martes, marzo 01, 2011

Serrat se entregó por completo


Concierto en La Sabana fue el tercero y último que el catalán ofreció en el país

Serrat se entregó por completo

Multitudinario Aunque no existen cifras preliminares de asistencia, los organizadores calculan que hubo entre 15.000 y 20.000 almas


Melvin Molina
27/02/2011

Un Joan Manuel Serrat generoso, contador de historias, y con muchas bellas canciones en su garganta, se entregó por completo a los miles de costarricenses que ayer ocuparon La Sabana. El concierto gratuito, auspiciado por la Municipalidad de San José, fue un éxito de público.

Tal y como muchos lo suponían, el parque metropolitano vivió un llenazo: generaciones enteras fueron convocadas por la palabra cantada del catalán.

La espera para el concierto fue larga para algunos. Los más entusiastas llegaron antes del cenit, y algunas quemaduras en su piel daban fe de que así fue.

Nada como un concierto al aire libre, para ver la creatividad del tico aguardando a la hora pactada. Sillas plegables, sombrillas de gran tamaño, café en termos, botellas de vino, y algunos ingeniosos llenaron botellas plásticas de refrescos con su cerveza favorita.

El saxofonista Geovanny Escalante, acompañado por José Chepe González al piano, fueron los primeros en aparecer en el escenario, a las 5:35 p. m. . Juntos interpretaron temas como Opa opa y Sofía, ambos de la autoría de Escalante, además del clásico Blanca palidez y El manicero.

El tiempo transcurrió rápidamente, el día despidió sus últimos rayos de sol, y solo faltaba que el intérprete de ‘Lucía’ apareciera en escena.

Salió el ‘Nano’. Serrat, cariñosamente llamado el Nano, apareció a las 6:16 p. m., con el tema Hoy puede ser un gran día.

Los gritos fueron muchos, y de inmediato, las miles de gargantas de La Sabana se unieron, como un gran coro.

“Buenas noches, bienvenidos todos, ¡tanta energía! Mañana es lunes (dijo con humor), no lo digo por molestar a nadie, solamente para que guarden algo”, fueron las primeras de muchas palabras que compartió con los presentes.

Luego llegaron temas como La bella y el metro, con lo que realizó un giro significativo en el orden de las canciones, si se compara con el espectáculo que ofreció el viernes, en el Teatro Melico Salazar. Ahí sonaron primero los temas del disco Hijo de la luz y la sombra.

Un buen sonido del espectáculo permitió a los espectadores disfrutar de una presentación de calidad; era fácil disfrutar de los arreglos en el piano o el violín.

Su música mueve muchas emociones, su presencia llevó a muchas damas a gritarle piropos y hasta un ramo de flores le arrojaron a sus pies. Él las recogió respetuoso y de inmediato sonaron los primeros acordes de Llegó con tres heridas, poema musicalizado de Miguel Hernández. Tras unas palabras para recordar el centenario del natalicio de este, deleitó con Las abarcas desiertas.

Acto seguido, continuó Dale que dale, un tema en el que, vocalmente, se apoyó en sus músicos, quienes hacen de coro.

La atención sobre el ‘Nano’ era absoluta, la multitud en pie siguió cada detalle de su participación. De igual forma, no desaprovechó la oportunidad para tomarle fotos al español y uno que otro video, que seguramente en pocas horas habría subido a perfiles de Facebook o a Youtube.

Serrat también demostró que lo suyo no es solo cantar; también es un intérprete de la guitarra y solito, solo con su guitarra, cantó Tristes guerras y Menos tu vientre.

Miguel Hernández hecho canción continuaba en el repertorio de Serrat. Fue así como llegó la canción que da nombre a su disco más reciente y a su gira Hijo de la luz y de la sombra, y luego Para la libertad, tema que fue acompañado con proyecciones de imágenes de periódicos españoles de la época en que terminó el franquismo.

Gran final. Un nuevo cambió en su propuesta ahora daba espacio al tema Tarrés, de su álbum Canciones, composición que habla de su otro yo. Y aquí no solo cantó; acompañado por el cadencioso ritmo de la música, bailó con esta, o quizás con Tarrés, y ¡cuánto! lo disfruto el público.

Luego, Serrat les explicó quién es ‘Tarrés’; hizo bromas diciendo que todos tenemos un otro yo, aunque, algunos tienen hasta tres, añadió. Con tales conversaciones, este hijo de Barcelona hizo reír a la concurrencia e incluso logró que prestaran atención en completo silencio.

Tras el humor, la música otra vez. Su voz ofreció ese intenso tema que es Princesa, de su disco Sombras de la China. Fue todo un lujo escuchar esos temas, que no siempre figuran en sus repertorios.

A las 7:15 p. m. apareció el inmortal tema de Serrat: Mediterráneo, interpretado a placer por los músicos y acompañado de un coro de miles de voces, que se sabían de memoria cada verso.

Y fluyeron más y más canciones: Palabras de amor, pero, en su lengua natal: el catalán; Disculpe el señor, del disco Utopía; para esta pieza, le puso un poco de histrionismo a la interpretación. Continuó con Esos locos bajitos, tema que invitó a muchos a cantar “...que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca...”

Los minutos transcurrían, el clima fue generoso y la lluvia no se asomó por ninguna parte. Que bendición para los miles de seguidores de la música de Serrat, no así para los vendedores de capas plásticas.

Procedente de su disco Mediterráneo, Pueblo blanco también recibió esa acogida arrolladora de los espectadores.

La noche fue, sin duda, especial para el público. ¿Cómo olvidar ese 27 de febrero en que todos los presentes tomaron la palabra y sacaron, de lo más profundo, fuerzas para cantar “...caminante no hay camino, sino estelas en la mar...”,verso de Cantares.

Con esa canción, a las 7:45 p. m., pasó al frente del escenario junto a sus músicos, para despedirse.

La reverencia del artista se le devolvió convertida en un mar de aplausos. No lo dudó para corresponder al cariño de tantos espectadores, con otros temas, una seguidilla de canciones muy queridas como No hago otra cosa que pensar en ti y Señora.

Luego hizo una pausa para contar una entretenidísima historia de un profesor que lo dejó en un curso y gracias a él, decidió ser artista.

Siguió con Lucía, otro tema que no estuvo en su recital del Melico Salazar, y Penélope.

Finalmente, mandó a todos de regreso a casa con el tema Fiesta resonando en sus oídos. A las 8:30 de la noche, la canción se hizo realidad y “volvió el pobre a sus pobrezas, el rico a sus riquezas, y el señor cura a sus misas”.



Imagen e información http://www.nacion.com/

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