Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina: "Estamos contentos de estar en casa"
Gabriel Plaza
31 de octubre de 2019
En 1969, Joan Manuel Serrat llegó por primera vez a la Argentina. Tenía 25 años y debutó en el programa de televisión de canal 9 Sábados de la bondad, producido por Alejandro Romay. El suceso que tuvo su primer disco Tu nombre me sabe a hierba fue inmediato. Veinte años después arribó al país Joaquín Sabina. El éxito de la canción "El diario no hablaba de tí", que Juan Carlos Baglietto había difundido dentro de su repertorio, empujó un promisorio debut en el desaparecido bar del Conde de Palermo frente a periodistas y amigos músicos. Desde entonces, ninguno dejó de volver. "Estamos contentos de estar en nuestra casa, aunque suene demagógico", dice apenas entra en el salón Joaquín Sabina. A su lado Joan Manuel Serrat, asiente con la cabeza.
Atravesaron el siglo XX como bardos contemporáneos, filósofos de lo cotidiano, hacedores de himnos como "Mediterráneo" o "Y sin embargo", sosteniendo los cimientos de la canción de autor. Unieron sus caminos en 2007, cuando emprendieron una gira histórica bautizada Dos pájaros a tiro, con la que llenaron cuatro veces el estadio Boca Juniors. El proyecto continuó en 2012 con una nueva gira y un disco a dúo llamado La orquesta del Titanic, que presentaron con una veintena de conciertos en el estadio Luna Park. Ahora vuelven con No hay dos sin tres para realizar cuatro conciertos en el flamante Movistar Arena Argentina con capacidad para quince mil personas.
"Este espectáculo nunca tuvo vocación de continuidad. Incluso siempre decía que las casas de apuestas se arruinaron con nosotros porque mucha gente consideraba que éramos tan disímiles que creían que esto iba a durar una semana. Por suerte se equivocaron. Ahora nos pasó como en la segunda vez que hicimos una gira. Cuando pasan cuatro o cinco años nos empieza a entrar un gusanillo por juntarnos otra vez y notamos que la gente en la calle también nos pregunta: ¿Cuándo vuelven? Eso va madurando hasta que un día nos hablamos por teléfono", apunta Joaquín Sabina.
-¿Recuerdan la primera vez que vinieron a la Argentina?
-Serrat: -Era cincuenta años más joven que ahora y mi cuerpo se encendía con otra intensidad. Fueron años que pasaron muchas cosas como el Cordobazo, donde se produce una revolución en la universidad y en las fábricas y la gente se sentía participe del futuro. Para un chico joven como yo, que venía de un país oscuro donde la dictadura lo tapaba todo, donde estaba sumamente reprimido y controlado, todo eso fue un deslumbramiento.
La muy buena venta de los tickets para los conciertos demuestran que la relación que se forjó con el público argentino, desde su primera visita, se mantiene inalterable, a pesar del paso del tiempo. El amor es correspondido. "La última vez que estuve me pusieron un cartel enfrente de donde paraba que decía: "Flaco, vos sos argentino". Y es verdad, tenemos un lado muy amplio de nuestro corazón que es argentino", pregona Sabina.
"Con todas las ideas y venidas, las subidas y bajadas, la vida y la muerte que se ha ido produciendo en este país en estos cincuenta años, yo sigo siéndole fiel a la Argentina, no al retrato utópico que se creó en mí, sino a este país que pasa de un lugar vital a un lugar deprimido, de un lugar encendido a un lugar ceniciento, pero que al final de cuentas tiene un rescoldo con el cual yo me prendo con mucha facilidad apenas llego", confiesa Serrat.
En un encuentro con cinco periodistas, los trovadores que han pasado por muchas batallas, repasan la actualidad, hasta comentan al paso las últimas noticias de la Argentina. Sabina toma la palabra y dice que le gustó el gesto de Alberto Fernández con Brian, el fiscal de mesa de una escuela de Moreno que fue discriminado por su vestimenta. "Me gustó mucho ayer Alberto con la gorra de Brian. Lo digo afuera del peronismo y desde afuera de cualquier pasión partidista. Muy al contrario. Se están dando gestos que rompen un poco la grieta y que no son tan brutales como otras veces en la Argentina".
