Entrevista en Madrid
A solas con Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina: delicias de un vínculo con humor, provocaciones y poesía
La casa de Sabina, en la zona de Tirso de Molina, fue el escenario para esta charla sobre música, amistad, fútbol, política, infancia y admiración mutua. En noviembre volverán a actuar juntos en Buenos Aires. Antes de esa tercera cumbre (ya lo hicieron en 2007 y 2012), comparten qué hay detrás de esa sociedad de poetas... nuestros
31/05/2019 - 15:45
Pisar la casa de Joaquín Sabina se vive como un premio y se siente como cercana. Está muy lejos de parecerse a esos santuarios que suelen montar algunos artistas, con pinceladas de museo y miedo a desordenarlo. Es un hogar con colores fuertes, con aroma a libros, con las maderas tan gastadas como la vida misma lo permite. Es un hogar que suena bonito, aunque no siempre haya melodía en el ambiente. Repartida en tres pisos, sobre la Calle de Relatores, en pleno centro de Madrid, uno está tomado por la música -con un envidiable estudio de grabación-, otro por la pintura y otro por la vida familiar. Por ahí, ahora, sube y baja también Joan Manuel Serrat, el otro poeta de esta sociedad española, que se mueve como pide el dueño: “Todos como en casa”.
Frente a la plaza Tirso de Molina. Allí vive Sabina, sobre la Calle de Relatores, curioso nombre para recibir la vista de Serrat.
No hay espacio para la solemnidad en este mediodía primaveral, regado por los copones de cerveza con la que invita Sabina. El catalán brinda con agua, motivo para la primera broma de las miles que se hilvanarán en los 40 y pocos de minutos de charla con Clarín, a cuento de la tercera serie de shows que harán juntos -como en 2007 y 2012- y que los traerá a la Argentina en noviembre. Se presentarán del 2 al 9 de noviembre (la primera función ya está agotada) en el BA Arena. También pasarán por Chile y Uruguay.
Caminar por esa casa madrileña regala sorpresas a cada paso, y a cada paso, también, se cruza uno con alguno de los cinco gatos que comparten techo con los Sabina: Margarito, Demonion, Rojito, Margot y Elvis. El azul Francia, el rojo y el bordó son tonos que se repiten, como se repite el recurso de las paredes tapizadas por bibliotecas. Perlita sabinesca: hay 16 mil libros, según el registro que su asistente personal lleva al día en la computadora.
Libros y alegría. A eso huele la casa de Sabina, que tiene, en uno de sus ambientes, un caballito de calesita que lo ha acompañado de gira.
Hay un espacio para una mesa de billar que recuerda a los bares con estaño, una sala de estar organizada alrededor de un caballo de calesita que anduvo de gira por varios países, un estudio de grabación con todos los instrumentos que unos pueda imaginar y un cenicero con los colores argentinos. Hay espejos de todas las formas y colores y uno, especialmente, rodeado de decenas de ángeles endemoniados o demonios con alas, con mucho sello del anfitrión
Y es el anfitrión quien abre el juego de la entrevista sobre música, amistad, política, humor y bueyes perdidos: “Niégate a brindar con agua (…) ¿Puedo fumar? Sé que a Lanata lo dejan fumar en televisión, así que no hay problema, ¿verdad?”, pregunta, ante las cámaras que registran este encuentro para Clarin.com. “Yo pongo el teléfono en modo avión para que no suene”, acota Serrat, mientras se entretiene con unos colgantes que asoman del cuello de Joaquín, que asume: “Esto es para que vean que soy un viejo que envejece sin dignidad”.
-Sin herir susceptibilidades, ¿cómo vivieron la final de la Libertadores (se jugó en Madrid y ganó River 3 a 1?
Sabina: Los dos somos de Boca como segundo club. Él es del Barcelona, y yo tengo triple militancia (es del Atlético). El modo de jugar del Barça me enamora mucho, el Barça de Messi. Será que aquí lo queremos más que allí, porque allí con la Selección pasa lo que pasa... Es el mejor jugador que he visto. Y yo he visto a Maradona, y soy amigo de Maradona y no soy amigo de Messi..
Serrat: No son comparables, no es comparable el tiempo de uno y de otro (…) Maradona es una leyenda y una realidad personal y humana no siempre ejemplar, que ha tenido sus altos y sus bajos…
Sabina: Quiero corregir una cosa. Él acaba de decir 'las luces y las sombras', y a mí las sombras de Diego también me gustan.
