Serrat conmueve al Baluarte con Miguel Hernández
El catalán cantó los poemas del alicantino en un auditorio lleno en el que se vivieron momentos de gran emoción
ION STEGMEIER . PAMPLONA . Domingo, 17 de octubre de 2010 - 04:00 h.
Algunas de las imágenes que se proyectaban ayer en las pantallas del Baluarte eran actuales y en color mostraban niños explotados y guerras. Y las palabras que las ilustraban, las de Miguel Hernández, eran plenamente vigentes a pesar de haber sido escritas hace más de 70 años.
Desde el momento en que salió al escenario, Joan Manuel Serrat advirtió al público que llenaba el auditorio pamplonés que se trataba de un concierto cerrado. "Es un homenaje al poeta, que reúne un manojo de poemas de Miguel Hernández. Es un concierto cerrado en el que únicamente caben poemas de Miguel Hernández. Me comprometo a un concierto de grandes éxitos en un futuro. Incluso dada la especial relación con Pamplona, podríamos llegar a un concierto de discos dedicados", bromeó el cantante.
Serrat había comenzado recitando desde las bambalinas el poema Me llamo barro ("Me llamo barro aunque Miguel me llame/Barro es mi profesión y mi destino/que mancha con su lengua cuanto lame). Fue justo antes de salir a escena entre el aplauso de un público que siguió el concierto con un gran respeto y atención, sin que se escuchara una sola tos.
Una apuesta segura
Lo cierto es que el concierto de ayer, que pertenece a la gira Hijo de la luz y de la sombra, era una apuesta segura por tres motivos: los textos del poeta de Orihuela, las notas de Serrat y las imágenes que se proyectaban en las pantallas, rodadas por importantes directores de cine, entre ellos el navarro Montxo Armendáriz.
Durante el recital se sucedieron momentos de gran emoción. Por ejemplo, cuando Serrat cantó la Elegía a Ramón Sijé(Yo quiero ser llorando el hortelano/ de la tierra que ocupas y estercolas/ compañero del alma, tan temprano) y en la pantalla se iba formando el rostro del amigo a quien Miguel Hernández dedicó estos versos. O cuando interpretó la canción que se ha convertido casi en un himno, Para la libertad(Para la libertad sangro, lucho y pervivo/Para la libertad, mis ojos y mis manos,/como un árbol carnal, generoso y cautivo,/doy a los cirujanos), un tema que fue recibido con una gran ovación y que se acompañó con las imágenes de los periódicos de la Transición. El público también agradeció composiciones como Las abarcas desiertas(Por el cinco de enero /cada enero ponía/ mi calzado cabrero/ a la ventana fría) o Si me matan, bueno(Ante la vida, sereno/ y ante la muerte, mayor;/ si me matan, bueno:/ si vivo, mejor).
Serrat alternó los temas musicados, para los que contaba con seis instrumentistas (batería, guitarra, viola, contrabajo, bajo eléctrico, piano y teclado), con partes solo recitadas, en los que el catalán hablaba solemne, bajo una luz cenital. "Dice un antiguo proverbio que las guerras son los grandes negocios de los reyes y poderosos. Tal vez. Lo que es seguro es que siempre acaban pagándolas los mismos", expresó en uno de esos momentos.
El concierto, que se prolongó durante algo más de hora y media, hasta las 21.40 horas, pasó por todos los temas habituales en Hernández:las cárceles la pobreza, el amor... Uno de los poemas que recorren todos esos sentimientos, cómo no, fue Nanas de la cebolla(La cebolla es escarcha / cerrada y pobre. /Escarcha de tus días/ y de mis noches. /Hambre y cebolla, /hielo negro y escarcha /grande y redonda). Antes de cantarla, Serrat explicó que el poema surgió cuando Hernández recibió en la cárcel una carta de su mujer, en la que le contaba que había tenido que vender la última cabra, con cuya leche alimentaba a su hijo Manuel Miguel. "Sólo queda una vieja gallina que ha cruzado toda una guerra y dos partos. Cuando la gallina deje de poner huevos, habrá que contentarse con la cebolla".
