Luces y sombras
Por: Ángel Sánchez Harguindey
En la noche del viernes, la 2 emitió la segunda parte de su serie "Imprescindibles" dedicada a Miguel Hernández, poeta, y se confirmó lo ya sabido: cuando el contenido tiene la fuerza tan inconmesurable como es la vida y la obra de un hombre como Miguel Hernández, el continente nunca puede disminuir o acrecentar la emoción que provoca, le basta con dejar constancia de la figura homenajeada. Un buen trabajo de David Lara y Francisco Rodríguez sobre un personaje irrepetible, "imprescindible", en la cultura española del siglo XX.
No tiene sentido señalar en estas líneas la importancia de la vida y la obra del poeta, y si lo tuviera supondría una enorme incultura en quien así lo creyera. Miguel Hernández no sólo es uno de los mejores poetas del muy prolífico y excelente siglo XX español literario, es, también, un ciudadano ejemplar por su coherencia y su entrega a sus convicciones. Naturalmente, destacar la dignidad vital de un ser humano es también señalar la indignidad de quienes le persiguieron hasta provocar su temprana muerte. Quizá por ello, rendir homenaje a Miguel Hernández -y el último, por ahora, es el espléndido disco de Joan Manuel Serrat Hijo de la luz y la sombra- es también denunciar la mezquina mediocridad y la crueldad del régimen que le encarceló, le juzgó, le condenó y provocó su muerte a los 31 años de edad.
La noche del sábado, Canal + Extra, emitió el biopic Gainsbourg (Vida de un héroe), realizado en 2010 por Joann Sfar, un curioso largometraje sobre la vida y la obra de uno de los grandes provocadores de la Francia del pasado siglo. Ya el mismo título entronca con una cierta provocación. Calificar de "héroe" a Serge Gainsbourg es trastocar el concepto tradicional de lo heroico, alinearse con el personaje, el mismo que tuvo a bien grabar La Marsellesa con un grupo de jamaicanos y a ritmo de reggae, o escandalizar a los biempensantes con su Je t'eaime... mais non plus. Un personaje intenso, excesivo, pintor, músico, compositor, cantante, gran seductor y autodestructivo. Un talento que gozó de las ventajas del éxito popular, de los royalties que le producía una industria discográfica previa a la piratería y que no supo, o así lo parece, desvincular el malditismo de la creación.
Imagen e información http://blogs.elpais.com/tv-blog/2011/08/luces-y-sombras.html
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