Serrat: A ti te han gustado demasiado las sombras de Diego.
El estudio de grabación por dentro. Ordenado y equipado como "los dioses", es uno de los refugios cotidianos del dueño de casa.
Retomando aquel partido del 9 de diciembre del 2018, en el Bernabéu, el dueño de casa confiesa que “lo vi por tele, no fui al estadio porque hice una canción sobre Boca y a la gente de River no le gustó nada. Y uno de mis lemas es que ser un cobarde es un ejemplo para los niños. No fui. Lo bueno es que fue una fiesta del fútbol… y un desastre que ganara River”.
Gracias a la generosidad de la mujer de Sabina, Clarín pudo fotografiar algunos rincones de su casa. Así luce una de sus oficinas, que oficia de living.
Serrat: Fue raro y triste que una final de América se jugara en Europa. Es que al fútbol en la Argentina no lo entiendo: eso de que las hinchadas visitantes no puedan ir a la cancha... Los partidos se juegan con monohinchada. Es de una tristeza enorme. Que esto llegue a que un torneo que tenía que celebrar la máxima fiesta continental termine jugándose fuera del lugar de los dos equipos finalistas, porque se hace imposible hacerlo, lo hace más lamentable todavía. Realmente yo no lo vi.
Sabina: Es un hombre de principios.
Serrat: Y si no les gustan éstos, tengo otros.
El tono relajado, pintoresco, de humor picante y acotaciones cortitas y al pie invita a sugerir que incluyan en las promociones de esta tercera cumbre de artistas, titulada No hay dos sin tres, el relato de Mariano Closs con eso de “y va el tercero, va el tercero...”. El Nano promete que lo tendrá en cuenta. Y ahí nomás se empieza a correr el velo de los motivos del reencuentro.
Sabina: Cuando acabó el primero dijimos que no haríamos un segundo, cuando acabó el segundo dijimos que no haríamos un tercero, pero, ¿te acuerdas de la fiesta, de ese grado de comunión tan grande con la gente? Se iban tres o cuatro generaciones, que no fueron exactamente a ver un concierto, sino a hacer una especie de fiesta intergeneracional, se sabían las canciones, algunos se habían enamorado con ellas... Y nosotros la pasábamos muy bien. Y luego tenemos la enorme suerte de que nuestras mujeres, en lugar de ser unas víboras y odiarse, se quieren muchísimo. Viajar con ellas es un placer.
El billar de Sabina, paño bordó, un guiño a los bares madrileños.
Serrat: También piensa que se llevan muy bien al punto de que, cuando salimos, nos abandonan inmediatamente y se dedican a sus conversaciones, a sus asuntos, a sus búsquedas, a reírse de nosotros. Pero nos permiten poder hacer esta gira en armonía, que, si no, sería horroroso.
Sabina: Lo que queremos reproducir ahora es un canto a la alegría, a la amistad, a la generosidad, a no tomarnos en serio a nosotros mismos, incluso a hacernos bromas crueles.
Serrat: En el tiempo que pasó desde la última vez hasta ahora hemos envejecido bastante y nos hemos vuelto muy cascarrabias y eso nos da una cantidad enorme de posibilidades maravillosas...
-¿Cuál de los dos es un poquito más ácido al momento de las bromas?
Sabina: Éramos los dos...
Serrat: Yo soy muy ingenuo.
Sabina: Si yo le decía una cabronada, éste se pensaba para el día siguiente una peor...
-Lo peor es que sabe pensar.
Sabina: Sabe hacer dos cosas a la vez, cantar y pensar.
Serrat: Lo llevo yo entre algodones, para que no se me rompa, vamos.
-¿Cómo surgió la semilla de este proyecto?
Sabina: Esto, para mí, era una especie de sueño irrealizable. Cuando cantaba en los bares, en la calle, en el metro, en Londres, con veintipoquísimos años, cantaba canciones de Serrat. Y Serrat era siempre el más grande, el maestro de todos. Subirnos al escenario de igual a igual, tantos años después, para mí fue un goce increíble.
-¿Recordás cuál fue la primera canción de Serrat que cantaste?
Serrat: Procura que sea mía.
Sabina: Creo que empecé y me sabía el disco Mediterráneo entero.
-¿Y vos, una de Joaquín?