Serrat escucha con atención a su compañero ocasional de gira. Tiene un vaso de agua. Sabina, en cambio, está con un vaso de cerveza. "Pidan que invita el Nano", bromea, haciendo gala de su leyenda. Una leyenda que el propio Serrat desmitifica."Yo descubrí que Sabina era Sabina más su leyenda. Lo podemos tomar en sus tres circunstancias. Como Sabina, como su leyenda o como Sabina y su leyenda. Las tres son mentira".
Sabina se ríe y se desase en elogios a quien considera su gurú de la canción. "Yo descubrí que podíamos estar en un escenario juntos, casi de igual a igual. Disfrutar de las comidas, las cenas, las risas y las copas después de los conciertos. Para mí, fue muy emocionante que el maestro de los maestros, aquel de las canciones que yo cantaba en los bares y el metro de Londres, esté cantando ahora mis canciones, yo esté cantando las suyas y, también, hagamos un ramillete de canciones juntos".
La dupla llega a la Argentina en un momento de convulsión en América Latina. Su concierto de Chile fue suspendido por las movilizaciones en la calle y este tiempo de incertidumbre política en el país trasandino después del toque de queda decretado por el presidente Sebastián Piñera y l as sucesivas medidas que no pararon la movilización de la gente. "Yo tenía preparada para cantar una de Violeta. Es verdad que Chile tiene esa cosa extraña que sacan el ejército a la calle a la primera de cambio y eso me sorprende y me aterra".
Serrat agrega: "Yo hubiera preferido cantar una canción eufórica, feliz, optimista. Una canción de convivencia, felicidad y futuro, pero tal como están las cosas hubiera recurrido a una canción de Violeta Parra que se llama 'Me gustan los estudiantes'".
"Sabíamos que la Argentina está viviendo un momento electoral complicado y económicamente difícil. Pero la paradoja de que Chile que es ese país que ponen como ejemplo de democracia, neoliberalismo y tal y haya habido ese estallido tan tremendo. Nos ha sorprendido mucho", completa Sabina.
Con cierta vocación de analista político Joan Manuel Serrat se despoja de la música y aborda un análisis más global sobre la escalada de movilizaciones en distintos puntos del planeta que buscan cambios de fondo. "Todo este movimiento en general de espontaneidad es muy curioso. Es un movimiento que no se ha dado sólo en Chile, sino también en Hong Kong, en el Líbano, en el Ecuador y que saltan de pronto sin que exista una dirigencia que capitalice eso. Parte de un hecho que después se diluye para entrar en hechos más serios. En Chile fue el aumento del billete de metro, en Hong Kong empieza siendo por normas de extradición, pero después todo eso pasa al meollo de la vida, derechos de educación, salud, pensiones. Como poco hay que reconocer que es interesante lo que se produce".
¿Las canciones pueden cambiar el mundo o pueden acompañar su tiempo?. Los cancionistas tienen posiciones distintas. Sabina dice que no quiere que sus canciones se conviertan en banderas. "Las canciones cambian el mundo más personal, el mundo de las parejas, el mundo de la memoria, el mundo de la vida cotidiana, pero no el mundo político desafortunadamente. Hace muchísimos años que no creo en las canciones bandera. Ahora cualquier cosa que suceda puede inspirar una canción, eso sí."
Joan Manuel Serrat está esperanzado con estos movimientos espontáneos. Hay una generación de artistas que acompañará esos nuevos episodios de la vida cultural y política del país, como lo hizo el catalán en su momento. "Cada tiempo tiene sus canciones, como va a tener su implacable futuro y va a tener también sus banderas, que las van a hacer los que participen de este tiempo. Una de las cosas que a mi entender es más profundo de lo que está ocurriendo, es no solo el desinterés de las clases dominantes en romper el statu quo, sino en desconocer en absoluto que este es en un camino que no tiene marcha atrás. Así que esto podrá tardar más o menos, pero es un camino que no tiene vuelta".
