UN RECUERDO MUY LINDO
Palabras de amor (de Luis García Gil)
2 de mayo 2015
De vez en cuando la vida toma conmigo café y a colores se despliega como un atlas. Cada vez que vengo a Barcelona desde Cádiz, en mi maleta de sueños me acuerdo de esta canción de Joan Manuel Serrat. Porque algunos de esos hermosos momentos de mi vida literaria tienen que ver con esta ciudad, en donde presenté algunos de mis libros: Serrat, canción a canción a principios de 2005 y más tarde Jacques Brel, una canción desesperada, Serrat, cantares y huellas y Joan Isaac, bandera negra al cor. Me siento como en casa en esta Barcelona de mil perfumes y mil colores, en donde voy encontrándome cada vez con más amigos que me llevan por los recovecos del Barrio Gótico o me hacen partícipe del inmenso paisaje humano de las Ramblas.
Aquí vengo convocado por, precisamente, uno de esos amigos entrañables, mi querido David Escamilla al que cariñosamente suelo llamarle el nuevo Jordi Sierra i Fabra por esa capacidad de entregar y entregarnos libros y más libros que son fruto de un talento y una exigencia constantes con las que llena esa casa del tiempo o casa del temps en la que alberga la poesía de la vida.
¿Te acuerdas David de nuestro primer encuentro en la Cafetería Zurich en la Plaza de Catalunya? Allí ya nos quedó claro cuantas cosas nos unían y hermanaban en nuestro andar cotidiano. ¿Te acuerdas de eseMar de invierno que hicimos viajar hasta el Festival de Alcances de Cádiz? ¿Y de aquella hermosa presentación compartida de Serrat, material sensible, tu libro-entrevista dedicado a Joan Manuel? Son cálidos momentos de amistad, momentos compartidos a los que hoy se suma la presentación de esta flamante novela Palabras de amor, una novela en cuya amorosa travesía cuajada de espinas laten unánimes los acordes de una canción, de una enorme canción: “Paraules d’ amor” (“Palabras de amor”) de Joan Manuel Serrat con quien también tanto queremos.
Yo que soy un lector lento, de esos que le gustan volver sobre lo andado, subrayar lo ya subrayado, anotar en los márgenes de las páginas impresiones y anotaciones muy particulares, devoré tu libro en apenas un par de días y ten en cuenta que tengo una hija de cuatro años que limita maravillosamente mi tiempo de lector voraz, inyectándome en vena capítulos de la cerdita Peppa Pig, de los duendes Ben y Holly y de la Princesa Sofía.
Pero este Palabras de amor engancha, es literatura hecha desde el corazón, y trata de la vida que a veces se ensaña con quien no lo merece, retrato de un tiempo de grisuras en el que amar y soñar podía tener consecuencias ciertamente funestas. Pero ese tiempo habitado por María y Ramón, protagonistas de tu relato, es el tiempo también de la esperanza, de la lucha por la libertad de la que forman parte canciones como “Paraules d’ amor”, tan viva hoy como el primer día.
En el amanecer de aquella mañana de primavera del año 1967, una lluvia tibia y tímida empezó a llenar de gotas y melancolía la calle Caspe de una Barcelona nublada y gris. El último día del mes de marzo, los olores y los colores de la vida se habían hecho especialmente visibles para un mago de las ondas que cada día entraba en las casas de la gente, sin llamar a la puerta ni pedir permiso. Cuando Salvador Escamilla hablaba, la gente no sólo recibía palabras y música, sino caricias, abrazos e ilusiones.
Así comienza esta novela cual sutil oleaje que antes de encresparse trae consigo el latido memorable de tu padre, el primer Palau de Serrat con lo que era hacer el Palau para un artista y el eco juvenil de unos amantes que vivirán para siempre en los acordes de “Paraules d’ amor”, que vivirán para encontrarse, para volverse a hallar en todo lo que vive y en todo lo que sueña.
Te leo, David, describiendo a tu padre, y pienso también en el mío, poeta en tiempo de posguerra en un Cádiz muy oscuro escribiendo en su casa de la calle Cervantes un poema titulado “Elegía para Antonio Machado”, un poema que muchos años más tarde Joan Manuel Serrat recitaría en un documental que dediqué junto al cineasta Pepe Freire a su memoria. Y la vida vive de estos hermosos entrelazamientos, de tu padre diciendo al aire Bon Dia Catalunya, Bon Dia y una cançó, de mi padre mirándose en los ojos de mi madre en un tren camino de Madrid, de las secuencias vitales que nos pertenecen, que nos hacen viajar al origen de las cosas, a la huella paterna y materna que nos define.
