Los pecados de Joaquín Sabina, según sus amigos: se estrena el documental que muestra su lado más personal
El documental 'Pongamos que hablo de Sabina', se estrena en la plataforma de pago de Atresmedia este domingo 24 de mayo
SUSANA ELGUEA 24/05/2020 - 06:00 h. CEST
Joaquín Sabina está presente en el confinamiento en España como los ojos del Guadiana; no sale de su casa desde que recibió el alta, a finales de febrero, tras ser operado de un hematoma intracraneal tras su caída al foso durante un concierto en Madrid el 12 de febrero, el mismo día que cumplía 71 años, pero, como el río, reaparece al llegar abril. Media España se dio cuenta de que esto del coronavirus nos había robado el mes de abril… y ahí estaba Sabina con su profética letra de 1988. La canción, un tema que encadena historias de perdedores, ha sonado en radios, televisiones y balcones para amenizar el encierro en casa como augurio poético de lo que el estado de alarma nos dejó. Incluso una veintena de artistas versionaron ese tema de Sabina para recaudar fondos para Médicos Sin Fronteras en la lucha contra el COVID-19.
Sabina volvió a aparecer, sin moverse de su casa en la plaza de Tirso de Molina de Madrid, con las versiones de un matrimonio confinado en Vigo que cambió la letra de 19 días y 500 noches para cantar Tropecientos días y otras cuantas noches; y volvimos a recordarle, cuando Los Secretos y Pancho Varona unieron en una versión para la historia de la música en España el Ojos de Gata de los hermanos Urquijo y el Y nos dieron las diez de Joaquín Sabina.
El Sabina canalla, generoso y golfo
Ahora ese caudal de letras, música y poesía retrato de la historia de España que es Joaquín Sabina regresa en forma de documental en tres capítulos que la plataforma de pago de Atresmedia estrena este domingo 24 de mayo. Este primer documental de producción propia de Atresmedia nos muestra a un Joaquín Sabina visto con la mirada de sus amigos, que hablan de un tipo sin pelos en la lengua, canalla, generoso, desinhibido y licenciado en golferío.
El documental está dirigido por Alberto del Pozo. Ha pasado un año trabajando en este proyecto al que llegó siendo “poco Sabinista”, según cuenta en conversación con la SER. “Yo conocía más al personaje que al cantante, pero ahora soy sabinista a muerte”. Del Pozo defiende que, desde esa posición neutral, ha logrado un producto que, por un lado no defraude a los fans del cantautor y, por otro, guste a los que no conocen la música de Sabina. Desde esa “mirada limpia” de Alberto del Pozo surge un documental que recorre la vida “del autor de los autores en España”. “Su vida es apasionante, él lo ha contado todo… sus adicciones, sus amores, su pasión por los toros, su alma colchonera…”, explica el director.
Sin embargo, en estos tres capítulos no aparece Joaquín Sabina. Se ha intentado, pero los problemas de agenda, nos cuenta Del Pozo, sumados al accidente del concierto de Madrid en febrero y la llegada del estado de alarma en marzo, lo han hecho imposible. “Hemos perdido algo, pero al mismo tiempo hemos ganado mucho. Su ausencia da valor al documental porque él ya lo ha contado todo de su vida y es mejor que hablen sus amigos”.
Del arresto domiciliario a la depresión
Y vaya si hablan sus amigos. En cada capítulo, de media hora de duración, descubrimos sus pecados, las drogas, el arresto domiciliario, los clubs de alterne… en las voces de Ana Belén, el Gran Wyoming, Leiva; y de personas que por primera vez cuentan delante de una cámara su historia de amor con Sabina, como Cristina Zubillaga. Ella es la protagonista de 19 días y 500 noches, y se queja de la letra de la canción: “Yo no le abandoné como se abandonan los zapatos viejos”. Por ella nos enteramos cómo era el Sabina de los años 80 y el por qué esos años medio Madrid tenía llaves de su casa para acudir a fiestas cada noche. El crítico de cine Carlos Boyero y el músico Alejo Stivel eran habituales de esas noches de copas y crear creación de temas.
Su guitarrista, Pancho Varona, cuenta emocionado cómo vivió la noticia del ictus que sufrió Sabina en 2001, que luego acabó en una depresión de la que habla con mucha naturalidad con Almudena Grandes. “Torea la depresión bastante bien porque es una compañera de viaje”, cuenta en el documental la escritora madrileña. Otro de los momentos más altos del primer capítulo es oír a Ana Belén relatar el “miedo” que vio en Joaquín al subir junto a ella en un concierto en Madrid que suponía su regreso al escenario tras el ictus. Juntos cantaron A la sombra de un león, imágenes que recoge el documental con la narración de la cantante madrileña.
Atresmedia recupera resúmenes de entrevistas del propio artista en las que cuenta cómo salió del ictus y la depresión y dejó atrás la coca y otros excesos, y volvió a enfrentarse con el agujero en 2014 cuando un ataque de pánico impidió que acabase un concierto en su ciudad fetiche, Madrid, que remedió con otro directo para la historia en el mismo escenario. El miedo a defraudar se quedó desde entonces en su cabeza.
En el documental se volverá a reunir el primer grupo que tuvo Sabina, en su Úbeda natal, cuando tenia 16 años. Era uno de los guitarras de Merry Young, y podremos verles volver a interpretar la primera letra que Sabina escribió con ellos. “Cuando Joaquín vea el documental recordará cosas de su vida que no recuerda”, señala Alberto del Pozo.
El documental que se estrena este domingo es imprescindible para seguidores del flaco de Úbeda pero también para quien quiera descubrir en la vida de Joaquín Sabina una historia apasionante, que al mismo tiempo es la historia popular de España desde los años 70 hasta la actualidad. Es un recorrido por todo el archivo audiovisual del artista, incluyendo material inédito, una canción grabada en cassette en su época de Londres que nunca ha visto la luz y fotografías inéditas cedidas por Javier Salas, el fotógrafo autor del desnudo integral de Joaquín Sabina. Otro de los atractivos del documental es el cierre de cada capítulo: Zahara, Salvador García Pitu y Pablo López los cierran con tres versiones muy especiales de Sabina. Pongamos que hablo de Madrid, Contigo y Quién me ha robado el mes de abril.
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