Serrat celebró 50 años de música con un guiño a la memoria emotiva
26-03-2015
El artista catalán presentó su material "Antología desordenada" en dos noches a pleno en Metropolitano. Garré y Narvaja, invitados de lujo.
Hay canciones que son la banda de sonido de la vida. La frase se dijo y se escribió una, diez, mil veces. Pero al hablar de Serrat, la metáfora es tan inevitable como precisa. Porque el Nano canta su "Antología desordenada" y se produce un fenómeno espejo con el público. Es que en cada melodía y en cada letra de lo que sonó la noche del martes 24 de marzo en Metropolitano hubo una antología desordenada de la historia de los que estaban allí, escuchando, disfrutando, riendo y también lagrimeando, por qué no. Con invitados de lujo como Silvina Garré y Roque Narvaja en la primera función, y Juan Carlos Baglietto, Jorge Fandermole y nuevamente Garré, en el show de anoche, Joan Manuel Serrat volvió a tocar la fibra más sensible en Rosario, la que roza la memoria, la posición ideológica contra los poderosos, la infancia, el paso del tiempo, los amores idos y por venir, y todas aquellas pequeñas cosas que siguen siendo gigantes en su voz.
Con traje oscuro y camisa gris con lunares negros, Serrat salió a escena y la ovación fue unánime. Desde los que lo miraban encandilados hasta quienes exteriorizaban su eterno romance platónico con los "Nano, te amo". Detrás suyo, una banda ajustada, que lo mejor que supo hacer fue captar el paladar fino de cada tema y acompañar, en el mejor sentido de la palabra: Josep Mas, en teclados, trató de que los vientos no se extrañen tanto; David Palau aportó el toque rockero con su guitarra eléctrica; Raui Ferrer sumó aires jazzeados con su contrabajo; Vicente Climent ratificó su calidad tras los parches y Ricard Miralles, director musical, demostró por qué es el piano que nunca debe faltar en los shows de Serrat.
"El carrusel del Furo" abrió la amplia lista de más de veinte canciones a lo largo de dos horas de show. La banda sonaba con el audio bajo y Serrat demostraba que su registro distaba de la potencia de otrora, pero habría tiempo para dar revancha. "Esta noche quiero dedicar el concierto a todas las víctimas, a los muertos, a los desaparecidos, a las madres, a las viudas, a los huérfanos, a todos los que pelearon por recuperar las libertades. Y a todos los que cada día pelean en su lucha contra la desmemoria", dijo el Nano en referencia a los 39 años del golpe de Estado en la Argentina. Y fue la previa a "De vez en cuando la vida". Recién empezaba el recital y parecía que ya estaba todo dicho.
Tras "De cartón piedra" aludió al paso del tiempo y las efemérides, en un tono jocoso, con el histrionismo a pleno, una constante. "Nadie recordará que hoy se celebran 500 años de la desembocadura del río de la Plata, o 1.000 años del nacimiento de la esposa del Rey de Aragón, pero quizá interese que se cumplen 50 años de mi primer concierto", dijo Serrat y entonó "Mi niñez".
La banda de sonido del Nano y de la gente seguía rotando. A veces con canciones en catalán como "Paraules d'amor", más comprometidas como "El sur también existe" y "Algo personal", con aires de zamba como "El vendedor de yuyos" o con vuelo de hit, como "Mediterráneo".
Uno de los grandes momentos de la noche fue cuando el Nano invitó a Roque Narvaja a cantar "Lucía". La energía siguió en alza con la presencia de Silvina Garré, pero mutó en emoción en estado puro. Juntos, de la mano y mirándose a los ojos entonaron "Es caprichoso el azar". La pantalla gigante exhibió las lágrimas de Garré en medio del tema. Llegó "Fiesta", con Narvaja, Garré y Serrat, y la noche se iba yendo.
Serrat ya había calentado la garganta y su voz lucía más plena. Se notó en sutilezas interpretativas de "Aquellas pequeñas cosas" y "Romance de Curro el Palmo", y más aún en "No hago otra cosa que pensar en ti", en tiempo de swing, y "Hoy puede ser un gran día", con base de big band.
Los bises, con público de pie al borde del escenario, trajeron la emoción de "Esos locos bajitos" y "Pueblo blanco", y el recuerdo de sus comienzos con "Cantares" y "Poema de amor". El final fue con "Bienaventurados". Podría haber hecho otro show con un repertorio distinto e igual hubiese sido inolvidable, porque faltaron "Penélope", "Para la libertad", "Señora" o "Tu nombre me sabe a hierba". Pero el del martes fue un show para guardar y llevar. Como si fuese una antología desordenada de sentimientos en forma de canción.
“Rosario representa mucho en mis afectos”
“Rosario representa mucho en mis afectos. Tengo y he tenido grandes amigos aquí y recuerdos muy hermosos”, dijo Serrat en una rueda de prensa semiexclusiva ofrecida veinte minutos antes del show del martes en Metropolitano.
Sin saco y con la misma camisa que lució en el show, el catalán respondió con la calidez de siempre, sin vueltas y mirando a los ojos. “Esta es una ciudad a la que me siento muy cercano y lamentablemente hoy no he podido caminar lo que quisiera. Esperemos que mañana (por hoy) el clima esté más amigable”, indicó entre sonrisas.
Serrat también demostró su empatía con la realidad política argentina: “Estoy muy a gusto en esta Argentina, es una Argentina que va funcionando, que va avanzando y me tiene muy pegado a su presente. A Argentina la tienen agitadas las elecciones, las candidaturas, las internas, los pactos extraños que se producen. Me parece bien que la política sea un motor de la gente en la Argentina y genere preocupación e interés por saber quiénes van a hacerse cargo de su futuro”.
Respecto de su reflexión por actuar en el Día de la Memoria, dijo: “Irremediablemente un día al año esto ocurre, esté en Rosario o en otro lugar, lo recuerdo, jamás lo celebro. Lo utilizo como un pensamiento acerca de qué tal llevo la memoria”.
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