Entrevista a Joan Manuel Serrat
«Miguel Hernández también nació en el Mediterráneo»
Joan Manuel Serrat acaba de editar su segundo disco monográfico con poemas de Miguel Hernández y esto es un buen motivo para conversar con él. Cualquier cosa es un buen motivo —qué les voy a contar a ustedes que ya no sepan— para conversar con él.
24/02/2010
A Serrat se le ve muy bien. Está relajado y amable, a pesar de la intensa promoción; activo, “si no pedaleo me caigo”; irónico, “no me preguntes ni por el Barça, ni por el vino, ni por Zapatero”, bromea; y extremadamente lúcido. Siempre con la palabra precisa, la respuesta correcta y la sabiduría de quien ha toreado en mil plazas. De salud muy bien “si no entramos en detalles” y con su capacidad empática intacta.
Tu primer disco sobre Miguel Hernández salió en el 72. ¿Cómo se afronta a Miguel Hernández 38 años después?
Yo no tuve que plantearme esto. Podemos hablar del resultado pero el planteamiento de cómo lo afronté no lo tengo porqué yo no buscaba hacer un disco. Yo buscaba hacer un par de canciones para complementar las del primer trabajo y hacer un bloque de Miguel Hernández conmemorando el centenario. Esto es el resultado de un trabajo, de buscar dentro de la poesía, de meterme adentro y empezar a mirar de hacer canciones. Si yo me hubiera planteado el disco sí que quizás hubiera estudiado cómo hacer el proceso, qué poema escoger, cómo moverme. Simplemente lo hice. Fui haciendo, fui consolidando y no me paré porque me lo pasaba bien, me encandilé con esta historia.
Cuando Miguel Hernández murió tenía 31 años. ¿Qué te puede enseñar a ti un muchacho de 31 años?
¡Imagínate! La edad no necesariamente te condena a no aprender. Al contrario, si alguna cosa te habría de enseñar el crecer, el hacerte mayor, es que los conocimientos son ilimitados y que lo peor que puedes hacer es poner límites al aprendizaje. Y que no necesariamente los conocimientos, ni el mundo de la sensibilidad, de la emociones pertenece a una edad ni a una experiencia determinada. Te puede enseñar un niño. Un niño te puede mostrar una cosa que él hace y elabora de una manera intuitiva y que tú tienes un velo de tiempo que te impide llegar a ello.
Miguel Hernández tiene una sensibilidad extraordinaria y levanta todo su universo poético a partir de una autenticidad y con una contundencia que realmente conmueve.
Yo recuerdo que cuando salió al mercado el primer disco sobre Miguel Hernández comentaste que te había quedado melancólico y triste.
En estos momentos no tengo esta sensación. Creo que el disco del 72 tiene cosas muy buenas, una de ellas son los arreglos de Francesc Burrull que son fantásticos, como lo son los arreglos Joan Albert Amargós en este trabajo; pero sorprenden los de Burrull porqué han pasado 38 años y se mantienen muy detrás de la puerta. Claro, la diferencia entre los dos discos es que probablemente éste es un trabajo cuyo prisma tiene muchas más facetas y mucho más coloridas. Hay mucho más color en este trabajo.
¿Y esto ha sido premeditado?
No ha salido premeditado pero tampoco lo he impedido. Las canciones ya de por sí han nacido con mucha fluidez, con mucha naturalidad, sin ahogarlas, sin ahogar el poema para extraerle el jugo.
¿Te planteaste incorporar para este trabajo los descartes del trabajo anterior?
No. No tiene sentido. Y este también tiene canciones descartadas. Pero cuando descartas canciones es porque no deben de estar. Las que no están es porque por alguna razón no me han dejado satisfecho.
Hagamos un repaso canción por canción.
1. Uno de aquellos. ¿Tú te consideras un “alma sin fronteras”?
Mi trabajo y lo que me ha enseñado mi trabajo me acerca bastante a este sentimiento. Yo sé de donde soy. Sé de donde vengo. Pero mi amor por la gente y por su diversidad es absoluto. Nada me limita.
Siempre te has definido como un latinoamericano de Barcelona
Es una forma de explicar las cosas. De decir lo integrado que me siento con América Latina y de aceptar con alegría esta relación que desde hace tantos años tengo con América.
2. Del ay al ay por el ay. Este poema habla “del ay” (el nacimiento), “al ay” (la muerte), “por el hay” (la vida), es decir, un sentimiento muy trágico de la existencia muy en la línea de Umbrío por la pena. ¿No es a veces muy tétrico Miguel Hernández?
No es tétrico. Tiene un sentido trágico de la vida pero si tú sigues su recorrido vital entiendes bastante este sentimiento. Es un hombre que va de pérdida en pérdida. Toda su vida son pérdidas. Y toda su vida es una lucha por progresar, para atrapar el conocimiento porque sabe que el conocimiento es la clave del progreso.
3. Canción del esposo soldado. Un extraordinario poema de amor (“He poblado tu vientre de amor y sementera”) en tiempos de guerra (“Es preciso matar para seguir viviendo”).
Este poema tiene algunos aspectos muy puntuales del tiempo que le toca vivir. Aunque todo se puede agarrar como una metáfora. En el fondo no hace falta matar otros individuos, se puede matar conceptos, matar lo que fuimos ayer para poder ser lo queremos ser mañana.
