martes, agosto 23, 2016

Joan Manuel Serrat: “Yo lo que más quería en la vida era jugar en el Barcelona”


 Un argento más Comilona en lo de Caloi, con Quino y Fontanarrosa, Dolina, Menotti, Mollo, Casero y siguen las firmas.

Dos pájaros de un tiro En 2007 copó los escenarios de España y Latinoamérica con su gran amigo Joaquín Sabina.



El hombre más dulce del mundo. El que entonaba en dictaduras lo que nadie podía decir. De gira maratónica por la Argentina (festejando sus 50 años de música), el gran Nano vino a presentar su Antología desordenada y ordenó con Rumbos fantasmas, amores y agradecimientos. ¿Se sentirá un poquito argentino después de cantarnos tanto? Acá lo sabrás
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Por: JAVIER FIRPO
Foto: ARIEL GRINBERG


Con una mirada vidriosa, cargada de emoción y expectativas, Joan Manuel Serrat dice que hoy su mayor virtud es “conservar la ilusión… para lo que sea”. Que sin ella, no tendría sentido nada. “Cómo encarar semejante gira si no tengo ilusión… La ilusión es poder montarme a un escenario en cada uno de los veintipico de conciertos previstos en toda la Argentina, y poder cantarle a la gente que hace tanto me acompaña. Hoy la ilusión es todo para mí, y está por encima de la creatividad y de la voz”.

Reflexiona el Nano catalán, que es un experto en la materia. Frases jugosas, tiempista, el tono justo… Exquisito es este poeta de las pequeñas grandes cosas, el autor, cantor, trovador y agitador preferido para varias generaciones de argentinos, que ya está embarcado en un intenso tour por suelo local para celebrar cincuenta años de carrera con su Antología desordenada, con la que despliegue su arsenal de canciones inoxidables.

¿Alguna vez imaginó que iba a llegar a tanto?
Jamás lo pensé. De haberlo hecho, estoy seguro, no habría llegado a ninguna parte. En cambio, sí pensé, soñé y me imaginé como mediocampista del Barcelona y, bueno, aquí estoy, ni por aproximación.

Tomando distancia, ¿fue ésta la vida que quiso tener?
Por supuesto. Hoy, a esta altura del partido, elegí tener la vida que tengo y la tranquilidad que tengo y las hijas que tengo, en buena parte gracias a mi mujer, Candela. Quiero aclararlo, para no tener problemas en casa (sonríe pícaro). Porque allí estoy a solas con ella (arquea las cejas).

¿A los 71, por dónde pasan sus necesidades, sus prioridades?
Gracias por recordarme la edad. Bueno, como es lógico, pasan por el tiempo, por la utilidad y el aprovechamiento del tiempo. Sé que me queda poco, o no mucho, por eso quiero vivir lo más intensamente posible. Me siento fenomenal, lo aclaro… pero nunca se sabe.


UN ARGENTO MÁS

Comilona en lo de Caloi, con Quino y Fontanarrosa, Dolina, Menotti, Mollo, Casero y siguen las firmas. 


¿Cuál es la ventaja en tu caso del paso del tiempo?
Saber cómo no malgastarlo, y yo trato de evitar lo inútil y superfluo para estar más cómodo conmigo. Simplemente pretendo mantener la coherencia en el tiempo que me queda... y si es posible, un ratito destinado al fútbol, que resulta mi salvoconducto.

¿Alguna vez tuvo la sensación de inmortalidad?
Sí, varias veces. La siento, la tengo, claro, por estos días... Cuando lo pienso más de unos segundos, rápidamente sé que moriré. Yo no quiero, pero sucederá. Igual, lo que más me preocupa, más que la muerte (está muy sarcástico) es encarar este año intenso que se viene... No sé cómo lo haré, ni mucho menos, cómo llegaré al final.

