Joan Manuel Serrat: “Necesito tener mi tiempo de reflexión”
Marcos Moraga L. / La Nación
Estuvo pendiente de los mineros de Atacama; no le gustó lo que dijo el Papa sobre España (“todos tenemos días malos”) y viene a mostrar su nuevo homenaje a Miguel Hernández.
Jueves 11 de noviembre de 2010 Cultura
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Leandro Chávez
Cien años hacia atrás: nace el poeta y dramaturgo español Miguel Hernández. Treinta y un años después, agonizaba en una prisión de Alicante. Y de regreso a 2010, el músico Joan Manuel Serrat vuelve a arrojarse a la obra de Hernández, esta vez con la excusa del centenario del hombre de letras y la experiencia de haberlo tributado ya en 1972. La placa más reciente recibió el nombre de “Hijo de la luz y de las sombras” y con ese trabajo llega Serrat a Chile, a presentarse en el Teatro Caupolicán en dos funciones, mañana y el sábado.
“Todos los conciertos míos son íntimos, o al menos, buscando esta comunión con la gente”, decía Serrat ayer, durante un encuentro con la prensa. La novedad, explica, llegará por los ojos: el compositor de “Mediterráneo” se asoció con una serie de cineastas ibéricos, todos reclutados para ponerles imágenes a los versos de Miguel Hernández. Esos videos serán proyectados durante el espectáculo. “Escenográficamente, es bastante distinto a otros conciertos. Porque a la palabra y la música, se les reúne la imagen de Miguel Hernández, ya que varios realizadores españoles pusieron su mirada sobre cada una de las canciones”, afirma.
“Esto parte de la propia ignorancia sobre la dificultad que implica un trabajo como éste”, agrega Serrat. “Porque de otra forma, no resultaría. Y ha sido posible gracias al cariño y generosidad de todos quienes participaron. Y sin cobrar”. Por “todos”, se refiere a 18 colaboradores, entre los cuales se cuentan Isabel Coixet (“Mi vida sin mí”), Bigas Luna (“Jamón, jamón”), José Luis Cuerda (“La lengua de las mariposas”), Montxo Armendáriz (“Secretos del corazón”).
Serrat describe la fórmula: “A todos nos une el amor que une al mundo de la cultura con Miguel Hernández”.
Hay un antes y un después de su relación con Chile, cuenta Serrat: en 1970, bajo el gobierno de Eduardo Frei Montalva, el catalán llega invitado por el entonces ministro de Educación, Máximo Pacheco. “Mi relación con el país profundizó muchísimo, que uno se implica con las personas, lugares que conoce, es una cosa que se va alimentando de a poco”, dice.
“Yo no estoy aquí para comentar el gobierno de Sebastián Piñera”, advierte luego rápido, antes de hablar de los días en que estuvo pendiente de la mina San José:
-Fue un caso totalmente conmovedor, donde vivimos un proceso que pasó de la angustia a la esperanza y este júbilo compartido de satisfacción que compartimos todos. Es un buen ejemplo para el género humano, en muchas otras cuestiones. También creo que todas las cosas deben llevar su ciclo y que en este momento lo más importante es ayudar a aquéllos que sufrieron esas circunstancias tan dramáticas. Y que puedan reconstruir su vida con tranquilidad.
La pausa, añade, es clave para todo. La pausa que no tuvo el Papa Benedicto XVI, según él, al compartir unas recientes declaraciones en que comparó la España de la Segunda República, antes de la irrupción del franquismo, con la situación actual en términos de una supuesta batalla entre laicismo y cristianismo: “Personalmente, las encuentro unas declaraciones desafortunadas, todos tenemos malos momentos para decir cosas. La España de ahora es la única que tengo”.
“Trabajo siempre sin urgencias. No me gustan. Necesito tener mi tiempo de reflexión, mis vueltas, convencerme a mí mismo antes de convencer a los demás”, agrega sobre su regreso a la poesía de Miguel Hernández: “Desde luego, iba encontrando cosas más que familiares en estos versos, que he revisado no sé si cientos de veces; así descubres una palabra que no habías escuchado lo suficiente, la intención de un verso inadvertida, vas descubriendo cosas”. Y ésa también, concluye, es la invitación para su público chileno
Imagen e Información http://www.lanacion.cl/
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