Serrat: Parte de que hayamos decidido juntarnos a hacer unas actuaciones que han sido mucho más sorprendentes, divertidas y brillantes de lo que podíamos imaginar, es que tenemos una relación de muchos años. Me acuerdo de que Joaquín venía a menudo cuando grababa, y me enseñaba las canciones y yo opinaba 'Esto está mejor, ésta está muy buena, ésta sobre todo sácala si puedes'. Y esto te lo puede decir él, siempre me he equivocado. Suerte que nunca me ha hecho caso. Joaquín Sabina ha llegado a la cúspide de su fama gracias a no hacerme ni puto caso.
Sabina: Me dijo que no sacara en el disco Y nos dieron las diez.
-¿Eso es cierto?
Serrat: Que se le rompa una pierna a él si no es cierto. Y, vamos, él es un hombre muy liviano, que sabe que el 90 por ciento del cuerpo es agua... En su caso el 90 por ciento de su masa corporal está formado por mentiras.
Sabina: Las canciones son mentiras, son hermosas mentiras que sirven para corregir la verdad atroz de la vida.
-Eso es hermoso.
Serrat: ¿Lo puedes repetir?
Sabina: No me va a salir tan bien.
Sabina piensa y repite, Serrat anota en su cuaderno de mano, una suerte de tesoro de palabras que lleva encima. Reflexivo y hondo, no debe haber mejor regalo para el catalán que un puñado de palabras preciosas, para que convivan, hojas más hojas menos, con la belleza de las suyas.
-Volviendo al día en el que surgió la idea del “dale, vamos, hagámoslo...”.
Sabina: Yo me acuerdo muy bien. Estaba aterrorizado. Lo sigo teniendo, pero entonces tenía como un exceso de respeto por él, para mí era como una mezcla de Gardel, Maradona y Evita. Nunca he sido un tipo muy seguro de mí mismo, pero luego él lo hizo fácil desde el primer momento. Yo no sé mandar y él está muy dotado para mandar. Y en la primera gira seguí ordenes y salió bien.
Serrat: Juega el papel del bohemio, del que se deja llevar, que todo es casual, que el romanticismo... Mientras la leyenda le sea rentable, allá él.
Sabina: Mira, cuando yo no era nada, una vez fui a Menorca, que es donde él pasa los veranos cuando puede, y fue con su mujer a esperarme al aeropuerto. Como decimos aquí, se me cayeron las bragas de emoción.
-¿Recordás de cuándo es esa postal?
Sabina: Hará 30 años.
Serrat: En Menorca se acuerdan bien, porque hubo que recogerlas.
Las risas abrigan esta charla imperdible con dos artistas inmensos que no sacan a relucir sus egos. Ahora son dos amigos que juegan a tirar paredes, que casi siempre terminan en gol. Y hay aroma a goleada.
-Tratemos de ver si podemos llegar al momento en el que dijeron “Vamos para adelante con esto...
Serrat: No sé exactamente cuándo fue, pero sé que era de noche. Sé que habíamos bebido mucho. Y sé que al día siguiente nos arrepentimos.
-¿De haber bebido?
Sabina: De haber bebido y de haber dicho de hacer la gira juntos. A lo mejor os parece que es mucha risa, que mucha fraternidad y eso, pero es el motivo por el que nos juntamos. No tenemos edad para subirnos al escenario con un tipo que nos caiga medio mal.
Serrat: No tenemos quién nos mande. Podemos equivocarnos a nuestro antojo. Somos capaces de soportar las consecuencias a las que nos lleven nuestros errores. Lo que hacemos con estos reencuentros es no perder esta unión con la gente, eso que nos divierte y hace que ellos existan y nosotros existamos, mientras la vida sea suficientemente generosa para regalarnos esto.
La frase de Joan Manuel amerita anotación en un cuaderno ajeno, pero Sabina opta por memorizarla y poner cara de “mirá vos el Nano”. La ruta de la entrevista silencia el GPS tradicional para perderse y encontrarse por otros caminos, sin olvidar el destino. Lo que se impone es el paseo, que ahora hace escala en la Argentina. “La otra vez, frente a un hotel en el que me hospedaba allá, pusieron una pancarta enorme que decía 'Flaco, vos sos argentino'. Es una de las cosas más hermosas que me han dicho en mi vida”, comparte el hombre nacido en Úbeda hace 70 años, quien asegura que “lo pasamos mal cuando Argentina pasa uno de los momentos cíclicos en los que parece que todo se va por los aires y nos preocupamos como cualquier argentino”. Y cuenta que “cuando abrí el periódico y leí 'Cristina vicepresidenta' empecé a pensar, tratando de meterme en su cabeza, ¿cuál es la jugada?”.
