viernes, octubre 09, 2015

A Joan Manuel Serrat lo tararean hasta las piedras



A Joan Manuel Serrat lo tararean hasta las piedras

Este año presentó su Antología desordenada en sendos recitales en el Auditorio Nacional donde volvió a deleitar a miles de mexicanos. Ya repuesto de todos sus males (cáncer incluido) desplegó tal energía en sus dos conciertos que ni quien se acordara que alguna vez estuvo enfermo. En su presentaciones resulta normal que canten e interactúen, hombro con hombro, hombres y mujeres nostálgicos de otros tiempos y jóvenes deslumbrados con la música fresca y poética de sus canciones.

9-10-2015

El cantautor –de 72 años de edad, risa franca, nariz respingona y ojos de color avellana–volvió a deleitar a su público con un recital que se convirtió en un viaje por recuerdos, pueblos, poemas y deseos. El público tomó conciencia sobre la levedad de ser y el valor de las cosas sencillas de la vida.

Joan Manuel Serrat i Teresa nació en Barcelona en el barrio obrero Poble Sec. Fue el segundo hijo del lamparero Josep Serrat, un anarquista afiliado a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), y la costurera Ángeles Teresa. Estudió en escuelas confesionales de los padres escolapios hasta los 10 años de edad, cuando pasó al Instituto Mila y Fontanela de Barcelona.

En su niñez, como otros chicos de su edad, escuchaba en la radio coplas, zarzuelas y cuplés que luego cantaban su madre o las vecinas; por su parte, su progenitor lo deleitaba con emocionados relatos sobre el argentino Carlos Gardel, a quien aseguraba haber conocido durante una de las visitas del “Zorzal Criollo” a Barcelona. Serrat parecía un anfibio que nadaba entre las aguas del bilingüismo (catalán y español). Lo hizo tan bien que jamás renegaría de ninguno.

Lengua sediciosa

También solía jugar en el campo de futbol del Poble Sec, donde intercambiaba álbumes de estampas de futbolistas y soñaba con convertirse en un zaguero del Barcelona para brillar como su ídolo Ladislao Kubala, cuyas proezas escuchaba cada semana por la radio. Hoy, como millones de aficionados en el mundo, Serrat es socio del Barça y a finales de los noventa tuvo la oportunidad de cantar en el estadioNou Camp (sede del equipo) el himno de la escuadra durante los festejos de su centenario.

Pero antes de soñar con las canchas o los escenarios Serrat quería una bicicleta, según confesó a la periodista Rosa Villacastín. Se le presentaban dos grandes dificultades para tenerla: primero, resultaba incosteable para la familia y, segundo, había una aversión especial hacia las bicicletas puesto que por accidente uno de sus tíos se clavó los rayos en las piernas y quedó lisiado. Aun así se daba maña para alquilar una bici por hora y pasearse a escondidas. También practicó basquetbol, natación y era muy aficionado al automovilismo.

A los 13 años se matriculó como interno en la Universidad Laboral de Tarragona, donde terminó el bachillerato, aprendió el oficio de mecánico tornero y fresador y decidió estudiar para convertirse en perito agrícola al tiempo que formaba un cuarteto de rock con tres condiscípulos.

Realizó el servicio militar en las milicias universitarias durante su estancia en la Facultad de Ciencias Biológicas, donde obtuvo las mejores notas. También recibió de su padre un regalo que le cambió la vida: una guitarra con la que compuso sus primeras canciones con una mezcla entre la música francesa y latinoamericana y escritas en una lengua entonces menospreciada y vista como sediciosa por el régimen franquista: el catalán. Las interpretó públicamente en Radio Barcelona y tuvo tal éxito que una discográfica local le grabó un LP.

Con su segundo long play la notoriedad de Serrat se extendió a otras zonas de España pese a que no cantaba en castellano y decidió entonces dedicarse de lleno al «turbulento oficio de la música» para sufrimiento de sus padres, que veían cómo su hijo abandonaba «el prometedor futuro que le ofrecía la industria agropecuaria vendiendo tractores e insecticidas». Entre sus primeros éxitos estuvieron “Ella de dexia”, “Una guitarra”, “Ara que tinc vint anys” y “Canço de matinada”, la cual se convirtió en la primera canción no compuesta en castellano en alcanzar el número uno en las listas españolas de popularidad.

Música quemada

Sobrevino entonces el primer tropiezo público de Serrat: elegido por Televisión Española (TVE) para representar al país en el festival Eurovisión de 1968, publicó una carta abierta en la que solicitaba que se le permitiera interpretar en catalán la canción “La, la, la”. Los directivos de la televisora se negaron, lo sustituyeron por la cantante Massiel (quien ganó el primer lugar) y emprendieron una furibunda campaña de desprestigio en su contra.

Pasado el incidente, Serrat siguió adelante y grabó el disco Dedicado a Antonio Machado, poeta (1969), el primero de su carrera en español y del que se desprende una de sus canciones más memorables: “Cantares”, que recapitula la desdicha del poeta sevillano muerto exiliado en Francia a causa de la Guerra Civil española. El disco consiguió que muchos españoles vieran con respeto el trabajo de Serrat, aunque también muchos catalanes lo vieron como una “traición” —en particular los cantantes integrados al movimiento Nova Cançó (“nueva canción”), empeñado en promover el uso del catalán en la música popular— por cantar en la “lengua de la dictadura”.

Fue con este LP que la popularidad de Serrat se extendió por toda Latinoamérica, donde hoy, según el escritor uruguayo Eduardo Galeano, «hasta las piedras lo tararean». En México, por ejemplo, fue el primer español al que se le permitió cantar en el Palacio de Bellas Artes (en 1972) desde el inicio de la dictadura franquista.

