Miguel Hernández
´Carta abierta a Serrat´
Nuestro blogger Miguel Hernández, autor del 'Rincón del Funcionario',envía una epístola repleta de devoción al cantate catalán
MIGUEL HERNÁNDEZ La primera vez que oí hablar de usted no estaba sentado en ningún banco de un andén, ni esperando mi primer tren, aunque si que meneaba mi abanico, por estas latitudes, cuando desembarca el verano el calor suele derretir hasta el alma.
Con el paso del tiempo, al igual que miles de personas, descubrimos que preferíamos echar un buen polvo a un rapapolvos, pasear a desfilar y sobre todo, que la recompensa por acariciar el lunar de una cara era mayor que hacer cola en la pinacoteca nacional.
Incluso quería agradecerle que cuando la situación tomaba el camino equivocado nunca me quedé con las ganas de mirarlos a los ojos y decirles que entre tipos como ellos y yo había algo personal. Pero lamentablemente siguen ganando casi siempre los mismos, los desheredados no heredan, y la fuerza sigue siendo muchas veces la razón.
Y como el que no quiere la cosa, de pronto uno se escucha diciendo: zagalico, deja ya de joder con la pelota, que como rompas otra maceta tu madre va a subir las escaleras de dos en dos o de tres en tres y no te va a librar ni el Cristo de los Gitanos de la bronca que te va a caer, así que vete con tu hermana Lucía y mira a ver que quiere ese hombre que pasea en bicicleta.
Llevo años intentando añadir páginas al libro de mi vida, pero hoy, al igual que la inmensa mayoría de los días, mis musas no sólo han pasado hoy de mi, lo peor es que ni siquiera me recuerdan. Cada vez que digo mi nombre y alguien me responde: "Anda igual que el poeta", una sonrisa picarona aparece en mi interior, mientras estoy seguro que tanto él como tu os estáis descojonando de la risa con mis jodidas musas, que más que de vacaciones parece que últimamente están más tiempo en la lista del paro que haciendo su trabajo.
Ya me gustaría que mi primer amor durmiera escondida entre las cañas, hay días que ni siquiera recuerdo el último, y eso que yo también nací en el mediterráneo, pero si que llevo su luz y su olor por donde quiera que vaya, y no es menos cierto que la cebolla es escarcha, cerrada y pobre, pero también es verdad que por esos locos bajitos sangro, lucho y pervivo, y al final somos simples árboles que retoñan para seguir viendo la vida.
Aún recuerdo cuando cada año, en mi barrio de San Juan colgábamos en los balcones banderas de papel lilas, rojas y amarillas, y sobre todo revoloteábamos bajo las faldas de gentes de cien mil raleas. Y es que de vez en cuando la vida nos besa en la boca, nos pasea por las calles y es cuando uno tiene todo el derecho del mundo a ser feliz como un niño cuando sale de la escuela.
Y esta noche nos volveremos a sentar en nuestra butaca, vuestras sombras se tumbarán a mi lado, junto a la chimenea, a esperar que suba de nuevo la marea.
No creo en los ángeles, ni tampoco en la reencarnación, pero si existe, me pido ser el pirata cojo, de pata de palo y parche en el ojo y llevar en mi camarote poemas de mi tocayo, algún disco tuyo y por supuesto una botella de ron.
En recuerdo de Marcelino Camacho
Atentamente. Miguel Hernández Valverde.
Informaciòn http://www.laopiniondemurcia.es/cultura-sociedad/
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