Fecha publicación: 26/07/2009
El cantautor recordó sus mejores temas entre bromas y anécdotas
Serrat al cien por cien
María Cuenca
“Cuando alguien hace algo que deja de ser de uno y pasa a ser de todos, eso es el éxito”. Lo dice Joan Manuel Serrat y su concierto en Ávila, podría decirse que íntimo, dio buena muestra de ello. Una lección de música y de filosofía de vida en la que, como su gira, se mostró “al 100 x 100”.
Con un escueto escenario tímidamente iluminado, su guitarra, un taburete y su inseparable Ricard Miralles al piano, fue desgranando algunos de los mejores temas de su larga carrera discográfica ante un Palacio de Congresos prácticamente lleno que disfrutó de un Serrat simpático, gracioso, dicharachero y, sobre todo, agradecido con el público.
A las primeras notas al piano de ‘Sinceramente tuyo’, antes de que el cantautor apareciera sobre el escenario, el auditorio ya estalló en aplausos. Fue sólo un aperitivo para lo que vendría después: dos horas de concierto en las que la música, su desgarrada voz y su particular sentido del humor quedaron flotando cada instante en el ambiente. Todo un recital.
Noche de música y de confesiones
Se presentó con ‘Cantares’, su homenaje a Antonio Machado, y, después, entre bromas y anécdotas en las que relató, por ejemplo, cómo su madre “quería que fuera una nena”, fue hilando la historia de su música. ‘Me gusta todo de ti, pero tú no’, ‘Si hubiera nacido mujer’, ‘Esos locos bajitos’, ‘Aquellas pequeñas cosas’, ‘Penélope’, ‘Romance de Curro El Palmo’, ‘Es caprichoso el azar’… Cada tema fue agradecido con aplausos desde los primeros acordes, especialmente algunos de los más conocidos, casi míticos, como ‘Tu nombre me sabe a yerba’, ‘Mediterráneo’ o ‘Para la libertad’.
Cuando no cantó, habló con el público como quien lo hace con unos cuantos amigos, casi confesándose, contando historietas. Y proverbios orientales, que de estos hubo varios, desde el que dice que “nadie se baña dos veces en el mismo río” o que “quien no sabe sonreír no debe abrir una tienda”, hasta que “una mala racha termina cuando empieza otra buena”, o, ya para despedirse, “vive cada día como si fuera el último, algún día acertarás”.
Y si el auditorio se mostró entregado, no lo hizo menos Serrat, que, tras despedirse, volvió para recordar, a petición del público, ‘Lucía’, íntima con su voz sólo acompañada por las notas del piano, y, ya para finalizar, ‘Hoy puede ser un gran día’, con el público en pie y ovaciones y flores para el compositor. “No nos olvidéis, nosotros no podemos ni debemos olvidaros a vosotros”, les dijo, mientras él también les dedicó sus aplausos.
Información de http://www.aviladigital.com/
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