LAS ENTREVISTAS DE EL GRÁFICO
1984. Serrat: “A pesar de todo, sigo enamorado del deporte"
Por Redacción EG · 29 de abril de 2020
Foto 1: El gesto amable, la sencillez, la predisposición para el diálogo. A los 40 años, Joan Manuel Serrat cautivó a su público.
Foto 2: Amigos: Menotti y Serrat.
Foto 3. : Carlos Irusta, Gustavo Béliz y Serrat.
Gustavo Béliz, cuando trabajaba en El Gráfico, y Carlos Irusta charlan a solas con nuestro querido Joan Manuel Serrat, en el mismo Luna Park donde el catalán ofreció los inolvidables conciertos de 1984.
¡No molesten, salgan de acá! ¡El señor no tiene nada que hablar ahora!
Entre gritos, manos ansiosas por tocarlo, empujones, cables y gestos violentos, esta frase se repetía incansablemente en el palco de periodistas del Deportivo Español, el sábado 20, antes del partido con Deportivo Italiano. Era el caos ante la presencia del ídolo. El caos. Hasta que de pronto, como ajeno a todo aquel mundo, surgió su acento catalán para calmar a esas cien personas que buscaban acompañarlo rumbo al campo de juego para dar el puntapié inicial: "Un momento, los señores son de EL GRAFICO y yo los cité aquí, quedaron en conversar conmigo". Después siguió un largo silencio, fue como si aquella escena delirante del comienzo hubiera quedado congelada en el tiempo.
Así lo conocimos. Y así preferimos presentar a Joan Manuel Serrat. Atrás quedaba una angustiosa persecución que había comenzado veinticuatro horas antes en el Luna Park. A las amables gestiones de su productor —Chiche Aizenberg—, se sumó la ayuda de nuestro fotógrafo Gerardo Horovitz. El objetivo era la entrevista, pretendiendo robarle un poco del tiempo que Joan Manuel le dedicó a Buenos Aires: mezclándose con su gente, abrazando a la ciudad, bebiéndose toda la vida y todo el afecto que ofrece la idolatría.
"En mi camarín del Luna, a las siete", fue su frase, que para nosotros sonó más bella que cualquiera de sus canciones. Por supuesto, a las seis ya estábamos en la puerta, por las dudas...
—Te sabemos hincha del Barcelona y amante del fútbol. Como argentinos, y con estos antecedentes, es inevitable la primera pregunta. ¿Cómo viviste la actuación de Maradona en España?
—Bueno, no se necesita ni ser hincha del Barcelona ni argentino para deleitarse con el talento de Maradona. Basta solamente con verlo en la cancha
—¿Cómo evaluarías su actuación? ¿Fue éxito? ¿Fue fracaso?
—No fueron sus dos mejores temporadas, sin dudas. Tuvo muy mala suerte, empezando por su enfermedad y por su lesión. Pero un gran jugador siempre deja muestras de su categoría. La valoración de éxito y fracaso pienso que tiene que hacerse desde un punto de vista más personal: preguntándoselo a él. Yo sólo les puedo decir que Maradona en un momento decidió irse e hizo absolutamente todo para que lo echaran. Eso fue lamentable para un gran club como el Barcelona, penoso. Pero en fin, cada uno tiene sus consejeros y gente que le dice lo qué debe hacer. Hay personas que tienen su corte, que evidentemente lo condicionan mucho. Esto es algo que Maradona se planteará cuando pasen los años y cuando futbolísticamente no anden tan bien las cosas para él.
—Hablando de éxito y de fracaso. ¿Te parece que el periodismo latino es demasiado extremista, manejándose siempre en términos de drama o gloria?
—Es que hablar de periodismo latino es una ambigüedad. "L'Equipe" —por ejemplo— es periodismo latino y tiene una línea seria, con excelentes profesionales. Normalmente muchos medios deportivos están llenos de hombres inmaduros y demenciales, que porque no pueden escribir en ningún otro sitio acaban escribiendo sobre deporte. Hay medios que deben llenar espacio con chismes. Tienen que tirarle carne a la fiera cada día. . . Por eso afirmaría que el periodismo latino no tiene ninguna forma concreta: hay periodistas latinos honrados y los hay sinvergüenzas; hay quienes están a sueldo de alguien y hay quienes no están a sueldo de nadie.
—¿Qué tipo de fútbol te gusta más? ¿El de toque o el de fuerza?
—A mí me gusta EL FÚTBOL. No creo que haya más que un fútbol, ¿saben?
