jueves, abril 02, 2009

Serrat provoca júbilo nostálgico


(El mismo escenario diseñado en 1984, en el que la mesilla da al cantautor la oportunidad de hacer pausas dramáticas. foto: j.v.landin.)


Serrat provoca júbilo nostálgico

SYLVIA G. SABORIDO - Vigo - 01-04-2009

Un Caixanova lleno se rindió ante el dominio escénico y las canciones de siempre del cantautor

Entre las historias que cuenta Joan Manuel Serrat sobre el escenario, que presume de cuentista, está la de que prefiere el júbilo a la jubilación. Y ayer arrancó júbilos nostálgicos al público que abarrotó Caixanova con canciones que ya hace 30 años pertenecían al cancionero sentimental español. Con menos voz que antaño y capaz de trampear un fallo con su conocido ’temblor’, Serrat demostró ayer que como showman del music hall (la veteranísima gira comenzada en 2005 ’Serrat 100x100’ tiene mucho de clásico) está a años luz de los jóvenes cantautores. Y precisamente su humor sorprendió al público menos ’serratista’, no instruído en el humor mediterráneo, a veces golfo, del catalán. Con el mismo y elegante escenario que diseñó para él Fabiá Puigserver en 1984, en negro y con gran estrella blanca que refleja las luces, a veces rojas, otras violeta, el viejo ’noi del Poble Sec’ sacó ayer el mejor partido de una mesa, con jarrita de agua, una silla y un taburete. Introducido por su pianista Ricardo Miralles, ’somos como un matrimonio sin sexo, o sea, como un matrimonio’, comenzó, toda una declaración de intenciones, con la machadiana ’Cantares’ (’todo pasa y todo queda’), mientras el rostro del escritor se proyectaba en la estrella. Pronto el ritmo de ’Los fantasmas del Roxy’ provocó la primera ovación, al igual que la recuperada y no muy conocida ’La bella y el metro’, con esfuerzo teatral del cantautor, ’Tu nombre me sabe a hierba’ (desde el principio), o ’Esos locos bajitos’.

Sabio uso de un repertorio que es memoria

Cuentan que detrás de la garra de Sabina en su aún recordada gira con Serrat, estaba el ’cerebro’ del catalán, que lo controlaba todo. Ayer controló hasta el final los tempos de su repertorio, mil veces interpretado, para intercalar sentimiento o sentimentalismo con humor y ritmo y que nadie estuviese esperando por ’Mediterráneo’, esa canción que parece identificar también a cántabricos y atlánticos y que tiene su versión mala en el ’Soy un truhán, soy un señor’ de Julio Iglesias vino casi al final, reservado a ’Para la libertad’. Y dos bises también muy bien estudiados, ’Lucía’ y ’Hoy puede ser un gran día’.


Información de: http://www.atlantico.net/

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