sábado, marzo 10, 2018

Entre lo culto y lo popular

Entre lo culto y lo popular

En la nueva gira que se apresta a emprender, Joan Manuel Serrat revisitará su mítico álbum Mediterráneo, cuyas canciones hoy forman parte de la memoria musical de todo un país y de todo un continente

Carlos Espinosa Domínguez, Aranjuez | 09/03/2018 6:35 pm

Tras llevar poco tiempo alejado de los escenarios, Joan Manuel Serrat (Barcelona, 1943) se apresta a iniciar una nueva gira que comprenderá 23 recitales. Recalará en 14 ciudades, así como en el legendario Teatro Olympia de París. Madrid, Barcelona, Bilbao, Sevilla, San Sebastián, Valencia, Logroño, Pamplona, Zaragoza son algunos de los sitios incluidos en el itinerario, que arrancará el 22 de abril en Roquetas de Mar, Almería. El día 13 de ese mismo mes, además, se pondrá a la venta un estuche con los 11 discos grabados por él en catalán. Uno segundo, que saldrá a fines de año, recogerá el resto de su discografía cantada en castellano.

La gira lleva por nombre Mediterráneo da capo, un término musical de origen italiano que significa volver al inicio. En ella, Serrat revisitará su mítico álbum de 1971, que compuso cuando aún no había cumplido los treinta años. Sus canciones hoy forman de la memoria musical de todo un país y de todo un continente, pues como ha comentado Luis García Gil, autor de varios libros sobre el cantautor catalán, Mediterráneo fue esencial para muchos latinoamericanos. En esa vuelta al inicio, su creador quiere que esos temas se escuchen con su sonido primigenio y las interpretará con los arreglos originales.

En Cuba, Mediterráneo tuvo una enorme popularidad, algo que se debió, en no poca medida, a dos hechos. Primero, a que en 1973 Serrat viajó por primera vez a la Isla y ofreció tres recordados recitales en el capitalino Teatro Karl Marx. Y segundo, a que aquel álbum tuvo una edición cubana, un privilegio que ningún otro artista extranjero había conseguido. Aquellas canciones se difundieron ampliamente por las emisoras de radio y contribuyeron a aumentar la gran aceptación que el cantautor ya disfrutaba.

Esa visita marcó el inicio de su relación con varios artistas de la Isla, entre ellos grandes pilares del movimiento de la Nueva Trova como Pablo Milanés y Silvio Rodríguez. Pero no sólo con ellos, como él mismo ha puntualizado: “Mi amistad con los artistas cubanos no se circunscribe solo a los de la trova, sino también a una gran cantidad de músicos de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Cuba es uno de los lugares en el mundo donde existe una densidad de artistas por metro cuadrado superior a la del resto de la humanidad”. En los años siguientes, Serrat volvió a Cuba en varias ocasiones, la última en 1997. Volvió a cantar en el Karl Marx. Entonces cientos de las 6 mil personas que lo fueron a escuchar hicieron cola durante varios días y algunos durmieron a las puertas del teatro para conseguir unas localidades para el concierto. A propósito de este tema, en abril debe llegar a las librerías el libro Serrat, sus huellas en Cuba (Edicions Calligraf, Barcelona, 300 páginas), escrito por Ángel Miguel Martínez Gómez.

Mediterráneo fue el octavo álbum grabado por Serrat y su primer proyecto ambicioso al margen del catalán. Antes había sacado su muy reconocido Dedicado a Antonio Machado, poeta (1969), con el cual obtuvo muy buenas críticas y un notable éxito de ventas, pese a que estaba prácticamente vetado en la radio. Esa prohibición fue el efecto inmediato de su renuncia a participar en el Festival de Eurovisión de 1968. Pidió cantar en catalán y al no permitírselo, se negó a ir. Por otro lado, en 1970 formó parte del grupo de 300 intelectuales, clérigos y artistas que se encerraron en el monasterio de Montserrat, en protesta por el consejo de guerra seguido en Burgos contra dieciséis miembros de ETA. Era, pues, una etapa complicada de su vida.

Cansado de esas presiones, Serrat emprendió una gira de cinco meses por Latinoamérica, donde fue compensado con el calor y el cariño del público. A su regreso a España, decidió encerrarse a componer. Para la edición mexicana del disco escribió: “Mediterráneo es un puñado de canciones que se escribieron entre agosto y noviembre de 1971 en Calella de Palafrugell (Girona), Fuenterrabía (Guipúzcoa) y Cala d’Or (Mallorca). Siempre junto al mar”. Y además ha recordado que cuando lo acabó, “no sabía ni lo que había hecho. Era una época de mucha fluidez en el trabajo y de muy buen resultado de las canciones. Pero no me podía imaginar que iba a ser el éxito que fue, menos viniendo después de un disco tan poderoso como el de Machado, que fue récord de ventas”.

En especial, esos temas surgieron de su estancia en el Batlle, un antiguo hotel de Calella de Palafrugell, un hermoso y tranquilo rincón de la Costa Brava que no había recibido el acoso del turismo. De hecho, era el sitio tradicional de veraneo de muchos escritores, intelectuales y artistas. Ese trocito de Mediterráneo fue el paisaje que le inspiró las canciones que pasaron a integrar el nuevo álbum. Unas composiciones que constituyen la esencia del mejor Serrat, y en las cuales se resumen su lírica, sus grandes temas, su estilo de vida, sus anhelos y su búsqueda personal como cantautor. Fue además un trabajo en el que culminó una etapa brillante, intensa y desbordante de su trayectoria.

Pese a la falta de apoyo de los medios, se vendió muy bien

Serrat ha contado que para el título del tema que presta su nombre al álbum consideró otras opciones: Amo el mar, Hijo del Mediterráneo. Comentó también que las primeras personas que lo escucharon fueron Tomás y Rosa, el matrimonio dueño del Hotel Batlle. Mediterráneo se grabó en los estudios Fonit-Cetra de Milán, debido a la falta de calidad de los estudios españoles. La otra posibilidad, Londres, tenía el inconveniente de su costoso alquiler. Tuvieron que hacer todo en cinco días: grabar las bases, las cuerdas, la voz y mezclar. En total, el disco incluía diez temas: Mediterráneo, Aquellas pequeñas cosas, La mujer que yo quiero, Pueblo blanco, Tío Alberto, Qué va a ser de ti,Lucía, Vagabundear, Barquito de papel y Vencidos. Esta última es la única cuya letra no fue compuesta por él, sino que se basa en un poema de León Felipe.

Los arreglos fueron hechos por Juan Carlos Calderón, Gian Piero Reverberi y Antoni Ros-Marbá. Los dos primeros se encargaron además de la dirección musical. Calderón era uno de los compositores y productores de más talento, y específicamente la canción Mediterráneo le debe mucho a su arreglo. Algo que se advierte ya desde la espectacular introducción jazzística. Él ha contado que el tema le llegó muy desnudo, y que ideó un complicado ritmo para la base, un seis por cuatro. “Inventé una base muy interesante con batería, percusión y bajo que no se había hecho hasta entonces. Ese arreglo me costó muchísimo, pero soy un hombre de retos. El ritmo de Mediterráneo ha sido patrón para otros después”. La portada del álbum la diseñó Enric Satué. Este utilizó una foto de Serrat tomada por Colita, que aparece superpuesta sobre una imagen del mar.

Mediterráneo salió a la venta en los primeros meses de 1971. Contó con escaso apoyo de los medios públicos, algo previsible debido a la antipatía que las autoridades franquistas sentían por su creador y por su música. No le habían perdonado su plantón a representar a España en Eurovisión, ni tampoco su encierro en el monasterio de Montserrat. Pese a la poca promoción, el disco se vendió muy bien. Estuvo durante varias semanas en el número 1 y casi un año entre los diez más vendidos. Todo un récord que hasta entonces ningún álbum había conseguido en España. Para Serrat, Mediterráneo significó la consagración definitiva, tras la crisis existencial por la cual había pasado. Y dentro de la música popular española quedó como uno de sus hitos más importantes.

