionero y romancero de ausencias, donde conjuga el lenguaje sencillo para pintar una realidad severa y cruda, pero al mismo tiempo tienen una natural comunicación con el pueblo.
Porque él fue poeta del pueblo, que supo atrapar esa lírica y sabiduría de las personas comunes y le dio una proyección colectiva, sin rebuscamiento, pero muy profunda.
Uno de sus poemas que retratan esto es Andaluces de Jaén, donde nos dice esa combinación sabia de lo popular con la voz que no se rinde.
Obras
Perito en lunas
El rayo que no cesa
Viento del pueblo
El hombre acecha
Cancionero y romancero de ausencias
Imagen e Información http://www.wawis.com.mx/
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