Serrat inundó Riojaforum de aires mediterráneos y nostalgia
LA BRÚJULA, lunes 21-05-2018
Escribe: CHEMA MAESTRE
Vaya por delante que nunca he sido un fan devoto de Serrat más allá de su canciones más populares, e incluso he de reconocer que he escuchado más las versiones que otros artistas han hecho de sus canciones que las del propio intérprete, pero “Mediterráneo” es un disco transcendental para varios generaciones y parece ser que ese reclamo sirvió para llenar el auditórium, que desde hace tres meses estaba con el aforo completo.
Un medley instrumental dio paso al artista, que como no podía ser de otra forma, arrancó su actuación con la mítica “Mediterráneo”. El popular tema, de cuya publicación se cumplen 47 años, le ha servido de excusa para realizar una gira con la que pretende volver al principio, que es lo que significa en italiano el término musical “da capo”, y aunque no fue su primer álbum, es sin dudarlo el más popular.
«Es un trabajo crucial en mi vida y en mi carrera. Alguien podría pensar que hubiese sido más correcto haber esperado a celebrar los cincuenta. ¡Para esperar estoy yo! Además, podría haber ocurrido también el factor añadido de que a uno le empieza a faltar el aliento para soplar las velitas y he preferido ser prudente y anticipar los acontecimientos", bromeó el cantante.
A continuación, en perfecto desorden el resto de canciones del “LP”, ironizando sobre cómo cambian los tiempos en cuanto a formatos musicales, “Qué va a ser de ti”, "Vagabundear", "Barquito de papel" y "Pueblo Blanco". Una breve introducción sobre la persona de Alberto Puig Palau sirvió para interpretar "Tío Alberto", apelativo puesto por sus protegidos gitanos, el industrial barcelonés, estrella del Bocaccio, y presente en forma del taburete rojo que le acompaña en todas sus actuaciones.
“La mujer que yo quiero” sirvió para presentar al sexteto de músicos que le acompañan, Josep Mas Kitflus (teclados), David Palau (guitarra), Vicente Climent (batería), Tomás Merlo (bajo), Uxia Amargós (viola) y como director musical Ricard Miralles (piano), el principal arreglista del cantautor y con el que, pese alguna etapa de distanciamiento, le une una larga y fructífera relación profesional, y que curiosamente no figuró en el elenco de arreglistas de “Mediterráneo”.
Tras “Lucía”, que desató los primeros bravos, llegó “Vencidos” el único poema musicado por Serrat de León Felipe, pese a ser uno de sus poetas preferidos, y que nos sumerge en el espíritu de Don Quijote. Con “Aquellas pequeñas cosas” y una nueva inmersión en “Mediterráneo” cerró la primera parte del concierto ante un público puesto en pie y con el que se dio el capricho de sacar las canciones de su mítico álbum a pasear.
Se atrevió con el francés en “La mer” para continuar con una intimista “La Luna” y alabar al satélite como complemento natural del mar. A ritmo de swing “Algo personal”, que dio paso a los versos de Machado, “Cantares”, y puso al público en pie y a cantar “verso a verso”. Una emotiva “Plany al mar” sirvió para recordar a las miles de mujeres y hombres que pagan con su vida el intento de una vida mejor y han convertido el mar en un sarcófago. Luego vinieron “Disculpe el señor” tan actual como el primer día, y una versión de la mítica copla “Tatuaje”. Los versos de Miguel Hernández sonaron con “Menos tu vientre” y “Para la libertad”, no podía faltar “Penélope” y el chute de optimismo que supone “Hoy puede ser un gran día”. Sin abandonar el escenario, entonó “Esos locos bajitos”, esa fábula sobre la infancia y la dificultad de ser padre, continuo con “Fiesta”, para terminar, esta vez sí, con “No hago otra cosa que pensar en ti”.
Serrat sonó perfecto, las canciones elegidas para el setlist del concierto suponen un resumen de lo mejor de su carrera. Aunque cincuenta años dan para muchos versos y muchas canciones, no deja de ser sorprendente que todas pertenecían a discos anteriores a 1985. Quizá la elección menos acertada, para mi gusto, fue la versión de “Tatuaje”, personalmente hubiera preferido el “Romance de Curro el Palmo”. El escenario, demasiado minimalista, dejaba un gran espacio abierto para que pudiera moverse a sus anchas y atreverse a dar algunos pasos de baile, se complementaba con una tela blanca simulando las alas abiertas de una gaviota y donde se iban proyectando imágenes relacionadas con las canciones.
Pero esto es poner peros a un concierto redondo, donde el público que acudió a Riojaforum sabía a lo que iba y lo que se iba a encontrar y disfrutó sin reparos de las casi dos horas y media de actuación
Texto y Fotos: Chema Maestre
http://www.labrujulacalahorra.com/noticia_detalle.php?recordID=36365
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