¿Qué significa ser autor de clásicos imborrables, que perdurarán posiblemente para siempre?
No tengo la menor idea… Lo que sí sé es que escribir canciones es algo así como una terapia. Yo empecé a hacerlo porque sentía que tenía algo que contar, más o menos importante, no importa. Pero necesitaba un canal de expresión, de descarga que, involuntariamente, cobró un relieve impensado.

¿Cuál era la ilusión cuando escribía?
Que algún día alguien cantara esos temas. Yo escribía canciones para que tomaran forma sin saber que las iba a cantar yo. Lo maravilloso es que después de tantos años, me sigo emocionando cuando rara vez escucho una canción mía en la radio. Ya casi nadie me pasa en la radio, por eso la emoción se multiplica.

¿Usted canta en todas partes de la misma manera?
Sí, creo sí. Yo sé que canto en circunstancias distintas, pero cada vez que monto a un escenario intento dejar lo mejor, provocar el mayor interés posible y dejar toda mi vergüenza. No sabría cómo hacer para cantar a menos en algún sitio… Entiendo que para mí actuar en Nueva York sería diferente y más llamativo que hacerlo en otro lado, pero tanto un auditorio como el otro esperan lo mejor de mí.

¿Mantiene las ganas de seguir cantando?
Cantar me sigue produciendo un placer inconmensurable. El oficio de cantor me sigue pareciendo un privilegio, porque cantando ahuyento mis fantasmas. Al cantar me junto con mis sueños y me enfrento con lo que desprecio. Por eso espero cantar hasta el último minuto que me quede en este mundo, aunque sea tarareando…


DOS PÁJAROS DE UN TIRO

En 2007 copó los escenarios de España y Latinoamérica con su gran amigo Joaquín Sabina.


Querer y que me quieran
Allí está Joan Manuel respondiendo ante la prensa con ese envidiable manejo del lenguaje. El Nano es capaz de platicar de todo, con autoridad pero sin soberbia, con una tonada cautivante y una claridad envidiable. Se muestra algo vulnerable cuando revela que la necesidad de recibir el cariño del público es imprescindible, más aún en estos tiempos. “Es una prioridad sine-quanon. Yo me dedico a este oficio por la necesidad que tengo de que me digan que me quieren. Si no notara el afecto de la gente, saldría espantado. He nacido para querer, pero sobre todo para que me quieran”.

¿Es una presión para usted no llegar a crear canciones como aquellos hitos de los 60 y 70?
Más que presión, es un empuje constante que viene de algún lado no muy preciso. El problema que hay con las canciones nuevas es que siempre están sometidas al rigor de las comparaciones con los clásicos. Personalmente, no siento que la renovación atente contra el pasado de un artista. Yo no soy el mismo de aquellas décadas, me han sucedido cosas que se reflejan en el material más reciente.

¿Por qué dejó de cantar “Tu nombre me sabe a hierba”?
Vaya a saber uno por qué. No tengo una respuesta convincente. Supongo que como fue titular tantos años, alguna vez tenía que ir al banco de los suplentes (guiña un ojo).

¿Cree que uno de sus mejores versos es “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”, en “Sinceramente tuyo”?
Es uno de los que más repercusiones tuvieron por su profundidad. Es una bella licencia literaria, aunque un poco exagerada, pero bueno, es así... Lo irremediable es peor que una tristeza temporaria.

Ha musicalizado muchos versos de Antonio Machado y Miguel Hernández. ¿Qué significaron para usted?
Son dos de mis poetas fundamentales, básicamente porque les creo, son actuales y de una pluma de alta calidad. Además pienso que habrán sido buena gente. Me habría encantado tener esa virtud narrativa…

Bueno, “Las pequeñas cosas” no está nada mal. ¿Cuáles son hoy esas pequeñas cosas?
Nada pequeñas, te confieso: tener salud, poder seguir trabajando, no inspirar lástima, ver disfrutar y realizarse a la gente que está a mi lado. Comer un rico asado, ver golear al Barcelona ante el Madrid en el Bernabeu, cenar con mi mujer, mirar un programa de tele con amigos. Soy demasiado goloso.

