Crítica de 'Hijos del Mediterráneo': sensible recreación del clásico de Serrat
El álbum de homenaje recrea el clásico reproduciendo los arreglos originales y de la mano de intérpretes como Jorge Drexler, Andrés Calamaro, Sílvia Pérez Cruz, Eva Amaral o Josele Santiago
Jordi Bianciotto / Juan Manuel Freire / Ignasi Fortuny / Roger Roca
Actualizada 16/11/2019 - 08:36
El disco ‘Mediterráneo’, de Serrat, publicado en 1971, es ese lugar en el que puede apetecer vivir: luminoso, sensual, aventurero, en paz con la naturaleza. Así deben sentirlo los implicados en esta recreación, que se las han arreglado para reconstruir arreglos, sonoridades, ‘tempos’ y atmósferas de la obra original, acogiéndose quizá a una nostalgia por lo que no vivieron. Porque, a diferencia de la mayoría de álbumes de homenaje, este no se asienta en el derecho del artista a transformar a su aire la creación ajena, sino en una idea bastante extrema de fidelidad.
En ‘Hijos del Mediterráneo’, título que alude al que Serrat tuvo en la cabeza en la época en que tramósu disco, no topamos connovísimas ocurrencias ni con improntas transgresoras. Todo lo contrario: revisión aplicada, amparada en las modernas técnicas de grabación y en el sello interpretativo, ahí sí, diferenciado de cada una de las diez voces reunidas. Todo ello a partir de la “loca idea”, así lo reconoce, de Amaro Ferreiro, hermano de Iván Ferreiro, que ha dirigido el proyecto mano a mano con el productor Ricky Falkner.
Disco cocinado en buena parte en Barcelona, se sustenta, como su inspirador, en un grupo pop, que incluye a músicos de la escena catalana como Xavi Molero y Josep Maria Baldomà, y en una orquesta, la de la Fundació Victoria de los Ángeles. Efectivos volcados en la misión de recorrerel álbum trasladando los arreglosfirmados en su día por Gian Piero Reverberi, Juan Carlos Calderón y Antoni Ros Marbà.
Hay algo mágico e inquietante en el modo en que el tema ‘Mediterráneo’se abre paso calcando la introducción de cuerda, la entrada de la percusióny el ‘swing’ justo hasta el punto en que Jorge Drexler suplanta a Serrat con su voz dulce, haciéndonos creer que él también nació en este mar y no en el océano. ‘La la las’ de otro tiempo, reparados por Edurne Arizu y Juliane Heinemann, y un clavecín que en todo el disco es algo más perceptible que en la grabación original.
‘Aquellas pequeñas cosas’ se ajusta a la diáfana severidad de Eva Amaral, y ‘La mujer que yo quiero’, a un Xoel López cuidadosamente descuidado. Depedro pone sentimiento a ‘Pueblo blanco’, Iván Ferreiro hace gráciles piruetas sobre el vals de ‘Tío Alberto’, y Tulsa hace pensar en Mari Trini en ‘Qué va a ser de ti’. Pesos pesados en el tramo final: el Andrés Calamaro más sentimental en ‘Lucía’; un Santi Balmes (Love of Lesbian) que cabalga a gusto sobre el ritmo trotón de ‘Vagabundear’ y Sílvia Pérez Cruz, refinando el alcance de ‘Barquito de papel’, camino de un ‘Vencidos’ en el que se luce Josele Santiago, como años atrás con ‘Señora’. Todos ellos se alían en un disco que el mundo no necesitaba pero que propone un llamativo ejercicio de recreación de un estado mental, de una sensibilidad que sigue cruzando estilos y generaciones. JORDI BIANCIOTTO
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