El gusto es nuestro: el gusto es de todos
Fotos y galería: Javier Martín Ruíz.
17 septiembre, 2016
Son canciones de toda una vida, la banda sonora de una época que aglutina -en un único y buen espectáculo- los últimos coletazos del franquismo, la exitosa Transición, la incipiente e ilusionante democracia, la llegada del estado del bienestar y la desilusión y el desencanto generalizado actual. Tres generaciones de españoles han cantado o tarareado unos temas que los hijos han escuchado a sus padres (y en ocasiones estos a sus abuelos), y que la mayoría siguen vigentes. Y ello pese a que sus intérpretes, y en muchos casos veces autores, ya cumplen los requisitos para convertirse en acomodados pensionistas.
Pero, a día de hoy, es imposible pensar que Ana Belén (65 años), Víctor Manuel (69), Serrat (72) y Miguel Ríos (72) adquieran esa condición de jubilados. Ni sus innumerables seguidores quieren ni ellos lo desean. Lo demuestra el propio rockero granadino quien, tras el exitoso ‘Bye bye Ríos’, se ha resistido a bajarse del todo del escenario, y entre apariciones en conciertos solidarios, homenajes y escarceos con compañeros de profesión -brutal su dúo en Las Ventas con Rosendo cantando ‘Agradecido’- sigue montado en el autobús del ‘blues’, desde donde aprovecha para reivindicar una solución a la lamentable situación ferroviaria de Granada. “Estamos en el furgón de cola”, criticó.
Pero se le ve feliz enganchado, junto a sus tres íntimos amigos, en este reencuentro con una de las giras más exitosas de la historia de la música en este país. ‘El gusto es nuestro’ es la reedición de una propuesta que hace veinte años arrasó, con más de medio millón de espectadores en 33 conciertos por toda España y Latinoamérica. En Granada, fueros dos, los días 21 y 22 de septiembre de 1996, y en ambas ocasiones el Palacio de Deportes tuvo que poner el cartel de ‘No hay billetes’. Eso estaba al alcance de muy pocos.
Dos décadas después, no ha habido tal expectación, aunque ya es una proeza llenar con más de cinco mil almas el recinto del Zaidín. Sobre todo, si se tienen en cuenta los desorbitados precios de las entradas, que desentonan con algunos de los ideales que predican a los cuatro vientos. Los conceptos de conciencia social han cambiado. Pero sus cientos de incondicionales, cuya principal queja ha sido precisamente el alto coste del acceso, les perdonan todo y han superado el mal trago con un concierto de poco más de tres horas, que ha contado con una lujosa superproducción, con grandes efectos de luces, pantallas de alta definición, una banda excelente -con la dirección del siempre admirable Ricard Miralles al piano- y un buen dúo a modo de coro que resaltan el gran repertorio de estos cuatro artistas, que son leyendas vivas de la cultura española.
Canciones muy conocidas en solitario, a dúo o cuarteto, como ‘Aquellas pequeñas cosas’, ‘Solo pienso en ti’, ‘No hago otra cosa que pensar en ti’, ‘Historias de la carretera’, ‘Bienvenidos’, ‘España camisa blanca de mi esperanza’, ‘El hombre del piano’, ‘Insurrección’ (de Manolo García), ‘El abuelo Víctor’, ‘Asturias’ ‘Cantares’, ‘Mediterráneo’, ‘Lucía’, ‘Para la libertad’, ‘Paraules d’amor’ (en su auténtica versión en catalán), ‘Lía’, ‘Derroche’, ‘Luna’, ‘Contamíname’, ‘Santa Lucía’, ‘Rock And Roll Bumerang’ y tantas otras, que deleitaron a un respetable, de amplio espectro de edad, entregado desde los acordes del tema de apertura -‘Hoy puede ser un gran día’-, y entusiasmados de tal manera que pareciera que fuera la primera vez que disfrutaban con estas cuatro voces que el tiempo ha desgastado en pureza pero que, a su vez, las ha dotado de personalidad y profesionalidad; de saber estar, y no forzar más de la necesario. Todas menos, claro, menos la de Ana Belén, que parece mantener un pacto con el diablo y por su voz no pasan los años. Ella sola fue capaz de apagar en ocasiones las de sus tres compañeros de gira.
Esa diferencia se notó aún más en los tres bises que se vieron obligados a hacer ante la insistencia del pueblo y, donde además de temas propios como ‘Esos locos bajitos’, ‘El himno de la alegría’, ‘Fiesta’ o ‘Vuelvo a Granada’, entre otros, deleitaron también con versiones de Elvis Presley, Dúo Dinámico o Tequila, para cerrar con ‘La puerta de Alcalá’. Y es que ya se había superado con creces la medianoche y resistir tanto tiempo -en realidad tantos años- ya es un mérito que puede que, incluso, les sorprenda a ellos mismos, pero que el paladar de su público saborea con la conciencia de que esta ha sido una de las últimas oportunidades de verlos sobre las tablas y así saborear con placer un reencuentro de tal calibre. Por eso, el gusto es de todos.
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