Con respecto al anuncio de CFK de su flamante fórmula con Alberto Fernández en calidad de candidato a presidente, Serrat dice que “me sorprendió dentro de lo que puede sorprenderme cualquier tipo de manifestaciones o pactos entre políticos. La dupla Fernández/Fernánndez va a seguir sorprendiéndonos, seguramente, por la incorporación de muchos otros miembros que están alejados. Venimos de un tiempo cercano de descalificaciones, de dudas de unos acerca de otros, de reñirse unos a los otros. A veces, adentro de los mismos actores del juego. A mí, todo lo que sea para que Argentina trate de superar esta línea oscura que ha venido dividiendo a los argentinos...
Sabina: La grieta, que le llamáis...
Serrat: Decía, todo lo que conduzca, no necesariamente a unirla, sino a reconocerla, para reconocerse los unos a los otros como seres capaces de tener un punto de vista, será bueno.
Se habla del peronismo, de Cataluña, se vuelve a la música, se hace un parada emotiva a modo de tributo para recordar el humor del gran Jorge Guinzburg, amigo de los dos, “maestro” para los dos, y se llega a una baldosa teñida de sepia, que los enciende.
-¿Se reconocen en esos nenes que fueron?
Serrat: Yo sí. Mi niñez ha generado en mí los mejores materiales para ser lo que soy. Probablemente porque he tenido una base familiar maravillosa, que me enseñó el abecedario de los comportamientos en la vida, tuve un mundo de barrio en el que criarme, que completó este aprendizaje, y tuve también unos maestros increíbles en la escuela. Tuve los tres pilares perfectamente asentados. Gracias a ellos no me he caído más, a pesar de mis muchas torpezas.
-¿Eras un niño obediente?
Serrat: Era alguien que sabía cuáles eran mis obligaciones, en las que era obediente, y qué cosas no tenían la más mínima importancia y respondían a las preocupaciones y los nervios de mi madre, que tenía muchos.
Sabina: Me llevó un día a comer paella con su madre... era una cosa litúrgica. Era maravillosa la señora.
-¿Y como era el Joaquín niño?
Sabina: No existe una sola canción sobre mi infancia. Tengo varias que empiezan con que lo primero que quise fue marcharme bien lejos. Era un pueblo muy nacional y católico, muy franquista, lleno de curas y de militares y lo único que yo quería era huir. Y lo hice. Y lo hice pronto y lo hice bien. Pero, en el caso de Serrat, es que él fue el mejor y con un éxito mayoritario a los 20 años. Yo con 35.
Serrat: Siempre ha sido mucho más mayor que yo.
Sabina: Bueno, yo sólo he sido precoz para la eyaculación. Para todo lo demás siempre llego tarde. Quiero decir que son experiencias muy distintas. A veces le digo a él que se perdió tocar en los bares, en la calle, en el metro... Él no lo acepta, porque, claro, ser Dios, cómo lo vas a…
Serrat: Perdona, ¿puedo interrumpir? Yo he tocado en los bares, en la calle y en el metro, pero siempre cobrando.
Sabina: Pero hay una cosa muy distinta. Él ha cumplido su sueño, porque de muy joven ha querido cantar. Yo jamás pensé que iba a dedicarme a esto, y con un cierto éxito, y a vivir bien. Fue absoluta casualidad. Fue estar en Londres exiliado, empezar a lavar platos, y ver que era mucho más divertido cantar en un restaurante y, además, se tenía más acceso a las chicas que fregando platos. Y eso era muy importante. Ahora canto sus canciones con él delante. Y, lo más genial, él canta las mías.
-¿Cuál de las que hace te conmueve más?
Sabina: Tiene una versión de La Magdalena (Una canción para la Magdalena) que es maravillosa.
-¿Y de las que hace Joaquín?
El Nano piensa y elige hablar más de las creaciones ajenas que de las propias.
Serrat: Le tengo una extraordinario envidia a muchas de las canciones suyas. Me hubiera gustado haber podido tener el talento para escribirlas.
Confesión de Joan Manuel Serrat, uno de los dioses de Sabina, al que curiosamente le gusta ufanarse de su coqueteo con el infierno. Ni ángeles ni demonios. Dos monstruos, asociados en la admiración mutua, que saben jugar seriamente con las palabras. Verlos jugar en la intimidad fue un privilegio.
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