Pequeñas cosas del Uruguay
El Auditorio del Sodre se fue colmando lentamente con un público cuya edad promedio superaba ampliamente los cincuenta años.
DIEGO FISCHERsáb mar 7 2015
La intensa lluvia que se descargó esa tarde y durante buena parte de la noche, no fue excusa para que la gente desistiera de ir a escuchar a un cantante que este año festeja sus 50 años con la música. Fue el pasado martes 3 de marzo, noche en la que Joan Manuel Serrat cerraba su ciclo de seis recitales en Montevideo. Un hombre que —según él mismo recordó— desembarcó por primera vez en Uruguay en 1969 y desde entonces (con el paréntesis que impuso la dictadura militar en la que estuvo prohibido) ha vuelto muchas veces.
Pero el martes no sólo hubo un espectáculo en el escenario, sino también en la sala toda del Sodre. Se dieron cita gentes de mil raleas; desde señoras sesentonas que le declararon a Serrat reiteradamente su amor y pedían temas, hasta hombres de la misma franja etaria que respondían con ocurrencias a los comentarios que el catalán hacía.
Serrat no oculta su edad. Su andar en el escenario algo más lento y su voz menos potente, lejos de jugarle en contra, lo obligaron a hacer pausas musicales algo más prolongadas y a entablar un diálogo con el público que creó una atmósfera de intimidad. Por momentos parecía aquel amigo que todos tenemos y que nos visita de tanto en tanto, y que tiene siempre historias graciosas e inteligentes para contar. Con una gracia de la que solo él puede hacer gala, se rió de un ataque de tos que lo obligó a interrumpir una canción y que el público respondió con un aplauso.
"Me aplauden más cuando toso que cuando canto", dijo.
Un punto alto del recital fue cuando convocó, de a uno, al escenario y cantó con ellos, a Daniel Viglietti, Fernando Cabrera, Cristina Fernández y Mauricio Ubal, para luego interpretar todos juntos Río de pájaros pintados de Aníbal Sampayo.
Pocos se dieron cuenta de que la primera dama, María Auxiliadora Delgado de Vázquez, estaba en la platea alta. Llegó diez minutos antes de que se apagaran las luces, acompañada de dos señoras más y de un escolta. Con la discreción que la caracteriza, presenció el recital y con el mismo entusiasmo que el resto del público aplaudió de pie, en varias ocasiones.
Al finalizar el concierto, se retiró con el mismo sigilo con que ingresó. En la misma platea, pero en otro anillo, el exsecretario de la Presidencia del segundo gobierno de Julio María Sanguinetti, Elías Bluth y su señora, celebraron también cada una de las canciones de Serrat. Son aquellas pequeñas cosas que solo se dan en el Uruguay y que no deben perderse.
http://www.elpais.com.uy/informacion/pequenas-cosas-uruguay.html
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