Todo Serrat en 50 años de recuerdos
Una muestra en Arts Santa Mònica repasa la trayectoria del artista a través de fotos, discos, el taburete de Bocaccio que le acompaña en los conciertos y hasta el título que le acredita como «sexador de polluelos»
ANA MARÍA DÁVILABarcelona Actualizado:03/06/2015 09:14 horas
Foto 1:Serrat en el 68, en su primera visita a Londres.
Foto 2:En un concierto en el Palau de la Música.
Foto 3:Con la camiseta del Barça.
Foto 4:Con Benedetti en el 85.
Foto 5:Dándole un beso a Tete Montoliu
Todo comenzó con una guitarra prestada que le abrió las puertas del mundo que luego sería el suyo. Después vendrían las canciones; esas canciones construidas con una particular sensibilidad musical y poética que, con el paso del tiempo, le llevaría a convertirse en uno de los más grandes artistas del siglo XX. Una voz capaz de poner banda sonora a la vida de muchos. De millones. De casi todos.
El 18 de febrero de 1965, en el estudio Toresky de Radio Barcelona, en el programa Radioscope de Salvador Escamilla, un todavía desconocido Joan Manuel Serrat ofrecía su primera actuación en público. Ahora, y en el marco de la celebración de medio siglo de inigualable trayectoria, Arts Santa Mònica presenta una exposición que recoge, con todo mimo y detalle, la enorme singularidad de esta vasta trayectoria.
Integrada por más de 800 objetos -entre ellos, la primera guitarra del cantante, su primera máquina de escribir y el célebre taburete de Bocaccio que le acompaña en todas sus actuaciones-, 300 discos, 250 fotografías -muchas de ellas inéditas- y unos 40 carteles, Serrat. 50 anys de cançó se estructura en torno a nueve ámbitos temáticos que actúan «como trampolín» para explicar la vida y obra del artista.
«Se trata de ir pasando a través de estos 50 años, desde la primera canción que interpretó en público, e ir deteniéndonos en algunos aspectos que nos permitan entrar en las múltiples personalidades de Joan Manuel Serrat, un artista de personalidad sin duda calidoscópica. Ésta es una exposición que tiene muchos niveles de lectura, sensitivo, visual, auditivo, y que está pensada tanto para la gente que le gusta Serrat, como para la que no le gusta», señala el crítico musical Miquel Jurado, comisario de la exposición junto con Lluís Marrassé y Fermí Puig.
Ayer, en la presentación de la muestra que permanecerá abierta hasta el próximo 13 de septiembre, y que posteriormente se espera viaje también fuera de España, un visiblemente recuperado Joan Manuel Serrat -«estoy estupendamente, no hace falta que me sigáis preguntando cómo estoy», bromeaba- hacía pública su satisfacción por el resultado de la iniciativa.
«Me siento muy gratificado por todo el afecto que han puesto los que han organizado esto, los que han reunido todos estos objetos y han hecho con ellos un recorrido comprensible», señalaba el cantante, que confesaba también sentirse un tanto abrumado ante aquel despliegue público de su historia. «Tengo como una sensación de falta de aire, y de una cierta vergüenza, también, al ver expuestas todas estas cosas que normalmente están guardadas en cajas y que muchas de ellas pertenecen a mi ámbito personal».
Entre las singularidades que exhibe la muestra se encuentran también partituras y borradores manuscritos de algunas de sus primeras canciones; dos libros dedicados por el Nobel de Literatura Pablo Neruda, al que Serrat visitó en Chile en agosto de 1970, poco antes de las elecciones que dieron el triunfo a Salvador Allende; ediciones de sus discos procedentes de distintos países del mundo, entre ellos Irán; programas y entradas de conciertos, y vestuario de algunas actuaciones. También está su primer pasaporte, el título profesional que le acredita como «sexador de polluelos» o las acreditaciones de prensa, en calidad de comentarista radiofónica para la Cadena Ser del Tour de Francia de 1984.
Buena parte de todo este generoso material proviene del archivo personal del artista, que ha atesorado durante décadas todos sus recuerdos. Un «hecho extraordinario», según el comisario Fermí Puig y que el cantante atribuye, simplemente, a que «soy catalán». Eso sí, Serrat se mostró dispuesto a hacer transferencia de su fondo privado si una institución estuviera interesada. «No me lo he planteado nunca porque nunca he pensado que tuviera valor, pero tampoco tengo ningún interés en tenerlo», dijo.
Una banda sonora colectiva
Como no podía ser de otra manera, Serrat, 50 anys de cançó tiene una importante lectura sonora. Y no sólo por las grabaciones que pueden escucharse a lo largo del recorrido. En un escenario decorado con uno de los telones que el artista Philip Stanton creó para la gira Tarrès-Serrat, la exposición abre sus puertas a artistas y público que quieran reinterpretar a Serrat. Tras el acto inaugural de anoche, que contó con la presencia del maestro Francesc Burrull, por el escenario del Santa Mònica pasarán próximamente Andreu Rifé, Bruno Oro, Salao y Maria Coma. Paralelamente, todos los sábados de junio y julio, cualquier persona que lo desee podrá también ofrecer su versión de un tema serratiano, actuación que será recogida en una grabación que, posteriormente, le será entregada al artista a modo de obsequio
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