domingo, abril 05, 2020

Luis Eduardo Aute, “un animal único”


Luis Eduardo Aute, “un animal único”

Compañeros del artista definen su figura ante el concierto de homenaje que le ofrecen el 10 de diciembre

JUAN CRUZ
Madrid 3 DIC 2018 - 09:59 CET

“Fue un descubrimiento”, dice Joan Manuel Serrat de cuando encontró por primera vez a Luis Eduardo Aute cantando en televisión aquel Aleluya en 1965. Ahora él y diecinueve compañeros más rendirán homenaje en Madrid al autor de Al alba, que desde hace más de dos años no se sube a los escenarios. 

Aute está ausente de los escenarios desde que el 8 de agosto de 2016 padeció dos infartos con parada cardíaca tras un concierto en Huelva. Sus compañeros, y su público, no lo ha olvidado ni un minuto. En su casa lo han apoyado hasta el milímetro, leyéndole incluso el periódico para que recuperara conciencia de la vida y del mundo. Ya está mejor, dicen, ya se relaciona, ya está en la vida. Pero aún no está en condiciones, por ejemplo, de acudir al homenaje que le preparan veinte amigos, que pudieran ser veinte mil, pues todos, en la canción, en las artes, quieren tanto a Aute… Es como el Julio Cortázar español, querido por todo el mundo. 

Dice Joaquín Sabina: “Es un caso único, no sólo de la canción: también en la poesía, en la pintura y en cualquier disciplina que ha querido tocar, siempre con original y singular atrevimiento. Es decir, un hombre del Renacimiento en pleno siglo XXI y un maestro y un amigo”. Sabina y Serrat, y otros dieciocho artistas amigos del artista ausente, se juntarán para ponerle música a un arte que ha convertido al autor de De alguna manera en “un animal único”. El homenaje será el 10 de diciembre en Madrid (Wizink Center) y se titula ¡Animo, animal! 

Es un concierto de música. Pero podría ser una antológica de la pintura, o un recital de cine, pues Aute, que nació en Manila en 1943 y se vino a España a los once años, es un artista total, o un animal total, por seguir su propia descripción del hombre que tiene dos pies sobre la tierra. Ha escrito, ha retratado, ha hecho películas, y ha viajado, a América, a todo el mundo, con el único equipaje de su genio, pues, y esto no es metáfora, se sube a los aviones descalzo, despojado de equipaje, y hace del trayecto un tiempo largo de meditación. De ese silencio nacen luego todas las artes que lo componen. Es, dice Rosa León, “un renacentista”.

Aquel doble infarto volviendo de Huelva interrumpió una vida marcada por un viaje insólito a través de todas las artes y por un modo de componer que desafió, en tiempos más oscuros, la comprensión de los censores. El autor de Al alba, que fue tomada como testimonio contra los últimos fusilamientos franquistas, se ha ido recuperando y sigue esa lenta aspiración a la normalidad, animado por Maruchi Rosado, su mujer, y por sus hijos Miguel, Pablo y Laura.

En los dos meses en que Aute estuvo en coma, en un hospital de Madrid, Miguel sintió que la lectura del periódico (de este periódico) podría devolverle conciencia del mundo. Y durante largo tiempo le ha leído la historia cotidiana, que él escuchaba en medio del largo sueño. Ahora el artista está con medicación preventiva, hace vida familiar, a la espera de su recuperación. Los infartos afectaron a la vista, al habla y al movimiento de sus extremidades. Aquellas noticias terribles de hace más de dos años no preveían la fortaleza de Aute y tampoco la fuerza de ánimo de su familia.

Serrat dice desde Chile que a Aute los amigos lo llaman Luis Leonardo, por ese carácter renacentista que pone de manifiesto Rosa León. Es, también, como un abad de Silos, “un artista pensando, en silencio, para dar al arte sus partituras, sus imágenes y su inteligencia. Con él y sin él he cantado muchas veces De alguna manera”. Así lo descubrió en 1965, en Televisión Española, cantando Aleluya. “Era una voz estimulante, una letra estimulante, que animó a gente que, como yo, estaba buscando algo similar. Era una manera de entender la música, de plantear las canciones, de mostrarlas a la gente. ¡Y me une con él que habla catalán!”

Rosa León, que hizo de Al alba uno de sus himnos, añade sobre el carácter de Aute: “Lo que más se conoce de él son sus canciones. Sus letras, nada fáciles, están acompañadas de una música que hace que esas letras sean fácilmente comprendidas por todos”. Aute ha hecho de lo críptico un modo de excitar la imaginación de los que lo escuchan o lo leen. Es, como dice Ana Belén, “un artista total en las diferentes disciplinas en las que se manifiesta

Dice Teddy Bautista, uno de los amigos que más cerca ha estado de Aute en estos dos años de lucha, que no hay nadie como este animal único “para componer la banda sonora de la Transición y su resaca posterior”. Es “el escultor de canciones, el pintor de poemas. Hay que girar 360 grados para abarcar al artista y su arte, y sería precisa también una guía etimológica para descifrar a Aute, autor de recorrido por las palabras y los sonidos más bellos de nuestro tiempo”. Para Bautista es “precursor de lo diverso, legado del Renacimiento”. Preparaba con él un libro que se iba a titular La Divina Comedia de Aute. Pero el infarto impidió reemprender la idea.

Para los cantautores es el rey de los hunos, el llanero solitario, el último mohicano
ALEJANDRO SANZ.

Dice Teddy Bautista, uno de los amigos que más cerca ha estado de Aute en estos dos años de lucha, que no hay nadie como este animal único “para componer la banda sonora de la Transición y su resaca posterior”. Es “el escultor de canciones, el pintor de poemas. Hay que girar 360 grados para abarcar al artista y su arte, y sería precisa también una guía etimológica para descifrar a Aute, autor de recorrido por las palabras y los sonidos más bellos de nuestro tiempo”. Para Bautista es “precursor de lo diverso, legado del Renacimiento”. Preparaba con él un libro que se iba a titular La Divina Comedia de Aute. Pero el infarto impidió reemprender la idea.

Todos quieren a Aute, celebran que el mal augurio de aquel agosto no haya cumplido sus fatales expectativas, que Aute siga deletreando en presente su vida de artista poliédrico, de animal único. Desde su casa, este hombre que regaló música y otros sueños, sabrá del concierto en el que resonarán palabras con las que amigos suyos componen hoy este retrato de Aute a la espera de amanecer de nuevo y ver, como él ha escrito, “las estrellas que me indiquen algún sol”.

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