sábado, julio 07, 2018

El Mediterráneo de Serrat inundó Peralada

El Mediterráneo de Serrat inundó Peralada

El cantautor triunfó por todo lo alto ante las gradas abarrotadas del festival

MIQUEL JURADO
Barcelona 7 JUL 2018 

En su primer amarre en tierras catalanas el nuevo espectáculo de Serrat triunfó por todo lo alto ante las gradas abarrotadas de Peralada. Un triunfo apoteósico conseguido a base de una sutil y lúcida manipulación de la nostalgia que transformó un puñado de canciones con cuarenta y siete años a sus espaldas en un poderoso misil de total actualidad.


Especialistas y aficionados coinciden al escoger Mediterráneo como el mejor disco de la historia del pop hispano. Puede que alguien lo discuta pero tras el concierto del viernes nadie se atreverá a negar que no ha pasado el tiempo sobre aquel plástico que nos sorprendió en 1971. Sus diez canciones, es decir todas, suenan frescas, rotundas y siguen emocionando como la primera vez que las escuchamos. ¿Qué otro disco soporta ser interpretado al completo medio siglo después sin arrancar ni un solo bostezo?

Serrat ha regresado al mar de su juventud, y de la nuestra, cantando todas y cada una de las canciones del mítico disco, solo ha cambiado el orden. Nuevos arreglos que desafían al tiempo y que calan hondo sobre los que se mostró pletórico de voz y de poderío escénico.

El escenario también desafiaba al tiempo recuperando la gran vela blanca que Fabià Puigserver diseñara en 1984 para la gira que se plasmó en el doble disco En directo. Claro que las diapositivas que entonces se proyectaban sobre ella se han transformado en vídeos impactantes de gran belleza plástica que llenan de sugerencias cada canción.

Rodeado de un grupo de músicos tan fieles como efectivos y un sonido de lujo, Serrat, traje oscuro sin corbata, guitarra en mano, inició la velada, no podía ser de otra manera, con Mediterráneo e inmediatamente quiso dedicar el concierto a la recientemente desparecida Carme Mateu, alma del certamen: “He actuado dieciocho veces en el festival y es la primera que no está ella”, comentó con un emoción.

En las gradas expectantes y entregadas se había congregado un público de lo más variado, desde el lujo colorista de la nocturnidad ampurdanesa hasta atuendos recién llegados de la playa (más, eso sí, de los primeros que de los segundos) y un puñado de políticos de todos los colores, desde Manuel Valls hasta Jaume Collboni, dejándose ver y, sobre todo, haciendo cola al acabar el concierto para hacerse la foto de rigor con el cantante.

Y Mediterráneo discurrió entero entre la euforia de los asistentes no ya por reencontrarse con viejas canciones sino por reencontrarse con ellos mismos. Repitió Mediterráneo para cerrar esa primera mitad y siguió vagando por ese mismo mar. Habló de Ítaca, de los cadáveres de tantos migrantes o de las montañas de plástico que llenan su fondo. Recordó que el Atlántico y el resto de océanos no son más que afluentes del Mediterráneo y se balanceó entre la alegría de La mer de Charles Trenet (cantada en francés) y la descarnada realidad de Plany al mar o el marinero hermoso y rubio con un corazón tatuado en el pecho por el que lloraba doña Concha Piquer en Tatuaje.

Cantó a León Felipe, Manuel Machado y Miguel Hernández, fue hasta su orígenes musicales con M’en vaig a peu y personales con Cançó de bressol. En ese punto recordó su ascendencia charnega: “Me reconozco en la cultura de mi padre y en la de mi madre. Me siento muy agradecido con la vida que me ha hecho mestizo”. Y muchos aplaudieron. Incendió el auditorio con Cantares, Para la libertad, Pare, Temps era temps y remató la jugada exaltando los ánimos ya exaltados con Hoy puede ser un gran día y Fiesta.

El concierto había concluido, dos horas y cuarto intensas y emotivas, pero faltaba Paraules d’amor y el público no paró hasta conseguirla y la cantó en coro con el del Poble Sec.


https://elpais.com/ccaa/2018/07/07/catalunya/1530963436_827264.html

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