Pero no quiero desviarme de mi cometido en esta presentación. Cuando me llamaste y me hiciste participe de esta puesta de largo de tus Palabras de amor me dijiste que hablara de la canción de Serrat como estudioso de su ingente y maravillosa obra. Y te confieso que hablar de “Paraules d’ amor” delante del autor de “Paraules d’ amor” no me resulta nada fácil. ¿Quién mejor que Serrat para hablar de “Paraules d’ amor? Como sabes uno más que explicar a Serrat a través de sus canciones se ha explicado a sí mismo a través de Serrat, como tantísima gente por otra parte.
Porque todo empezó hace algún tiempo. Alguien que llega a un estudio de radio con la guitarra y los sueños al hombro. El noi del Poble Sec comenzaba su historia musical con canciones nacidas de lo más profundo de su pensamiento, de su vivencia, de su juventud temprana. Todo empezó hace algún tiempo. 50 años ya temblándonos en la piel y en la memoria de todos los días. Aquel muchacho se sigue hoy subiendo a un escenario, sabedor del valor que entraña una canción, del valor que él ha sabido darle a la canción. Todo empezó hace algún tiempo. Y continúa. Y en ese trascurrir y latir hay canciones que siguen conservando su magia intacta. Es el caso de “Paraules d’ amor”.
En mi maleta que traje desde Cádiz, aparte del manojo de sueños, traje este EP de Joan Manuel –dos canciones por la cara A, otras dos por la cara B- donde por vez primera quedó registrada la canción que da nombre a tu novela. Joan Manuel se abría paso en el siempre difícil e incierto mundo de la música y era capaz con veintipocos años de alumbrar canciones de la intensidad y riqueza de “La tieta”, de la “Cançó de bressol”, de la “Cançó de matinada” o de “Paraules d’ amor” que edita bajo el sello Edigsa en 1966. Como responsable de los arreglos musicales aparecía Francesc Burrull y como encargado de la dirección musical Salvador Gratacós. Son los primeros vestigios de Serrat en el contexto complejo de la llamada Nova Cançó. Desde sus primeras canciones Serrat empieza a sentar las bases de una obra que va a trascender, que va a encontrar una respuesta masiva de una audiencia necesitada de artistas que profundizaran desde un punto de vista expresivo en el lenguaje y en la temática de las canciones. El ejemplo de la canción francesa fue muy importante. Pero no fue el único. En Serrat la copla fue también muy importante, por lo que tenía de cimiento narrativo para modelar una canción. Como decía Manuel Vázquez Montalbán “la temática y el lenguaje de Serrat sorprendía en un ambiente de superestructura regresiva y represiva”.
Esta primera grabación de Paraules d’ amor dura tres minutos con veintidós segundos. Tres minutos para detener el tiempo, para contar ese amor que es fugitiva permanencia, ese primer destello del deseo en los labios, esa primera tonada adolescente de quienes se toman las manos y se miran y se sueñan con la inocencia a flor de piel.
Contraviniendo a Eliot abril no fue el mes más cruel aquel día 1 y 2 del citado mes de 1967 cuando Serrat se presentó como artista principal en el Palau de la Música, en un cartel en el que David Escamilla sitúa a su protagonista femenina. Traje conmigo también una entusiasta reseña de Armando Matías en la revista Fans (24 de abril de 1967), termómetro de la música popular de la España del momento, en la que empieza diciendo que Joan Manuel Serrat es hoy por hoy la figura más importante de la canción catalana. Serrat canta en el Palau de la Música sus “Paraules d’ amor” al principio y al final de la novela que viaja de aquel consagratorio 1967 a febrero de 2009. Así lo escribe David:
Aquella mágica noche de febrero del año 2009, en plena conmemoración del centenario del Palau de la Música, estaba a punto de celebrarse un concierto muy importante a cargo de Joan Manuel Serrat. El artista recordaba su primer concierto en aquel mismo escenario en el año 1967, en el cual una joven y soñadora María Riera había interpretado una bonita y dulce nana…
Las “Paraules d’ amor” formarían parte también del segundo elepé de Serrat con canciones originales en catalán. Los arreglos y la dirección musical de este disco son ya de Ricard Miralles que también formará parte de aquel disco en directo que Serrat registra a mediados de los años ochenta y en el que el público corea las estrofas de una canción que ha formado parte de ceremonias diversas, de bautizos y velatorios, de noches de boda y karaokes perpetrados con nocturnidad y alevosía y también parte de esa intimidad de tantísimas personas que han ido a encontrarse con la canción para acompañar de algún modo un instante determinado de sus vidas.