—Claro, ¿pero qué prefieres: la furia española o el toque americano?
—Me gusta el fútbol donde se mueve la pelota y se corre lo justo. Lo otro es una cosa distinta, no es fútbol. He tenido muchas broncas hasta viendo jugar a los juveniles. Porque ya de chicos protestan, hacen la ley del orsay, ensucian el partido. Esos chicos a los 18 años estarán quemados, sin haber gozado nunca del verdadero fútbol. Los pibes deben jugar y nada más. No se les puede enseñar a esa edad todas las porquerías que el tiempo se encargará de enseñarles a medida que el físico no les responda. Los niños deben aprender a reírse, a divertirse, a amar el deporte... Yo me aburro mucho en el fútbol actual. Para ver un buen partido hay que ir mucho —demasiado—a la cancha.
—¿Qué partido se te quedó grabado por su belleza?
—Miren si será grave la cosa, que tengo que pensar…
—¿En el Mundial '82 tal vez?
—Me pareció bastante flojo en general. Salvo Italia-Brasil, porque los brasileños fueron todo el partido al frente, sin especular por el resultado. También me agradó Argentina-Hungría, sobre todo porque ustedes venían de perder con Bélgica y muchos podían pensar en que la moral se había venido abajo.
—¿Te desilusionó Argentina en España?
—Creo que no los acompañó la fortuna. El resultado contra Bélgica fue increíble y también les tocó caer con Brasil e Italia en un grupo demasiado difícil.
—¿Compartís la opinión de muchos, en que el equipo estaba sin motivación por el hecho de ya ser campeón del mundo?
—Yo recuerdo lo que se publicó por aquellos días, lo recuerdo bien. Las mismas personas que una semana decían una cosa, después de la derrota dijeron todo lo contrario. Y uno de esos medios fue vuestra revista. Me pareció una falta de delicadeza.
* * *
El fenómeno Serrat en Buenos Aires puede resumirse en un puñado de datos. Desde las cuatro de la mañana había colas para ingresar al Luna Park (su espectáculo comenzaba a las 21.45). Durante las cuatro noches de su actuación en Buenos Aires hubo un estadio repleto que reunió un total de 50.000 espectadores. Aunque espectadores sea una palabra demasiado fría: fueron 50.000 admiradores ferverosos que corearon sus temas, aplaudieron, gozaron, escribieron un poema colectivo de emocionante fidelidad.
Serrat se alojó en la suite presidencial del hotel Panamericano (la misma que recibió a Alfonsín, la doctora Aslan y al bailarín Godunov), pero no se manejó como un tipo famoso. Si hasta se detuvo a bromear con los vendedores de Coca--Cola del Luna. "Este es de los nuestros —diría uno de ellos—. Es gallego pero parece que nos conociéramos de toda la vida".
Así también lo seguimos conociendo…
—¿A qué futbolistas elegirías como los mejores del mundo actualmente?
—Me gustan los creativos, como Rumenigge, Maradona y Platini. Pero en este momento no existe el gran jugador. Existen 20 o 30 figuras de buen nivel y nada más.
—¿Y entre los equipos?
—En Europa los más fuertes hoy en día parecen los ingleses: son temibles en jugadas tradicionales que habían perdido toda peligrosidad, como los corners. Después está el fútbol italiano, con grandes transferencias y un futuro que puede ser espectacular. Y los portugueses parecen retomar el nivel con que lucieron en el Mundial '66. Los que están bajos son los alemanes y los holandeses.
—¿El hecho de que no haya grandes figuras puede estar influenciado por el profesionalismo? Ardiles suele decir que el dinero es inversamente proporcional al rendimiento del jugador…
—Es importante la opinión de Ardiles... Eso puede ocurrir cuando el jugador se desmotiva, cuando se cansa hasta de ganar guita. El profesionalismo es necesario a un cierto nivel, pero siempre ensucia bastante todo. Es indudable que hoy el deporte no es lo sano que debiera ser, por los intereses que lo rodean. Aunque a pesar de todo, sigo creyendo en el deporte.
—¿Qué otras cosas no te gustan de su mundo?
—Los directivos. Los hombres honrados comprenderán al leer esto, porque lo sienten en su propia carne. Estamos llenos de dirigentes que no aman verdaderamente el deporte, sino que buscan o una promoción personal o simplemente robar.
—Contanos un poco de tu amistad con Menotti. . .