Sin embargo, las canciones de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina son temas bandera para distintas generaciones. Lo saben. En el disco en vivo, que editaron en 2007, de la primera gira, el dúo había completado una lista de más de treinta temas. Canciones como "Pueblo blanco", "Contigo", "Algo personal", "No hago otra cosa que pensar en tí", "Princesa", "Noches de boda", "Mediterráneo", "Mi nombre me sabe a hierba", "19 días y 500 noches", "Penélope", "Calle melancolía" y "Cantares", formaban parte del repaso obligado por su historia y de todo el público.
"En general, lo que tratamos de hacer es buscar aquellos elementos que nos hagan sentir a nosotros mejor en el escenario y que seamos capaces de transmitirle eso a la gente. Tratamos de conservar canciones que la gente no nos perdonaría que no cantáramos y por otra parte tratamos de incorporar al espectáculo canciones y momentos musicales para hacerlo distinto a otros espectáculos. No es tanto para que la gente diga si hacemos lo mismo o no, sino porque si hiciéramos lo mismo nos aburriríamos".
La experiencia del encuentro de Sabina y Serrat con el público excede lo musical. El autor de "Calle melancolía" reconoce que en sus espectáculos se ponen en juego otras cosas. "Hay diferencias en girar con el Nano y hacerlo solo. Esto no es exactamente un espectáculo musical. La impresión que yo tengo es que es una celebración tribal intergeneracional, un homenaje a la amistad y a muchas cosas que nos han pasado a nosotros en nuestras canciones, y que han reflejado de un modo a la gente que se las ha apropiado como si les hubiera pasado a ellos. Y eso produce una sensación de fiesta que nos gusta mucho".
En estos años de visita crearon un vínculo emocional con el país. Dicen que extrañan a Jorge Guinzburg, un gran amigo y compañero de aventuras en Buenos Aires. También se amargan por la situación económica por la que atraviesa el país. "No siento por la Argentina solo amor. A veces estoy cabreado, enfadado conmigo y con el resto de mis compatriotas porque pienso que nunca las cosas van a ser de otra manera. Los pecados siguen siendo los mismos y las virtudes siguen siendo muy cambiantes. Mi relación con la Argentina está atravesada de amores, vivos, muertos, alegrías y todo lo que le ocurre a un ser humano en toda su vida. He tenido la suerte de encontrar aquí grandes amigos que me han ayudado a conocer y entender el país".
Revolución feminista
La revolución feminista y los cambios de paradigma los hacen reflexionar sobre su nuevo rol, arriba de los escenarios. "Hay que reconocer actitudes históricamente machistas que nos han acompañado toda la vida y que seguramente hemos cambiado porque está clarísimo que la situación que tenía una mujer, o ciertos grupos sociales marginados, es de injusticia y es algo a corregir", dice Serrat. "Los primeros en corregirla tenemos que ser los que nos hemos criado en este ambiente de esta sociedad y que arrastramos tics de aquellos tiempos. Hay que cambiar en todo lo que podamos y ojalá esto que podamos sea lo que debamos, porque a veces hay reminiscencias que están adheridas al cuerpo como una verruga".
Sabina apoya el movimiento global de #Metoo. Lo inquieta cierta revisión del pasado con la lente del presente. "El exceso de corrección política está llevando a la autocensura de los artistas. A mi me gusta mucho que exista en el mundo una novela Lolita, de Nabokov. Sería absolutamente imposible de publicar ahora. También los versos de Benedetti que dicen: "Siempre conviene tener al lado una mujer desnuda". Bueno, si él se hubiera censurado para mí hubiera sido una pena".
El verdadero cambio llegará con las nuevas generaciones. "La barca va manejándose con las olas y todo se mueve", apunta Serrat. "A pesar de todo pienso que la educación que reciben mis nietos es mucho mejor que la que recibieron mis hijos y sin duda infinitamente mejor que la que recibimos nosotros en el sentido del respeto hacia lo distinto, y en la tolerancia hacia aquello que no se acaba de entender plenamente. En esto creo que se ha ganado mucho".
Entre los males que aquejan al mundo, Sabina y Serrat dicen que ese cambio está llegando definitivamente. El cantautor andaluz asesta: "De todas las revoluciones soñadas y utópicas que participaron en el siglo XX la única que ha dado paso de gigantes y está ganando es la feminista y yo me alegro mucho".
Por: Gabriel Plaza
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