Su consagración llegó con el disco Mediterráneo, que recibió una promoción inesperada cuando el cantautor acaparó espacios en la televisión española por tener un hijo (Juan Manuel o “Queco”) fuera de matrimonio con una modelo catalana.

Un escándalo mayor se desató a principios de 1975 cuando, de gira en México y enterado del fusilamiento de unos militantes del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (de extrema izquierda) por órdenes de Franco, Serrat criticó públicamente al dictador. En respuesta el gobierno español giró una orden de captura en su contra, hizo retirar del mercado su disco …para piel de manzana (recién editado) y quemarlo en la plaza pública con otras grabaciones del cantante.

Exilio y honores

Impedido de volver a España, Serrat decidió emprender una prolongada gira por México a bordo de un autobús al que bautizó “La Gordita”. Sus músicos lo acompañaron durante algún tiempo, pero al cabo varios regresaron a España, lo que generó en el cantante una gran soledad. Franco murió 10 meses después de las declaraciones de Serrat —quien no logró componer ni una canción durante su exilio— y sólo entonces se atrevió a volver a España. Fue recibido en el aeropuerto de Barcelona por una muchedumbre delirante.

En los años siguientes Serrat se consolidó como un ídolo latinoamericano. A finales de esa década se casó en secreto con María Luz Tiffón (llamada Candela por sus amigos), con quien procreó una hija de nombre María. Pero a esta alegría le sobrevino una gran tristeza: la muerte de Josep Serrat, lo que a decir del propio Joan Manuel lo «convirtió, de repente, en otro hombre». En 1986 nació Candela, la segunda hija de su matrimonio con María Luz.

Los años ochenta tampoco estuvieron exentos de polémicas para el artista, pues durante mucho tiempo no pudo presentarse en Chile por criticar la dictadura de Augusto Pinochet; tampoco quiso cantar en Argentina, en protesta por el régimen militar.

La siguiente década fue de homenajes para Serrat –16 cantantes jóvenes le dedicaron un disco de coverscon sus mejores temas y el entonces presidente Felipe González le otorgó la Encomienda al Mérito Civil debido a su aporte para la relación entre España e Iberoamérica–, quien en 1996 realizó un recital acompañado por la mayor parte de los integrantes de la Nova Canço. Al final del concierto Serrat hizo algo insólito: ordenó quemar el escenario para demostrar que el público acababa de presenciar un hecho irrepetible. También en esos años incursionó en la producción de vino en una finca de su propiedad a 25 kilómetros de la costa del Mediterráneo.

A finales de los 90 no sólo grabó el que muchos críticos consideran su mejor disco (Sombras de la China,1998), sino que emprendió por América y España la gira El gusto es nuestro en compañía de Ana Belén, Miguel Ríos y Víctor Manuel y grabó con la Orquesta Sinfónica de Barcelona otro CD, éste de cuentos infantiles, para celebrar el nacimiento de su primer nieto.

Órdenes atendidas

Sus problemas de salud comenzaron en 2001, cuando debió ingresar al hospital para atenderse un leve padecimiento cardiaco. En 2004 suspendió la gira Serrat sinfónico (también con la Orquesta Sinfónica de Barcelona) para operarse el cáncer de vejiga. De ese trance recuerda que lo más duro fue dejar de fumar y abandonar el consumo de vino, por órdenes de los médicos. Pese a su broma, prefirió dejar el alcohol antes que cambiar de doctor.

Mientras convalecía recibió una noticia que lo emocionó en extremo: en un programa de TVE su canción “Mediterráneo” fue votada como la mejor en español de los últimos 50 años. Curiosamente, al poco tiempo la prestigiada revista Rolling Stone la calificó como la mejor canción del rock pop español a pesar de que la pieza pertenece más bien al género de la trova social.

Tras colocarse de nuevo bajo el resplandor de las candilejas le llovieron los honores, entre ellos varios doctorados honoris causa otorgados por las universidades Complutense de Madrid (España), de Comahue y de Córdoba (Argentina), Autónoma de Morelos y Autónoma de Puebla (México). También recibió —al igual que el personaje principal de su canción “Tío Alberto”— el nombramiento de Caballero de la Legión de Honor de la República Francesa.

En 2007, junto al cantante Joaquín Sabina, montó el espectáculo Dos pájaros de un tiro, en el que interpretaron a dúo las mejores canciones de ambos y que tuvo un gran éxito en España y Latinoamérica. Multifacético y con más de 400 temas grabados en su haber, Serrat se mantiene vigente entre las generaciones jóvenes. Cuando le preguntan por qué empezó a cantar, responde en chanza: “Porque con la música hasta las piedras se conmueven. Además, tenía un gran éxito con las chicas y ahora siempre me dan mesa en los restaurantes”.

En sus más recientes presentaciones en el DF festejó su medio siglo en los escenarios donde no faltaron sus clásicos como “El Carrusel del Furo”, “De vez en cuando la vida”, “De cartón piedra”, “Tu nombre me sabe a hierba”, “Niño silvestre”, “Algo personal”, “Canción de cuna”, “Ara que tinc vint anys”, “Pueblo Blanco”, “Disculpe el señor” y acaso el momento más climático se dio a punto de cantar “Esos locos bajitos” pues mientras Ricard Miralles, su inseparable pianista y arreglista, daba los acordes para iniciar la pieza, parte del público empezó a contar hasta 43, el cantante escuchó con los ojos entrecerrados y sin más alardes completó: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, después vinieron más canciones, más aplausos y tres vueltas al escenario para interpretar “Pequeñas cosas”, “Cantares”, “Penélope” y seguir incrementando su leyenda.

http://contenido.com.mx/2015/10/a-joan-manuel-serrat-lo-tararean-hasta-las-piedras/

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