El día en que Kirk Douglas conoció a Lola Flores y se reconcilió con su hijo en Mallorca
La leyenda de Hollywood fue fiel a nuestro país, al que viajó para rodar y para pasar sus vacaciones. También para recuperar la relación con su hijo Michael
06/02/2020 17:04 - ACTUALIZADO: 06/02/2020 23:27
Coincidir con el mismísimo Hitchcock el año en que este presenta su 'Vértigo' en un festival de cine es tener mala suerte. Aún así, Kirk Douglas no pasó desapercibido en el de San Sebastián de 1958, al que vino para presentar 'Los vikingos'. Por entonces ya había sido un 'ídolo de barro', había encarnado al Van Gogh imaginado por Minnelli o planeaba su 'Espartaco', cuyo rodaje lo devolvería a España dos años después. No sería su última visita, ya que la relación del actor, fallecido este jueves a los 103 años, con nuestro país sería de amor. Además, incluiría a personajes tan dispares como Lola Flores, Joan Manuel Serrat o el mismísimo rey Juan Carlos.
Pero vayamos por partes. Cuando la estrella arribó al Victoria Eugenia en el 58 no se perdió nada de la ciudad donostiarra. A saber: estuvo presente en una recepción ofrecida por el Ayuntamiento y se fue de cóctel al Real Club de Tenis. Como insólita muestra de cercanía en una estrella de su calibre, se puso un delantal de cocinero en la sociedad Gaztelubide para freír merluza y hasta probó a bailar sevillanas en una fiesta organizada por United Artists. El romance entre Kirk y la madre patria había nacido para ser duradero...
Los vikingos', la primera película que Douglas presentó en San Sebastián.
La siguiente visita de Douglas a España no sería tan feliz. El rodaje de 'Espartaco', iniciado en Madrid a finales del verano de 1959, fue una pesadilla para el hoyuelo más famoso de Hollywood. Productor de aquella película además de protagonista, sus continuas escaramuzas con el director, Stanley Kubrick, marcaron la gestación de la película. El grueso del rodaje se llevó a cabo en Colmenar Viejo, donde se escenificaron las impresionantes batallas del ejército romano contra los esclavos. Como anécdota significativa, el que Kubrick y Douglas recurriesen al ejército español para dotar de verosimilitud a las secuencias bélicas. El propio actor lo contó en el libro 'Yo soy Espartaco', donde hizo un repaso exhaustivo del péplum más intelectual de la historia de Hollywood. "El generalísimo fascista Francisco Franco ordenó a su ministro de Defensa cancelar el proyecto cuando nuestro equipo ya había llegado a Madrid. Tras una serie de negociaciones frenéticas (que, según me enteré posteriormente, incluyeron un pago en efectivo realizado directamente a la organización benéfica de la esposa de Franco), el rodaje volvía a ponerse en marcha". Carambolas del destino: según esas líneas, Carmen Polo fue una de las grandes beneficiadas de aquella superproducción hollywoodiense.
Con 'Espartaco', el Douglas más militante volvió a poner nombre y apellidos a Dalton Trumbo, que había estado apestado por la 'caza de brujas' del senador McCarthy. Gracias a la cinta, también estableció un cariño especial por nuestro país. Al igual que Hemingway, Welles y otros norteamericanos de postín, se dejó fascinar por el folclore y las costumbres ibéricas. Prueba de ello fue su visita a la sala de fiestas Caripén, propiedad de Lola Flores y Antonio González, El Pescaílla. El que fuese tablao flamenco de la Faraona, situado en la plaza de la Marina madrileña, era entonces lugar de encuentro de las estrellas del tardofranquismo. Una noche de agosto de 1970, por la puerta del local entró un ya maduro Douglas, con flequillo imposible y más arrugas que su jovial Espartaco.
La estrella andaba por España con motivo de otra filmación: 'La luz del fin del mundo', que había tenido lugar en el cabo de Creus, alrededores de Cadaqués. En aquel viaje pidió conocer, incluso, a Joan Manuel Serrat, la joven figura más importante de la canción de autor en España. Pocos días antes, varias decenas de fotógrafos habían ido tras Kirk y su hijo Peter, su compañero de viaje, a lo largo y ancho del aeropuerto de Barcelona. Las fotos del viaje muestran que el mito soportó con estoicidad aquel peinado infumable durante todo su periplo español.
Otra imagen señera de Kirk Douglas en España tuvo lugar en Zarzuela. Don Juan Carlos y doña Sofía lo recibieron cuando vino a presentar 'Baile con el diablo', novela que contaba la historia de un exiliado judío que sobrevivía a los campos de exterminio alemanes. Por si no le bastase con haber sido productor, director y actor, también se lanzó con éxito a la aventura literaria. Y fue para bien. En la imagen de los tres que ilustra este reportaje se puede ver al emérito con un ejemplar del libro, como todo un fan de la estrella.
"Después de tanta visita, hay una parte de mí española", declaró Kirk Douglas a los medios. "A partir de ahora, más. Mi hijo Michael ha comprado una casa en Mallorca y seré su primer invitado". Después de pasar por palacio, el 'hijo del trapero', como le gustaba llamarse a sí mismo, se fue a hablar de 'Bienvenido a Veraz', cinta de producción española, al lado de otro ilustre de nuestro cine, Imanol Arias.
Más allá de rodajes o visitas fugaces, la importancia de España en la vida personal del actor la da una anécdota reflejada por pocos medios: su hijo Michael se reconcilió con él en suelo mallorquín. Fue en su finca, tras años de rechazar a su progenitor en beneficio de su padrastro. Los reproches empezaron cuando Kirk Douglas prefirió el brillo del cine a la mundanidad de su familia. Muchos años después, Michael lo reconoció como padre en su propia finca española. El abrazo en Mallorca fue el mejor final feliz para la última visita del mítico Espartaco a una España que soñó, como el resto del mundo, con su mandíbula prieta y el mencionado hoyuelo en la barbilla; ese que contribuyó a darle madera de estrella.
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