4. La palmera levantina. Un poema liviano de juventud.
Es una canción que le da un aire a todo el trabajo que necesita. Que no sé si lo necesita, pero creo que le va bien. Si no estuviera no pasaría nada, pero si está, está muy bien.
5. El mundo de los demás. Hay una frase muy ocurrente de Raimon que dice que cuando no le sale una letra le pide a Ausiàs March o a Salvador Espriu que se la escriba. A mí me da la sensación que le has pedido a Miguel que te escriba la letra de esta canción.
No eres la primera persona que me lo ha dicho. No te sabría decir, lo que si es cierto es que es un poema que me hubiera gustado escribir a mí.
6. Dale que dale. Una copla. Miguel Poveda. ¿Por qué Miguel?
Porque uno siempre quiere para sí lo mejor. Me planteé quién es el mejor para hacerlo y me dije: “Miguel”. Se lo pedí y aceptó. Y lo ha hecho con mucho cariño y con una gran generosidad porque cuando lo escuchas ves que la voz de Poveda es como un eco que contesta desde lejos y eso precisa de volumen muy bajo. Yo le dije: “Miguel, tu voz estará muy flojita”. Y no le importó nada y esto que parece una cosa sin importancia denota la generosidad de un artista cuando sacrifica un plano.
7. Cerca del agua. El agua, otra constante en tu obra. ¿También lo escribió para ti?
Miguel también nació en el Mediterráneo.
8. El hambre. El hambre, no como accidente sino como elemento intrínseco.
Miguel plantea de entrada el hambre por el hambre y quién genera el hambre y quién condena al hombre al hambre. Pero sobretodo él desarrolla en muchos fragmentos del poema que son los que yo he escogido preferentemente —el poema original es muy largo— el concepto del hambre como herramienta que puede hacerse servir y donde el hombre sacar lo peor de sí mismo. No tanto el hambre como resultado, sino el hambre como herramienta.
Recientemente se ha editado una biografía de Miguel Hernández que cuenta que en su juventud no pasó hambre.
El libro no es malo, no dice mentiras. Lo que pasa es que Eutimio Martín —el autor— insiste en algunas partes de lo que puede ser la biografía de Hernández. La leyenda ha hablado mucho del poeta cabrero —como si hubiera nacido entre cabras— y él no pasó hambre de pequeño porque su padre tenía un rebaño. El problema es que su padre lo condenó a la ignorancia. Miguel sólo fue dos años al colegio porque el padre lo puso a trabajar de pastor. Y un hombre progresa en la medida que progresa su conocimiento. Miguel no estuvo condenado al hambre física pero sí a un proyecto humano de pobreza.
9. Tus cartas son un vino. No puedo preguntarte por el vino.
Una carta de amor.
10. Si me matan, bueno. Otra de las frases terribles.
Esto es un fragmento de una obra de teatro que se llama “Pastor de la muerte”, escrita en el 1937 en plena Guerra Civil española. Él hace un planteamiento vital de este personaje hasta este punto de afrontar la vida, sereno ante la vida, sereno ante la muerte. “Si me matan, bueno. Si vivo, mejor”. Pero este planteamiento es el que hace la mayor parte de la Humanidad que está de alguna manera tratando de sobrevivir con sus limitaciones. No hace falta buscar al héroe, como aquel chino que puso delante de los tanques de la Plaza de Tiananmen. Piensa en el subsahariano que tiene que atravesar el mar en una barquita y te está diciendo “Si me matan, bueno. Si vivo, mejor”. Y si vas más allá, cualquier persona que tiene que bajar a una mina, o cualquier persona que tiene que viajar de punta a punta para buscar un salario “Si me matan, bueno. Si vivo, mejor”. Gran parte de la Humanidad está en estas circunstancias.
11. Las abarcas desiertas Un poema que siempre me pareció muy triste y que sin embargo tú has percibido con una música nada dramática.
Yo la percibí así, sino hubiera hecho otra música. Es un poema muy duro porque pone en crisis algo tan elemental como la justicia: depende de los zapatos que pongas en la ventana te traerán juguetes o carbón.
12. Sólo quien ama vuela. Otra vez la imposibilidad de encarcelar el alma en la línea de “tu risa me hace libre / me pone alas / soledades me quita / cárcel me arranca”.
Miguel efectivamente está en la prisión y se niega a aceptar mansamente el hecho de estar preso. Entonces él reclama el derecho de volar, pero la realidad es dura también. Él no niega la realidad pero tampoco se entrega.
13. Hijo de la luz y de la sombra. Un manual de amor.
Es el Poema Grande. La canción es un extracto del poema. Es un concepto hecho canción. El poema entero es de una gran inmensidad que yo siempre aconsejo “masticarlo” mucho porque tiene mucho jugo para extraer. Es fantástico.
“Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos”
Y es verdad. Nosotros estamos aquí como fruto de generaciones. Somos el resultado de miles y miles de seres humanos por los que hemos pasado antes de llegar aquí.
Xavier Pintanel
Director de CANCIONEROS.COM
Imagen e Información http://www.cancioneros.com/
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