Whitman, o la normalidad del prejuicio
JUAN SALVADOR ÁLVAREZ DE LA FUENTE
06.07.2019
El 31 de mayo de 1819 (dos años antes de la consumación de nuestra independencia) nació el “Padre del verso libre”: Walt Whitman, ocupa un espacio importantísimo en el santoral literario, enfermero durante la guerra civil, ensayista, y polémico periodista, es considerado como uno de los autores más influyentes en la literatura occidental desde el siglo XIX, tocando la obra de algunos de los más reconocidos poetas en lengua española y portuguesa como Rubén Darío, Fernando Pessoa, Federico García Lorca o Borges. Viejo venerable de bondadosos ojos claros, y larga barba blanca.
Un Joan Manuel Serrat jovencísimo, mira al horizonte y como introducción a su balada de nombre “Campesina” recita el poema número 31 del Canto a mí mismo de la obra emblemática de Whitman:
Hojas de hierba.
Dice más o menos esto (varia de una traducción a otra):
Para mí, una brizna de hierba no vale menos que el
camino que recorren las estrellas, e igualmente perfecta es la hormiga,
y que también lo son así un grano de arena y el huevo del zorzal,
y la rana es una obra maestra, digna de las más altas,
y que la zarzamora pudiera adornar los aposentos del cielo
y en mi mano la articulación más menuda hace burla de todas las maquinas,
y la vaca, rumiando con la cabeza inclinada, es más bella que cualquier escultura;
y un ratón es un milagro capaz de asombrar a todos los incrédulos.
En estos versos el poeta se asombra de los detalles más pequeños de la naturaleza y de la vida enalteciéndolos hasta lo sublime, un ratón, una vaca, una rana, una zarzamora, su propia mano… pero no la mano de un mexicano. Debo esta reflexión a la reciente lectura de un artículo de Michael K. Shuessler en la revista Nexos que lleva por nombre: El bicentenario de Walt Whitman. Antes de la lectura del artículo yo había leído Diario de la guerra civil y Hojas de hierba y me quede ahí, asombrado como por los poemas tan cálidos y humanos del neoyorkino. Shuessler en su artículo, entre diversas consideraciones menciona el prejuicio que manifestaba Whitman contra los mexicanos.
Como periodista, durante el conflicto México – Estadunidense de 1846, publicaba editoriales que justificaban la violencia de su país hacia el nuestro, expresiones como: “México debe ser castigado”, “México es despreciable”, “la gran misión de poblar el Nuevo Mundo con una raza noble” (refiriéndose a los norteamericanos) eran parte de sus textos.
Me asombró mucho encontrar esta parte del pensamiento político en un hombre venerado por su expresión de libertad y fraternidad, ante esto, tomando en cuenta que recientemente celebramos el bicentenario de este autor ¿qué debemos hacer? ¿Separar al hombre de la obra? ¿Entender que fue un hombre de su tiempo y por lo tanto pensaba como casi todos los norteamericanos del siglo XIX? ¿Expulsarlo de nuestra biblioteca por racista?
No es el único caso, hay nombres importantes de la literatura que al lado de su magnífica obra, nos han legado violencia, racismo, abuso sexual y homicidios. ¿Cuál debe ser nuestro criterio?
https://www.milenio.com/opinion/juan-salvador-alvarez-de-la-fuente/articulista-invitado/whitman-o-la-normalidad-del-prejuicio
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