—Pues... Menotti es un ser humano grandioso y además un excelente técnico. Creo que compartimos una misma forma de ver la vida. En lo futbolístico podría decirles que en Europa la gente ha quedado deslumbrada con él, porque les dio lo que muchas veces falta allá: alegría, toque, verdadero espectáculo.
Falta apenas una hora para salir a escena. En el mismo camarín que utilizó Frank Sinatra —sobre la calle Madero, el más cercano a la esquina de la avenida Corrientes— avanzamos con Serrat en la charla. Afuera hay murmullo nervioso esperando a este catalán de 40 años, fiel lector de EL GRAFICO, hincha de Boca, alguna vez arquero —hasta los 17 años—en el equipo de la Universidad de Tarragona. El ambiente es tan sencillo como quien lo habita. Si no fuera por la alfombra roja y el espejo profusamente iluminado, podríamos sentirnos en el camarín de cualquier boxeador. Aunque otros detalles denuncian a Joan Manuel: un cartón de Parliament cortos, tres cajas de pañuelos descartables Carilina, un pote de crema Nivea, un frasco de colonia 4711, un trencito de juguete, cuatro pares de zapatos, tres camisas colgadas en sus perchas... En el medio, reemplazando a la camilla de masajes, una mesa de fórmica sobre la que tiramos nuestras preguntas. Ansiosas, desordenadas, pero con un denominador universal: el deporte.
—¿Viste los Juegos Olímpicos? (Los Ángeles 84)
—Algo, pero no tenía demasiadas motivaciones. Me parecieron unos Juegos sin sal, excesivamente politizados por el país organizador, hechos a su medida: con jueces partidistas y para nada neutrales. Por momentos estos Juegos me rebelaron. Además hay otra cosa: los atletas de elite. Esa gente se ha convertido en una cosa muy rara. Yo me encontraría con serias dificultades para hablar de seres humanos normales: son individuos que desde sus hábitos hasta sus métodos de entrenamiento, deforman a la verdadera vida. Y eso es terrible.
—Sabemos que trabajaste como periodista deportivo en el Tour ciclístico de Francia. ¿Cómo fue eso?
—Muy duro, muy desgastante, pero estoy dispuesto a hacerlo otra vez. Trabajé para dos periódicos y una radio. Fue demasiado laburo, la próxima vez haré menos, pero fue fantástica la experiencia. Ponerse del otro lado del espectáculo deportivo valió la pena.
—Y como protagonista, ¿qué deportes practicás habitualmente?
—Apenas muevo el esqueleto un poco. Me gusta jugar al fútbol, correr, andar en bicicleta y jugar al frontón. Cuando veo una pelota que se mueve me voy detrás de ella.
—¿A quién soñabas con parecerte cuando eras chico?
—A Ladislao Kubala, que era mi gran fijación. También gozaba mucho con Alfredo Di Stéfano. Ellos marcaron una época del fútbol de los años '50 en mi país
—¿Y el tenis? ¿Te interesa?
—Yo no gozo viendo jugar a Wilander, por ejemplo, me aburro mucho, como me aburría viendo jugar a Borg y a ese tipo de estilo. Que ellos me perdonen, pero es que yo me he quedado en la época de Nastase y Santana. Aquel era un tenis imaginativo, para gozar, de creación. En cambio en la actualidad todo depende de la táctica y de la fuerza, de lo único que se trata es de destruir al adversario.
—Con este último comentario es casi inútil preguntarte qué pensás del boxeo. . .
—No me gusta en absoluto. No soy partidario del boxeo y mucho menos del boxeo profesional. Si ustedes se atreven, hagan una lista de todos los boxeadores argentinos de los últimos tiempos y sacarán una conclusión: no más de 25 están bien física y económicamente. Los demás están en un mal estado mental, sin plata, destrozados. Por cada uno que se encuentre bien habrá muchísimos más que no sirvan para nada. Yo no soy partidario de la destrucción del ser humano y mucho menos para que otros se enriquezcan o gocen pegando alaridos...
—La última, Joan Manuel, porque el público te espera. En una bellísima canción que escribiste en catalán, decís: "Qué fantástico sería que gane el mejor". ¿Te parece que en las condiciones actuales en que se desarrolla el deporte, gana siempre el mejor?
—A veces gana el mejor. Pero yo también alguna vez escribí que todo es eventual en esta vida, todo es provisional, todo es relativo y todo es puramente accidental. Pero a pesar de todo eso, les repito algo que ya les dije: sigo siendo un enamorado del deporte.
CARLOS IRUSTA y GUSTAVO BELIZ Fotos: CLAUDIO DIVELLA (1984)
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