Para piel de manzana
Libro: Serrat Cantares y huellas
Para Piel de manzana se edita en el mes de septiembre de 1975, disco teñido de malditismo porque su puesta en circulación coincidío con las declaraciones de Serrat en méxico condenado la pena de muerte impuesta en España, declaraciones que condujeron al exilio del cantautor catalán y a la retirada tajante del disco del mercado.
Las canciones terminaron cayendo en la clandestinidad siendo, como es lógico, su difusión muy limitada.
Para piel de manzana es el disco que realmente marca la transición de Serrat hacía nuevos horizontes expresivos en la forma de componer, de estructurar las canciones e incluso de escribirlas.
Nueve canciones contiene este Para piel de manzana y en ellas Serrat vuelve a recorrer el paisaje reconocible de su ciudad, estampas de la Barcelona íntima, de la ciudad vivida y recorrida palmo a palmo, paisaje urbano enraizado en su memoria barcelonesa Vía Laietana deambula la muchacha protagonista que articula el tema Piel de manzana, que arranca con dos estrofas de arte menor en las que predomina el verso pentasílabo.
A esa muchacha
que dio a morder
su piel de manzana
cuando Cupido
plantaba un nido
en cualquier ventana.
A esa muchacha
que tuvo al barrio
guardando cola
y revoloteando
como polillas
en las farolas.[...]
La protagonista es una antigua novia de Serrat llamada Antonia, a la que muy pronto se le asomó el dolor en las pupilas.
La misma a la que adule en Mi Niñez en dos intensos versos: Tenía una novia morena / que abrió a la luna mis sentidos /
jugando los juegos prohibidos / a la sombra de una higuera...
Hay algo también en este tema talante de ciertas canciones de Aznavour como la evocadora "Jolies momes de mon quartier" (Lindas chavales de mi barrio).
Piel de manzana retrata un amor de juventud, amor imposible de encuentros a escondidas, inconclusos, primavera que apenas dejó seña en la vida de estas muchachas fáciles, frivolas, que terminan zozobrando en una calle cualquiera.
Piel de manzana se pasea por estas muchachas consumidas por el tiempo, frágiles, arrastradas al naufragio como revela la última y clarificadora estrofa que clausuran las últimas notas apocadas y enormemente expresivas del piano de Ricard Millares.
Piano que cierra el tema y que lo abre con notas emocionantes que preceden a la entrada de la voz de Serrat que nos llega pagada, triste, antes de derramarse con singular expresividad cuando la canción cambia de tono y crece el lamento por el amor que no pudo cristalizar, que quedó inconcluso, perdido para siempre en la marea del recuerdo.
El invierno termina siendo la conclusión fatal de estas muchachas.
Muchachas tristes
que florecisteis
en mis aceras,
bien poco ha escrito
en vuestros cuadernos
la primavera...
...y llega el invierno.
Pag. 132-133-134
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