Imagen e Informaciòn http://www.diariodenavarra.es/
Desde el momento en que salió al escenario, Joan Manuel Serrat advirtió al público que llenaba el auditorio pamplonés que se trataba de un concierto cerrado. "Es un homenaje al poeta, que reúne un manojo de poemas de Miguel Hernández. Es un concierto cerrado en el que únicamente caben poemas de Miguel Hernández. Me comprometo a un concierto de grandes éxitos en un futuro. Incluso dada la especial relación con Pamplona, podríamos llegar a un concierto de discos dedicados", bromeó el cantante.
Serrat había comenzado recitando desde las bambalinas el poema Me llamo barro ("Me llamo barro aunque Miguel me llame/Barro es mi profesión y mi destino/que mancha con su lengua cuanto lame). Fue justo antes de salir a escena entre el aplauso de un público que siguió el concierto con un gran respeto y atención, sin que se escuchara una sola tos.
Una apuesta segura
Lo cierto es que el concierto de ayer, que pertenece a la gira Hijo de la luz y de la sombra, era una apuesta segura por tres motivos: los textos del poeta de Orihuela, las notas de Serrat y las imágenes que se proyectaban en las pantallas, rodadas por importantes directores de cine, entre ellos el navarro Montxo Armendáriz.
Durante el recital se sucedieron momentos de gran emoción. Por ejemplo, cuando Serrat cantó la Elegía a Ramón Sijé(Yo quiero ser llorando el hortelano/ de la tierra que ocupas y estercolas/ compañero del alma, tan temprano) y en la pantalla se iba formando el rostro del amigo a quien Miguel Hernández dedicó estos versos. O cuando interpretó la canción que se ha convertido casi en un himno, Para la libertad(Para la libertad sangro, lucho y pervivo/Para la libertad, mis ojos y mis manos,/como un árbol carnal, generoso y cautivo,/doy a los cirujanos), un tema que fue recibido con una gran ovación y que se acompañó con las imágenes de los periódicos de la Transición. El público también agradeció composiciones como Las abarcas desiertas(Por el cinco de enero /cada enero ponía/ mi calzado cabrero/ a la ventana fría) o Si me matan, bueno(Ante la vida, sereno/ y ante la muerte, mayor;/ si me matan, bueno:/ si vivo, mejor).
Serrat alternó los temas musicados, para los que contaba con seis instrumentistas (batería, guitarra, viola, contrabajo, bajo eléctrico, piano y teclado), con partes solo recitadas, en los que el catalán hablaba solemne, bajo una luz cenital. "Dice un antiguo proverbio que las guerras son los grandes negocios de los reyes y poderosos. Tal vez. Lo que es seguro es que siempre acaban pagándolas los mismos", expresó en uno de esos momentos.
El concierto, que se prolongó durante algo más de hora y media, hasta las 21.40 horas, pasó por todos los temas habituales en Hernández:las cárceles la pobreza, el amor... Uno de los poemas que recorren todos esos sentimientos, cómo no, fue Nanas de la cebolla(La cebolla es escarcha / cerrada y pobre. /Escarcha de tus días/ y de mis noches. /Hambre y cebolla, /hielo negro y escarcha /grande y redonda). Antes de cantarla, Serrat explicó que el poema surgió cuando Hernández recibió en la cárcel una carta de su mujer, en la que le contaba que había tenido que vender la última cabra, con cuya leche alimentaba a su hijo Manuel Miguel. "Sólo queda una vieja gallina que ha cruzado toda una guerra y dos partos. Cuando la gallina deje de poner huevos, habrá que contentarse con la cebolla".
Imagen e Informaciòn http://www.diariodenavarra.es/
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