Alguna vez se dijo que es más argentino que catalán…
Lo he escuchado y leído. No me atrevería a decir que soy argentino, pero entre nosotros (habla bajito), algo argentino me siento. A este país lo echo mucho de menos cuando no estoy. Sobre todo cuando pienso en esas achuras incomparables.

¿Se preguntó por qué lo queremos tanto en la Argentina?
Sí, claro. Y me parece que tiene que ver con que, cuando vengo a la Argentina, a cualquier ciudad de este país, yo sé dónde estoy. Trato de estar informado de lo que sucede y ganarle al desconocimiento. Me parece que es lo mínimo imprescindible para brindarme al público, a quien intento comprender. Quiero ponerme en su lugar.

Hablando de la Argentina, ¿cómo la ve políticamente?
¿No hay otra pregunta un poco más fácil? (se ríe de su respuesta). ¿Cómo la veo? En medio de un año caliente. Pero yo trato de verla desde la tolerancia. De todas formas, tengo un punto de vista personal que no tiene importancia, aunque trato de ponerme en los zapatos de otro que piense distinto. Trato de evitar ser radical y también neutral. Intento encontrar ese equilibrio a veces esquivo. Pero la Argentina es así y yo la quiero así, y trato de mantenerme lo más informado y ecuánime posible. Así las cosas.

Usted sigue alegrándole la vida a mucha gente, pero la ha pasado mal. Sufrió el exilio y padeció una enfermedad. ¿Cómo se recuperó?
El exilio de España (a partir de 1975) durante la era franquista y las prohibiciones en la Argentina y Chile me han dejado una huella de vacío y de pobreza creativa. Por suerte, México me abrió las puertas y pude recuperarme y recobrar la estima.

¿Y de su enfermedad? Usted sufrió un cáncer de vejiga en 2004. ¿Cómo salió a flote?
Cuando aparece una enfermedad grave, las dificultades asoman por todas partes. Lo que intenté hacer fue afrontarla y enfrentarla con decisión y claridad, más allá del miedo. Pero estuve bien rodeado, con buenos médicos, con mi familia y seres queridos brindándome todo su apoyo, y creo que pudimos vencer al cáncer. Por lo menos, no hay rastros de él.

¿A qué cosas hoy le dice que no?
A todo lo que de alguna manera me hace sentir infeliz, no sentirme a gusto. Hay diferentes formas de decir que no. Trato de ser educado en la medida de mis posibilidades, según el grado de indignación de la propuesta que me haga desistir o negarme a algo.

¿A quién le hubiera gustado incluir en sus “Antologías...”?
Me habría encantado grabar con Pichuco Troilo, Osvaldo Pugliese y, claro, con Mercedes Sosa.

Usted fue un sex-symbol, amado por miles de mujeres. ¿Alguna vez se angustió por ese amor que generó?
Nunca me sentí angustiado por haber atraído a tantas mujeres, si fuese cierto. A mí siempre me encanta comer, pero hay que cuidar la dieta. Y la naturaleza es tan sabia... que se encarga de racionalizar sin que se lo pidas.

Cada vez que puede, destaca en las notas y recitales la fortuna de tener la familia que tiene.
Es que soy lo que soy gracias a una familia maravillosa. Gracias a mi mujer, Candela (Tiffón), que me permitió poder formar otra familia. Qué más puedo pedir. Esta es la vida, la mujer y los hijos que elegí…Tengo suerte de estar con quien estoy y en las condiciones que estoy.

A propósito de Candela, están juntos desde 1978. ¿Cuál es la fórmula para una relación tan extensa, con una profesión tan andariega?
Porque Candela es inteligente, segura, paciente y porque tiene mucho carácter, además de que sigo muy enamorado de ella.

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