¿En qué momento debí escuchar por vez primera “Paraules d’ amor”? Pues muy probablemente a escondidas en el equipo de música de mi padre y en un cuádruple elepé antológico en catalán titulado Serrat 12 anys. Como el “Ne me quite pas” de Jacques Brel las “Paraules d’ amor” ya han abandonado a su creador y son de la gente que la incorporado a su propia experiencia, como quien se pone un traje a medida. Las ha cantado el frutero o el panadero, la ama de casa mientras hacía las camas, la adolescente herida de amor o el profesor universitario que la ha compartido a su vez con sus alumnos. Porque es de esas canciones cuya melodía nos puede llegar del fondo mismo de una verbena, en una geografía brumosa o remota, tocada por una orquesta que ni siquiera conoce al autor del prodigio que hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor.
Una canción que acarició con sus dedos infinitos Tete Montoliu y con las cuerdas de su guitarra Josep Maria Bardagí, una canción que le escuchamos en euskera a los hermanos Andone e Irune Argoitia y a la venezolana Soledad Bravo quien grabó una impecable versión en castellano. Palabras de amor que hicieron suyas Moncho, Amaya Uranga o Rosario Flores, llegando hasta audiencias más jóvenes a través de Alejandro Sanz –primero- o de Pablo Alborán –más tarde- que precisamente la ha grabado con Serrat en la Antología desordenada. Hace poco en su casa madrileña me contaba Aute la magia de determinadas canciones que formaban parte de su particular devocionario y en un lugar preferente situaba Paraules d’ amor que llegó a cantar en su disco Entre amigos y a compartir con Serrat en alguna ocasión.
Me gustaría terminar con un símil futbolístico –que sé que Serrat me lo va a agradecer- Paraules d’ amor es Mágico González –primero permítanme que barra para casa y evoque con la referencia al salvadoreño al Cádiz de los años 80, el de mi infancia- y Paraules d’ amor –prosiguiendo el símil balompédico- es también Kubala y Messi con el balón atado al pie, es una secuencia de poesía que atraviesa 50 años de nuestras vidas, de nuestros gozos y sombras particulares. Fue tomar guitarra y papel y expresar lo máximo en el mínimo tiempo posible. Fue ensanchar el mundo de las emociones y encontrar de pronto el milagro revelador de las palabras que expresan mundos, sensaciones que son capaces de evocar un sentimiento amoroso, retorno de lo vivo lejano que dijera Alberti, viejas notas, viejos acordes, viejas palabras de amor.
Pero ¿Quién ama? se preguntaba Miguel Hernández ¿Quién dice amor con la lágrima exacta? se preguntaba mi padre, José Manuel García Gómez, en un poema. ¿Quien no ha regresado a ese primer amor, a esa primera tarde de campanas al viento, de mariposas en el estómago? Viejas notas, viejos acordes, viejas palabras de amor, como las de esta novela de David Escamilla tan conmovedora que ya agota ediciones y que es fruto también de un empeño editorial – el de Alfabia- exquisito con un catálogo ciertamente irreprochable.
Una canción que acarició con sus dedos infinitos Tete Montoliu y con las cuerdas de su guitarra Josep Maria Bardagí, una canción que le escuchamos en euskera a los hermanos Andone e Irune Argoitia y a la venezolana Soledad Bravo quien grabó una impecable versión en castellano. Palabras de amor que hicieron suyas Moncho, Amaya Uranga o Rosario Flores, llegando hasta audiencias más jóvenes a través de Alejandro Sanz –primero- o de Pablo Alborán –más tarde- que precisamente la ha grabado con Serrat en la Antología desordenada. Hace poco en su casa madrileña me contaba Aute la magia de determinadas canciones que formaban parte de su particular devocionario y en un lugar preferente situaba Paraules d’ amor que llegó a cantar en su disco Entre amigos y a compartir con Serrat en alguna ocasión.
Gracias Joan Manuel por tanto y gracias David por esta magnífica novela que nos has regalado y por hacerme participe de esta fiesta, tu fiesta. De vez en cuando la vida toma conmigo café y a colores se despliega como un atlas.
Texto leído en la presentación de Palabras de amor de David Escamilla, La Central Mallorca, Barcelona, 28 de abril de 2015.
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