Joaquín Sabina, quien ha compartido escenarios con Serrat, ha elogiado su capacidad para “estar entre lo culto y lo popular, pegársete al corazón sin ser cursi, una dignidad que no había en los otros lados”. En sus más de cincuenta años que lleva escribiendo música, Serrat ha alcanzado un altísimo nivel de calidad. En su discografía hay varias obras notables. Pero con Mediterráneo logró su álbum más unánimemente reconocido y que contiene varios de sus temas más populares. Son diez composiciones perfectas, en las que su creador demuestra la plena madurez a la cual había llegado en Dedicado a Antonio Machado, poeta. Poseen un perfecto equilibrio entre letra y música y varias de ellas ostentan la categoría de clásicos: Mediterráneo, Lucía, Aquellas pequeñas cosas, La mujer que yo quiero, Tío Alberto, Barquito de papel…

En buena medida, Mediterráneo es un álbum retrospectivo e intimista, en el cual su creador dirige la vista hacia adentro. Eso se advierte con mayor nitidez en temas como Lucía, “la más bella historia de amor que tuve y tendré”. Con sublime melancolía, en esa hermosa balada canta al amor perdido e imposible de olvidar: “No hay nada más bello/ que lo que nunca he tenido./ Nada más amado que lo que perdí./ Perdóname si hoy busco en la arena/ esa luna llena que arañaba el mar”. Está también esa preciosa joya de apenas 2 minutos que es Aquellas pequeñas cosas. Un poema evocativo de enorme belleza nostálgica y capacidad evocadora, en el cual Serrat habla de la añoranza por las cosas que el tiempo nos arrebata y que no renunciamos a perder. Sin olvidar Barquito de papel, de claras reminiscencias autobiográficas.

Tío Alberto pertenece a la galería de retratos de personajes, a la que pertenecen canciones como Manuel, La tieta, Romance de Curro el Palmo, La Carmeta. En esa canción Serrat rinde homenaje a Alberto Puig Palau, empresario y mecenas del arte, quien fue una figura legendaria y emblemática de la gauche divine catalana. Juerguista, guapo, inquieto, seductor, inteligente y generoso, el cantautor dejó de él una entrañable evocación: “El vaso de mi juventud/ yo lo levanto a tu salud,/ rey del sueño y la quimera./ Tío Alberto…/ Qué suerte tienes, cochino./ En el final del camino/ te esperó la sombra fresca/ de una piel dulce de veinte años,/ donde olvidar los desengaños/ de diez lustros de amor,/ Tío Alberto”.

Hizo que el Mediterráneo se convirtiera en el mar de todos

Aunque no incluye canciones explícitamente políticas, el álbum supuso otro desafío al régimen franquista con sus inequívocos aires libertarios. Sin embargo, la enorme popularidad que disfrutaba su autor lo convertía en una figura poco menos que intocable. ve levantó mucha polémica cuando salió el disco. A la burguesía del tardofranquismo lo molestó la imagen que se daba de ella. Serrat se limitó a expresar: “Yo me limito a exponer un hecho. Porque estoy seguro que el noventa por ciento de las chicas que se casan en España, lo hacen, entre otros motivos, por vivir fuera de su casa paterna. Es un problema de muy difícil solución. Creo que lo mejor es plantearlo. La decisión final depende de cada uno. O de cada una”.

Durante la Guerra Civil, Belchite, el pueblo natal de su madre, fue arrasado. Aquel enfrentamiento bélico aparece de algún modo representado en Vencidos, en donde el sentimiento de soledad y de derrota está dado a través de una de las figuras literarias más consustancialmente españolas: la de Don Quijote. La voz de Serrat se pone más grave en Pueblo blanco, tema en el cual el paso de la guerra adquiere un reflejo más angustioso. El que allí se pinta es un cuadro desolador en el que no hay cabida para la esperanza: “Escapad, gente tierna,/ que esta tierra está enferma./ Y no esperéis mañana/ lo que no te dio ayer./ Toma tu mula, tu hembra y tu arreo./ Sigue el camino del pueblo hebreo/ y busca otra luna./ Tal vez mañana sonría la fortuna./ Y si te toca llorar,/ es mejor frente al mar”.

