miércoles, agosto 12, 2009

Agosto, hora de la siesta


Agosto, hora de la siesta

'Grease', Serrat y Celia Cruz se cuelan en el momento más tranquilo

CARLOS MARCOS - Madrid - 12/08/2009

Hay alguien en la calle de López de Hoyos que no está ejerciendo su derecho a disfrutar de una siesta. De una de las ventanas se abre paso la inconfundible voz temblorosa de Serrat. El volumen no llega a cotas discoteriles, pero la canción es reconocible: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar/ golpe a golpe, verso a verso". Si el oyente aprobó el primero de serratología diría (y acertaría) que es la versión original de Cantares, pieza que el cantautor catalán incluyó en aquel disco antológico, Dedicado a Antonio Machado, poeta, de 1969.

La voz de Serrat se pierde al seguir caminando hacia la glorieta de López de Hoyos, donde, el escenario, a las 15.30 de un domingo de agosto, es desértico.
La gente duerme la siesta a pierna suelta y la única banda sonora la provoca la naturaleza. La caricia del viento sobre las hojas provoca valses en las alturas y rap por las bajuras.

El sonido de las hojas secas recorriendo el asfalto por los arreones del viento suena similar al scratch del hip-hop. Ahora se mueve un poco (scratch, scratch), ahora frena, ahora otra vez se pone en marcha (scratch, scrath). Un cartel anuncia que se debe aparcar el vehículo en batería, aunque a esa hora el amplísimo espacio permite dejar los coches hasta tumbados.

Puedes enfilar el camino hacia María de Molina, la plaza de Cataluña o el paseo de la Castellana. Lo mismo da. El espectáculo será el mismo: metros y metros sin ver a un ser humano. Sólo hablan las máquinas: los semáforos se comunican entre sí con ese pitido incómodo (cuando anuncia que el peatón puede cruzar) que taladra el tímpano como si fuese el canto de un jilguero en pleno ataque epiléptico. Pi, pi, piiiii. Un horror.

A la altura de la plaza de Gregorio Marañón por fin cambia el disco. La salsa de Celia Cruz invita al bamboleo. Surge del puesto de helados regentado por Manuel, un peruano de 49 años que precisamente en ese momento le gustaría estar en otro lugar: "A estas horas esto es como el paraíso... por la tranquilidad. Si yo pudiera cerraría y también me iría a echar la siesta, pero debo cumplir unas horas que tengo pactadas con la empresa". Aunque las encuestas anuncian que la siesta está pasada de moda (un 60% de los españoles dice no practicarla, según la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa y Usuarios) en el Retiro los cuerpos se desperdigan por la hierba en posición horizontal. Algunos incluso roncan.

La banda sonora de Grease no respeta a los somnolientos. Cinco chavales hacen coreografías con Olivia Newton John cantando aquello de "tell me more, tell me more". "Somos una asociación de Alcobendas que estamos preparando un espectáculo que se llama Musical Tour. Es una mezcla de varios musicales: Abba, Rocky, Grease... Lo hacemos en el Retiro porque así nos acostumbramos a actuar delante de gente", apunta el cabecilla del grupo, Luis, de 23 años. Llevan desde las once de la mañana ejercitando los cuerpos.

También desde esa hora un grupo de unos 15 dominicanos (de niños a adultos) machacan sus instrumentos al ritmo del merengue y la bachata. "Tocamos música para adorar a Dios. Somos evangelistas. El ambiente en el Retiro es chévere", comenta Tania, que porta un instrumento tropical llamado güira, un cilindro metálico con muescas que al acariciarlo con unas varillas produce un sonido muy rítmico. "Pero respetamos la hora de la siesta, ¿eh?", añade.

La calle del Arenal, peatonal, pegada a Sol, luce tranquila. Hay tránsito, pero fluido. La mayoría de las tiendas han echado la verja. Salvo las de souvenirs. Cosmina, una chica rumana que trabaja en uno de estos establecimientos, escucha en Cadena Dial una canción de La Oreja de Van Gogh, periodo Amaia Montero. "Siempre tengo puesta esta emisora porque me gusta la música española", apunta en un castellano con el acento severo de su tierra.

A eso de las cinco de la tarde, una sirena rompe la tranquilidad. La policía hace chillar las ruedas de su furgoneta y se abre paso sorteando peatones. La gente se aparta. Cinco policías corren hacia alguien que ha robado algo. Se acabó la siesta.


Información e imagen de http://www.elpais.com/

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