lunes, mayo 24, 2010

EL REGRESO A LOS ESCENARIOS DEL CANTAUTOR DE POBLE SEC Serrat emociona en Elx evocando el poemario de Miguel Hernández

EL REGRESO A LOS ESCENARIOS DEL CANTAUTOR DE POBLE SEC
Serrat emociona en Elx evocando el poemario de Miguel Hernández

MEDIOS el 24/04/2010 

Más de 3.000 personas le recibieron anoche en pie en el recital que abrió su postergada gira. El artista repasó íntegramente Hijo de la luz y de la sombra y rescató piezas del álbum de 1972.

Por Núria Martorell para El Periódico

En un triste día de la sombría posguerra (el 28 de marzo de 1942) murió en la prisión de Alicante el poeta Miguel Hernández. Y anoche (68 años después), muy cerca de allí, en Elx, Joan Manuel Serrat rescató como «el rayo que no cesa» (parafraseando al malogrado escritor) su luminoso canto. La expectación era total. Era el inicio de gira del cantautor del Poble Sec y su reaparición después de que le extirparan hace mes y medio un nódulo cancerígeno en el pulmón. Y el público que abarrotó el flamante Palacio de Deportes Universidad Miguel Hernández le recibió poniéndose en pie nada más aparecer, y se emocionó con este recital monográfico que el artista quiso empezar con el más apropiado de los versos: «Llegó con tres heridas/ la del amor/ la de la muerte/ la de la vida…», con los que cerraba ese imprescindible disco de 1972.

Serrat tituló entonces su vinilo sencillamente Miguel Hernández. Y ayer incorporó buena parte de este repertorio a su lanzamiento más reciente, Hijo de la luz y de la sombra. Pero no solo eso, también recitó otros poemas así como extractos de cartas del escritor de Orihuela. Su objetivo, ya lo avisó, era que el protagonista fuera el poeta del pueblo. Y sus rimas, así como su vida –recordada también a través de imágenes– dieron contenido a una generosa actuación que incluyó 20 canciones.

Más de 3.000 personas no quisieron perderse este recital que, además, suponía la inauguración de este pabellón ubicado en la universidad con el nombre del poeta. La mayoría ya tenía las entradas para el pasado 27 de marzo, la fecha inicialmente prevista.

Más palmeras que habitantes
Los acordes del piano de Ricard Miralles introdujeron la segunda pieza de la velada, Del ay al ay por el ay, un romance existencial poco conocido que representa la atormentada búsqueda espiritual del joven Miguel. Y prosiguió con la alegre La palmera levantina, que el público recibió con aplausos. No hay lugar más apropiado para cantarla que Elx: hay más palmeras que habitantes. La emotiva Las abarcas desiertas (un retrato de la infancia del poeta) conmovió a una audiencia entonces ya más que entregada. Y Serrat siguió ahondado en las injusticias y el dolor de los más pequeños con El niño yuntero, la segunda canción que rescató de ese primer trabajo sobre Hernández.

Los temas de ambos discos se acoplaron con naturalidad. Abordó las 13 del de más reciente hornada. Pero los más coreados fueron títulos como Elegía (esos casi seis minutos de rebeldía por la muerte del amigo Ramón Sijé), Menos tu vientre, Nanas de la cebolla y esa Para la libertad (la más ovacionada de la noche), que esta vez no eligió para acabar la actuación, tal y como hace habitualmente. «Soy como el árbol talado, que retoño:/ aún tengo la vida», reza su última e impactante estrofa.

Con las carnes dolidas y curtidas, Serrat caminó por el poemario del hoy centenario Hernández con devota fascinación. No tiene la voz de hace 38 años, cuando se arrimó por primera vez a su orilla, pero lo compensó con su incuestionable dominio escénico (en Dale que dale hasta se marcó unos pasos de baile).

En el tramo final interpretó el único poema que no escribió Hernández: Historia conocida, la letra que José Agustín Goytisolo le dedicó a su contemporáneo («Hace tiempo hubo un hombre entre nosotros/ alegre, iluminado/ que vivió y amó, cantaba hasta la muerte, libre como los pájaros»). Rescató esta balada que publicó en 1978 (el año en que se casó con Candela Tiffón) y la enlazó con Uno de aquellos, la canción que abre el disco Hijo de la luz y de la sombra y que ayer cerró el recital. Seguramente es la letra que mejor define la personalidad y la dimensión tanto de Hernández como del propio Serrat: «Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras, tú eres uno de aquellos».


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