El mar para Serrat representa la tranquilidad, el hogar, la paz y, sobre todo, la libertad. Así lo plasma en Mediterráneo, un tema que hizo que ese mar se convirtiera en el de todos. Es una canción de ritmo contagioso que transmite una gran afirmación vital, y que en España adquirió el rango de himno extraoficial. De todas sus composiciones, es probablemente la que todos conocen. Niños y mayores saben su letra y la tararean, pues es una obra atemporal que trasciende las generaciones. Su belleza es tan apabullante, que uno le pasa por alto la minucia sintáctica de la falta de concordancia en “me gusta el juego y el vino”.

Acerca de esa canción, su autor comentó: “Mediterráneo lo que es realmente es una canción muy querida por la gente y que forma parte de la memoria sentimental de varias generaciones. Ya salió elegida en una votación popular que se hizo hace dos años en Televisión Española y resulta que la gente más especializada cae ahora en el mismo pecado. Bueno, algo tendrá el agua cuando la bendicen, pero si yo tuviera que elegir una canción elegiría otra. No se me ocurriría elegir una canción mía”.

El año pasado, esa composición se convirtió en el himno del Gran concierto para las personas refugiadas, celebrado en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Fue organizado a beneficio de organizaciones y ONG que se ocupan de ayudar a los refugiados. Esa nueva versión fue grabada por más de veinte artistas, entre los que estaban Sidonie, Estopa, Antonio Orozco, Shuarma, Els Amics de les Arts, Pablo López, Gossos, Marina Rossell, Eléctrica Dharma, Joana Serrat, Santi Balmes, Jofre Bardagí, Gemma Humet. Un año antes, Serrat grabó Mediterráneo en un video para denunciar las miles de muertes de los inmigrantes que fallecen ahogados en el Mare Nostrum. “El Mediterráneo que inspiró esta canción queda muy lejos de este donde hoy las gentes se dejan la vida tratando de ponerla a salvo de la guerra”, declaró entonces.

La otra canción que describe al Serrat de aquellos años es Vagabundear: “No me siento extranjero en ningún lugar./ Donde haya lumbre y vino tengo mi hogar./ Y para no olvidarme de lo que fui./ mi patria y mi guitarra las llevo en mí./ Una es fuerte y es fiel./ La otra un papel (…) Es hermoso partir sin decir adiós,/ serena la mirada, firme la voz./ Si de veras me buscas, me encontrarás./ Es muy largo el camino para mirar atrás./ Qué más da aquí o allá”. De nuevo se define como un espíritu amante de la libertad, que gusta respirar el aire puro de la mañana marina, que no se aferra a nada y disfruta vagabundear por el solo placer de sentirse libre.

En el año 2004, en el programa de Televisión Española Nuestra mejor canción fue elegida por votación popular Mediterráneo. Dos años después, la edición española de la revista Rolling Stone convocó a 150 críticos para seleccionar la mejor canción del pop español, y nuevamente la escogida fue la composición de Serrat (en el mismo ranking aparecían también, en otros puestos, Aquellas pequeñas cosas y La mujer que yo quiero). El público y los especialistas coincidieron así en situarla en el lugar más alto.

En el volumen que la colección Los Juglares, de Ediciones Júcar, dedicó al cantautor catalán, el novelista Manuel Vázquez Montalbán escribió que “el Serrat de siempre está en Mediterráneo. Y esta personalidad, inexplicable sin esa tierra que cautiva a sus muertos, sin esa tierra de postguerra en la que nació, sin aquel barrio agridulce, sin su niñez agridulce, sin esa obligación casi histórica de pregonar la libertad de amar y huir, ya permanece incorporada, a través de sus letras y sus músicas, a la conciencia de pueblos que, a uno y otro lado del Ebro, Serrat ha intentado poner en una difícil comunicación”.


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