De vez en cuando... Serrat
Mauro ApicellaLA NACION
DOMINGO 08 DE MARZO DE 2015
Antología desordenada / Espectáculo de Joan Manuel Serrat: voz y composiciones / Músicos: Ricardo Miralles (piano y dirección musical), Josep Mas "Kitflus" (teclados), Vicente Climent (batería y percusión), David Palau (guitarras) y Rai Ferrer (contrabajo) / Concierto: anteayer / Sala: Teatro Gran Rex / Próximas funciones: mañana, pasado mañana, el viernes, el sábado, 29 y 30 de marzo, 7 y 8 de abril.
Nuestra Opinión: Muy Bueno
El catalán Joan Manuel Serrat empilcha como un tipo común. Ambo negro, camisa gris, corbata oscura. Una mañana, en la zona de Tribunales, cualquiera podría confundirlo con un abogado. Y si uno anda por el microcentro, podría ver en él al gerente de una importante compañía. De ese primer golpe de vista se puede llegar a dos conclusiones. La primera: que de tantas veces que Serrat vino a la Argentina ya está mimetizado con la población local. La segunda: que no importa lo que lleve puesto cuando sube al escenario; lo que importa son las canciones y su voz. De otro modo no andaría por América latina dándose dique de los cincuenta años de carrera que acaba de cumplir.
Serrat no quiso ser novedoso al momento de pensar en un festejo. Lo habitual en estos casos es publicar un compilado con las mejores canciones y realizar una gira de actuaciones. Y eso fue lo que hizo con Antología desordenada, una selección con 50 temas. Lo que no quiso dejar de lado fue la honestidad. Porque el álbum de cuatro CD no contiene viejos registros sino las grabaciones recientes de temas de todas las épocas. ¿Por qué? Porque lo mejor de esos cincuenta años es poder contarlos y cantarlos con una voz actual y fresca, no con recuerdos. Y Serrat se puede dar ese gusto.
Anteayer comenzó la maratónica serie de conciertos que dará durante el próximo mes en el Teatro Gran Rex. Y lo que demostró fue ni más ni menos que eso. Sus canciones, en castellano y en catalán. Sus amigos (en la noche del debut fueron de la partida Celeste Carballo y Víctor Heredia). Su banda, con un par de músicos que lo acompañan desde hace décadas. Su garganta, bien timbrada y bien ubicada en la madurez de sus 71 años; cálida, a veces enérgica y otras sutil, y con esa media voz tan particular, de leves floreos en volumen de susurro. En definitiva: Serrat.
Para los que disfrutan tanto de su música como de la de Sabina, las dos giras que hicieron juntos por estadios abiertos y cerrados estaban bien para el tipo de propuesta que habían encarado. Pero volver a escuchar a Serrat en un teatro, con buen sonido, es una excelente manera de reencontrarse con su voz y sus canciones que, por momentos, son una misma cosa.
Al promediar el concierto el dato convocante deja de ser el festejo de los 50 años de carrera; el foco se corre a sus siete décadas de vida, a su presente, a ese concierto, por más que la idea que disparó la gira haya sido algo evocativo.
Serrat pudo haber tomado otras decisiones estéticas. Renovarse, actualizar su sonido gracias a los consejos de jóvenes y nuevos productores artísticos. Pero el proyecto no ameritaba asumir ese tipo de riesgos. Plantarse sobre el escenario como un contador de historias y echar mano a un sólido repertorio es lo que mejor le queda en este momento de su vida de cantautor. Incluso, los arreglos musicales, con Ricardo Miralles (un viejo conocido de sus conciertos) a cargo de las dirección musical del grupo, buscaron una atemporalidad que eximió a Serrat de sonar pretendidamente moderno o excesivamente antiguo.
El catalán tiene la suerte de que en su cancionero hay títulos que no envejecen ni suenan actuales. Tienden a acomodarse en el podio clásico del repertorio popular iberoamericano. ¿Faltan algunos? Seguramente. Pero lo que entrega en este espectáculo es para que la mayoría salga satisfecho. "De vez en cuando la vida", "Niño silvestre", "Algo personal", "Cançó de bressol", "Fa vint anys que tinc vint anys", "El sur también existe", el yupanquiano "Vendedor de yuyos", "Mediterráneo", "Romance de Curro el Palmo", "Aquellas pequeñas cosas", "Lucía", "Fiesta", "Esos locos bajitos", "Para la libertad", "Hoy puede ser un gran día", "Penélope" y "No hago otra cosa que pensar en ti", entre muchas más. Todo a la medida de un público cien por ciento fanático, al que Serrat le dio todos los gustos, incluso con varias anécdotas. ¿Demagogia? En realidad, demagogia es decir que el público local es el más maravilloso. Pero Serrat no cae en esa clase de bajezas. Todo lo que cuenta es lo que vivió cada vez que llegó a la Argentina para cantar. La primera vez fue en 1969. Desde una gira compartida con Víctor Heredia (uno de los invitados de ese primer concierto) hasta sus paseos en el Torino que le prestaba su amigo, el madrileño Miguel Gila.
Después de dos horas y media de concierto, y cuando Serrat abandona el escenario por cuarta vez y vuelve a ingresar, el público que había salido de la sala también vuelve a ingresar, como si las casi treinta canciones escuchadas no fueran suficientes o como si la película pudiera tener un final distinto que ese encuentro entre una voz, un cancionero de muy buenas obras y muchos oídos que celebran al catalán desde hace dos, tres, cuatro o cinco décadas.
http://www.lanacion.com.ar/1774299-de-vez-en-cuando-serrat
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