lunes, marzo 25, 2019

La marea del Mediterráneo alcanza Bogotá de la mano de Serrat





La marea del Mediterráneo alcanza Bogotá de la mano de Serrat

Por EFE
25 mar 2019

Hasta los 2.600 metros de Bogotá llegó este domingo la marea del Mediterráneo a bordo del barquito de papel musical que dedicó Joan Manuel Serrat al mar que le vio nacer y con el que navegó de nuevo hasta los inicios de su carrera.

En un ambiente tal vez más íntimo del habitual como el del Teatro Jorge Eliécer Gaitán de la capital colombiana, Serrat a modo de Ulises, recorrió todas las canciones de su octavo disco, el que publicó en 1971 y que le permitió saltar el charco atlántico.

Con la luz y olor del mar que lleva por donde quiera que va, el cantautor barcelonés comenzó su concierto "Mediterráneo da capo" por todo lo alto con la canción que da nombre al disco que hoy rememora y que puso en pie de inmediato a una audiencia que calentó previamente con un popurrí orquestal.

En cuanto tuvo ocasión, explicó a la audiencia que puede que alguno "piense que hubiera sido más correcto esperar a los 50" años del disco para celebrarlo.

Sin embargo, pidió celebrar siempre que tengan ocasión y agregó que tal vez vuelva cuando "Mediterráneo" cumpla el medio siglo.

Aunque se muestra como una especie de Odiseo incombustible a sus 75 años, es evidente que la altura de Bogotá y la edad le pasan factura y condicionan en buena medida su puesta en escena.

Sin embargo, la energía de un público ya entregado antes de comenzar compensa con creces y a coros a un Serrat que devolvió el agradecimiento.

Tal vez por ello y como ha hecho en otros conciertos de su gira, alteró un poco el orden original de las canciones del disco y regaló a los oídos de su audiencia "Qué va a ser de ti" en segundo lugar.

No faltó espacio para la crítica: "Desde sus orillas pobres tratan de cruzarlo para llegar a las orillas ricas donde va a encontrar una alambrada", criticó.

Por eso, aseguró que los políticos han convertido el Mediterráneo en "un sarcófago" y una "llanura de plásticos".

No cabe duda de que el Serrat de 75 años debe escuchar esa letra de un padre que pregunta a su hija qué va a ser de ella lejos de casa muy diferente al Joan Manuel que la escribió a los apenas 27.

Sin embargo, poco efecto tiene la edad de la canción sobre una audiencia que a continuación tarareó su "harto de estar harto, ya me cansé" con la que abre "Vagabundear" el más ilustre difusor de la lengua catalana, un idioma que en Bogotá también tuvo su momento de gloria.

Serrat fue posteriormente desgranando el resto de canciones que el público esperaba y que componen un disco que envejece como el buen vino y ya está considerado entre los más importantes compuestos en lengua española.

Entre tanto, dejó espacio para el humor y llegó a afirmar que "todos los océanos del mundo no son otra cosa que afluentes" de su mar.

El "Nano", como conocen a Serrat sus más allegados, deshojó sobre las tablas del Jorge Eliécer Gaitán "Barquito de papel", "Pueblo blanco", "Tío Alberto", "La mujer que yo quiero" o "Lucía", todas las canciones que firmó hace casi medio siglo.

Dejó hueco, como no podía hacer de otra forma, para "Vencidos", el único de los temas del trabajo de 1971 cuya letra no compuso, sino que basó en un poema del español León Felipe.

Serrat fue posteriormente desgranando el resto de canciones que el público esperaba y que componen un disco que envejece como el buen vino y ya está considerado entre los más importantes compuestos en lengua española.

Entre tanto, dejó espacio para el humor y llegó a afirmar que "todos los océanos del mundo no son otra cosa que afluentes" de su mar.

Tras poner a pasear por la manchega llanura a la figura de Don Quijote echó el cierre a su repaso al disco con "Aquellas pequeñas cosas" y un nuevo "Mediterráneo" que sonó ya como si las olas de ese mar se hubieran encaramado a la cordillera andina.

Sin embargo, y tal y como el público sospechaba, se dejó para el final un repaso de sus canciones más repetidas y alejadas de "Mediterráneo" que la audiencia le reclama cada noche.

El cariño de sus fanáticos se mostró cuando una de ellas le llevó un regalo y una gorra de Venezuela que no dudó en ponerse en varias ocasiones.

