(Joan Manuel Serrat)
Tu derrota es la mía
y mi fracaso tu quebranto, mujer.
Mía es tu ruina, tuya mi agonía.
Tan solo somos un par de perdidos
que no tienen nada que perder.
Y sin embargo, o tal vez por eso,
donde más duele nos damos los besos.
A sangre y fuego,
a sangre y fuego,
te parto el alma
y me mato luego.
No tendré piedad de ti.
No tendré piedad de mí.
Morir matando,
matar muriendo,
sin piedad de ti,
sin piedad de mí.
Callejón sin salida:
así es esa malsana realidad.
Si me entregase a ti me despreciarías
y si te venzo me odiarás
y si huyo no he de verte nunca más.
Me necesitas y te necesito
como la confesión necesita al delito.
Sueño contigo,
sueño contigo,
como la muerte sueña
con alguien vivo.
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