Volver a pasar por Mediterráneo: emocionante regreso de Serrat a Mendoza
Como el de Serrat debe haber muy pocos casos en el mundo. Esto de aparecer en un escenario y que el público deje su butaca, se ponga de pie y aplauda por largos, larguísimos minutos, con profunda admiración y respeto. Muestras de afecto semejantes son recurrentes al final de los shows, pero que suceda al principio de un concierto, cuando la nave aún no ha zarpado, da la pauta de que se trata de algo -alguien- excepcional
Para la Argentina el cantautor y músico catalán es alguien excepcional y cuando regresa por aquí, en el pueblo hay fiesta. Luego de pasearse por varios destinos de nuestra geografía, el Nano volvió a Mendoza y el gesto mencionado al principio de este artículo ocurrió la noche del sábado en el auditorio Ángel Bustelo. La gente le dio la bienvenida con ese cariño y devoción que provoca anticipando el calor de un reencuentro atravesado por la música y las emociones. Además de un espectador de lujo que ya se revelará...
De este modo es que los temas del icónico disco fueron yendo y viniendo hacía la playa de los recuerdos como las olas de ese mar evocado. «La mujer que yo quiero», «Tío Alberto», «Lucía», «Barquito de papel», «Vencidos», «Aquellas pequeñas cosas», «Pueblo blanco», «Mediterráneo», y así... Con una extraordinaria y experimentada banda de músicos haciéndolo posible y la calidez de Serrat siempre presente a cada momento.
Esa fue la primera parte del concierto porque después vinieron más canciones y más situaciones para atesorar en la memoria. Una de ellas fue la sorpresa de que entre el publico estaba nada más y nada menos que Quino, o Quinito, como lo llama Serrat a su amigo y creador de uno de los universos de humor gráfico más inigualables. Nuestro Joaquín Salvador Lavado Tejón. Bueno, el de todos...
«Está Quino. Biógrafo de un tiempo de la historia Argentina. De su pluma, de su corazón han salido personajes que se han multiplicado en cada una de las manos en que han caído sus libros. Haber podido andar por la vida, presumiendo que tengo de amigo a Quinito no es moco de pavo», dijo el español y el Bustelo estalló en aplausos.
«Quiero agradecerte como la primera vez que te vi. Como la primera vez que nos bebimos una botella de vino juntos. Como siempre, y cada una de las veces que la vida me ha tocado el hombro para decirme: qué amigo tienes. Gracias. Gracias».
El sur busca al norte y oriente busca a occidente. Y mientras tanto, Europa cada vez más vieja, cada día más mezquina, cada día más miserable, cierra puertas, tiende alambrados, y borra de su diccionario cotidiano no sólo palabras como solidaridad, sino que elimina algunas como justicia. Es en el Mediterráneo que se están produciendo éstas terribles tragedia", sentenció el trovador invitando a la reflexión. Más aplausos llegaron hasta el escenario en complicidad con sus palabras y con su mirada del mundo.
Después hubo más canciones. Hubo bises. Hubo saludos a cada uno de los integrantes de la banda que lo acompaña. Hubo también algunas lágrimas robadas a la emoción de alguna letra que estremeció el alma. Serrat provoca todo esto. Por eso no es un artista más para este país. Por eso en la biografía publicada en su página web él mismo reconoce que su carrera le permitió convertirse también en un latinoamericano nacido en Barcelona. Entre esa orilla y esta orilla, hay un océano que no divide porque está unido por la canción que se reconoce en el pueblo. La que resiste, la que no se doblega ante el poderío. La que salva. La que moviliza, la que testimonia su época. Puede que Serrat sea sólo un hombre con una guitarra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario