Joan Manuel Serrat se lució con la presentación en Rosario
Foto: La Capital
Octubre 17, 2018
El catalán presentó anoche “Mediterráneo da Capo” a lleno total en Metropolitano. Y demostró que el romance con su público está intacto.
El show en Metropolitano arrancó con puntualidad y sensibilidad mediterránea. Los seis músicos fueron armando el clima con las melodías de algunos de los temas icónicos de aquel disco de 1971, que sigue cumpliendo años pero no envejece nunca.
Serrat salió a escena con traje oscuro y camisa sin corbata y entonó “Mediterráneo”. Detrás suyo, una escenografía que simulaba la vela de un barco cumplía dos funciones. Por un lado era la tela donde se reflejaban las imágenes de todo el show, pero además, y lo más importante, era el soporte conceptual de un show que tendría al mar como leit motiv.
El catalán no respetó el orden del disco “Mediterráneo”, pero a nadie le importó. Eso sí, las diez canciones fueron navegando sobre ese mar imaginario, que no sólo lo vio nacer, sino que también le fue dando letra para hacer estas melodías inolvidables. No sólo para él, sino también para la gente, que no paró de vivarlo, de gritarle “te amo”, de ovacionarlo de pie, pero, por sobre todo, de agradecerle. Porque esas canciones acompañaron ni más ni menos las emociones, buenas y malas, de sus vidas.
Así, mientras Serrat iba regulando dignamente el aire, sobre todo en algunos finales agudos, iban pasando “Qué va a ser de tí”, “Vagabundear”, la emotiva “Barquito de papel” y “Pueblo blanco”, una de las más ovacionadas de ese segmento.
Uno de los momentos más divertidos fue cuando habló de los manchegos famosos. Ahí citó al futbolista del Barcelona Andrés Iniesta, a Sarita Montiel, al cineasta Pedro Almodóvar, y claro, todo para llegar a ese guerrero de mil batallas: Don Quijote de la Mancha. Fue la previa de “Vencidos”, quizá, injustamente, el único tema sin destino de hit de “Mediterráneo”.
Tras un cierre con otra revisita al tema que da título al disco homenajeado, Serrat inició una segunda parte en la que nunca dejó de hacerle guiños al mar. Por eso no extrañó que, luego de jugar con las palabras y con el origen masculino o femenino de el mar y la mar, se animó a entonar en catalán “La mer”. El público, a esa altura estaba entregado a su seducción. Y más aún cuando hizo cantar a la gente el estribillo de “Cantares”, aquel poema insuperable de Antonio Machado.
El Serrat contestatario también mostró lo suyo con “Algo personal”, con la base musical de un grupo que emulaba a una big band, y algún que otro agregado en la letra para aggiornarse a los tiempos que corren. El ida y vuelta fue inmediato y la ovación no se hizo esperar.
Cuando el show iba llegando a su fin seguirían llegando más canciones de esas que todos quieren escuchar. Así, en otro homenaje a las mujeres “a quienes les he dedicado muchas de mis canciones”, entonó “Penélope”.
Miguel Hernández también tendría su momento cumbre, de una sintonía poética de altísimo vuelo. Fue con “Para la libertad”. Ya llegaba el final y Serrat demostraba una entereza a prueba de balas, y hasta sorteó las entonaciones más exigidas gracias a un acertado arreglo, del cual el responsable no es otro que el eterno Ricard Miralles, director musical y pianista.
“Hoy puede ser un gran día” fue la metáfora del cierre antes de los bises. Porque no hay dudas de que, para los que colmaron Metropolitano, el 16 de octubre fue un gran día. Serrat, a quien se lo vio lagrimear después de “Lucía”, seguramente vivió este show como pocos. Porque esas lágrimas también se fueron navegando en su mar de canciones.
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