martes, junio 28, 2016

La carrocería, que no la carroza, de Ana Belén









La carrocería, que no la carroza, de Ana Belén

28-6-2016


Soy una joven carroza que admira la carrocería de Ana Belén. Una treintañera (larga, a mi pesar) que disfruta como una carcamal en un concierto de la musa de la Transición junto a sus tres mosqueviejos: Miguel Ríos, Víctor Manuel y Joan Manuel Serrat.

Han pasado 20 años ya de la gira 'El gusto es nuestro', que forma parte de la banda sonora de mi adolescencia. Entonces no alcanzaba la mayoría de edad para escucharles en directo. Hoy la doblo y sí, "he movido el esqueleto" (y la grazza), expresión viejunísima, al son de sus canciones, que me sé al dedillo. 

Absolutamente todos los presentes el sábado en el Palacio de los Deportes quedamos boquiabiertos con la figura y el estado de conservación de Ana Belén, que de momia no tiene nada, pero sí de Nefertiti. Isabel Preysler es una ancianita amojamada a su lado. La actriz/cantante no ha pasado por quirófano (dicen las malas lenguas que lo hizo para 'Divinas palabras'); y si lo ha hecho se ha puesto en buenísimas manos, pues no se le nota nada. Parece una señora rebuena, una 'MILF', que dirían los varones ordinarios, a golpe de buenas cremas y buenos gimnasios. Se la veía perfecta, sin un átomo de grasa, sin sujetador, sin que ninguna marca de nada... probablemente no llevaba ropa interior directamente, pero el resultado era muy elegante.

Sus brazos rivalizan en tersura con los de Isabel Tejerina, ministra de agricultura. Es probable que Ana Belén se mate a yoga y pilates, que tenga una cinta de correr en casa que usa de verdad y no de galán de noche, como hacemos otras. Pero la gran verdad es que el tiempo no pasa por ella, que va a mucho mejor desde que no se pronuncia políticamente y que e más bella con la edad que su propia hija, ¡incluso que doña Esther Doña!

He escuchado alguna vez que muchos matrimonios de la edad de mis padres han tenido ataques monumentales de celos por la existencia de Ana Belén, cuyas caderas hipnotizaban al más fiel de los maridos. Ella también ha sido esposa abnegada, el afortunado de Víctor Manuel, el único varón que se le conoce y un 'pan sin sal' aparente que ha logrado estar al lado de esta dama toda la vida. Justicia poética que Marina San José, hija de ambos, y en nómina de alguna telenovela vintage de TVE, no sea tan atractiva como su madre.Todo no podía ser.

Ana Belén ya es abuela y se atusa el pelo con delicadeza sabiéndose el luminoso objeto de deseo de varias generaciones. Hace 20 años se cortó la cabellera en plan Isabel Gemio en 'Sorpresa, sorpresa'. Hoy está mucho más guapa y es más elegante, algo que ha sido siempre, que entonces, con media melena al viento medio frita y argollas en las orejas.

Su escena tórrida en un autobús en la película 'La pasión turca' forma parte del imaginario colectivo. También sus comedias noventeras tronchantes con Juanjo Puigcorbé. Era necesario su regreso a los escenarios. Su tono de voz es especial, es el único trocito de España que no envejece y siempre queremos recordar. No le hacen falta homenajes, ni Goyas. Ella está por encima, es patrimonio nacional y sí, borremos su pasado de la Zeja.

Podría ser mi madre, de hecho mi madre es más joven que Ana Belén. Yo quiero tener ya esa edad si es garantía de estar como ella, aunque no llevo ese camino. Eso sí, con los años se es más feliz. He de aplaudir el gesto de Ana Belén, insólito entre todas las artistas, de comprarse ella misma el vestuario de la gira y no recurrir al photocall ni a la jeta máxima de otras artistas fans del gratis total. Ha escogido de momento que le hayamos vistodos monos de Alta Costura y un vestido de neopreno rosa fucsia de Tot-Hom que nadie defiende como ella. Siempre os digo que odio los monos en general, menos en Ana Belén. Los monos son para ella como los monos a Gibraltar, no molestan.

Tot-Hom es una firma que por fin no sólo viste a la Preysler, es muy chic para invitadas de boda de lujo o madrinas. La fundó en Barcelona hace años Marta Rota, a cuyo taller ha incorporado como directoras creativas a sus estilosas hijas Andrea y Alejandra Osés Rota. No perdáis de vista esta marca ni tampoco a Ana Belén, que siempre sorprende. Prefiero que nadie la investigue, de verdad. Sólo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente... Menos mal que ella y Víctor Manuel no salieron en los papeles de Panamá, no podría soportar más matrimonios míticos caídos. Quiero que su imagen permanezca en mí inmaculada forever and ever.

Queridos, me vais a permitir una licencia, que es recomendaros que conozcáis (y compréis) los zapatos que hace un buen amigo, los mocasines mexicanos de la marca Pulaa que una vez te calzas no te quitas. Estoy loca con la moda azteca, no hago más que comprarme vestidos bordados en plan Frida Kahlo. Además cubren de brazo a tobillo.

PD.- Para comentarios, consultas, loas y/o críticas podéis escribirme a beatriz.miranda@elmundo.es, a Facebook y Twitter

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