Bogotá no es su Ciudad de México, pero en la capital colombiana apenas tiene que sonar el primer acorde de "Para la libertad", "Hoy puede ser un gran día", "Penélope" o "No hago otra cosa que pensar en ti", para que la audiencia le siga.

Hasta los 2.600 metros de Bogotá llegó este domingo la marea del Mediterráneo a bordo del barquito de papel musical que dedicó Joan Manuel Serrat al mar que le vio nacer y con el que navegó de nuevo hasta los inicios de su carrera.

En un ambiente tal vez más íntimo del habitual como el del Teatro Jorge Eliécer Gaitán de la capital colombiana, Serrat a modo de Ulises, recorrió todas las canciones de su octavo disco, el que publicó en 1971 y que le permitió saltar el charco atlántico.

Con la luz y olor del mar que lleva por donde quiera que va, el cantautor barcelonés comenzó su concierto "Mediterráneo da capo" por todo lo alto con la canción que da nombre al disco que hoy rememora y que puso en pie de inmediato a una audiencia que calentó previamente con un popurrí orquestal.

En cuanto tuvo ocasión, explicó a la audiencia que puede que alguno "piense que hubiera sido más correcto esperar a los 50" años del disco para celebrarlo.

Sin embargo, pidió celebrar siempre que tengan ocasión y agregó que tal vez vuelva cuando "Mediterráneo" cumpla el medio siglo.

Aunque se muestra como una especie de Odiseo incombustible a sus 75 años, es evidente que la altura de Bogotá y la edad le pasan factura y condicionan en buena medida su puesta en escena.

Sin embargo, la energía de un público ya entregado antes de comenzar compensa con creces y a coros a un Serrat que devolvió el agradecimiento.

Tal vez por ello y como ha hecho en otros conciertos de su gira, alteró un poco el orden original de las canciones del disco y regaló a los oídos de su audiencia "Qué va a ser de ti" en segundo lugar.

No faltó espacio para la crítica: "Desde sus orillas pobres tratan de cruzarlo para llegar a las orillas ricas donde va a encontrar una alambrada", criticó.

Por eso, aseguró que los políticos han convertido el Mediterráneo en "un sarcófago" y una "llanura de plásticos".

No cabe duda de que el Serrat de 75 años debe escuchar esa letra de un padre que pregunta a su hija qué va a ser de ella lejos de casa muy diferente al Joan Manuel que la escribió a los apenas 27.

Sin embargo, poco efecto tiene la edad de la canción sobre una audiencia que a continuación tarareó su "harto de estar harto, ya me cansé" con la que abre "Vagabundear" el más ilustre difusor de la lengua catalana, un idioma que en Bogotá también tuvo su momento de gloria.

Serrat fue posteriormente desgranando el resto de canciones que el público esperaba y que componen un disco que envejece como el buen vino y ya está considerado entre los más importantes compuestos en lengua española.

Entre tanto, dejó espacio para el humor y llegó a afirmar que "todos los océanos del mundo no son otra cosa que afluentes" de su mar.

El "Nano", como conocen a Serrat sus más allegados, deshojó sobre las tablas del Jorge Eliécer Gaitán "Barquito de papel", "Pueblo blanco", "Tío Alberto", "La mujer que yo quiero" o "Lucía", todas las canciones que firmó hace casi medio siglo.

Dejó hueco, como no podía hacer de otra forma, para "Vencidos", el único de los temas del trabajo de 1971 cuya letra no compuso, sino que basó en un poema del español León Felipe.

Tras poner a pasear por la manchega llanura a la figura de Don Quijote echó el cierre a su repaso al disco con "Aquellas pequeñas cosas" y un nuevo "Mediterráneo" que sonó ya como si las olas de ese mar se hubieran encaramado a la cordillera andina.

Sin embargo, y tal y como el público sospechaba, se dejó para el final un repaso de sus canciones más repetidas y alejadas de "Mediterráneo" que la audiencia le reclama cada noche.

El cariño de sus fanáticos se mostró cuando una de ellas le llevó un regalo y una gorra de Venezuela que no dudó en ponerse en varias ocasiones.

Bogotá no es su Ciudad de México, pero en la capital colombiana apenas tiene que sonar el primer acorde de "Para la libertad", "Hoy puede ser un gran día", "Penélope" o "No hago otra cosa que pensar en ti", para que la audiencia le siga.

Tal vez por eso volvió al mar para despedirse con los asistentes cantando junto a él "Y me vine al mar. Tu nombre me sabe a hierba, de la que nace en el valle a golpes de sol y de agua".

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