miércoles, mayo 05, 2010

Serrat sembró la luz


(Serrat arrancó su actuación con ´Tres heridas´, las que dejan la vida, el amor y la muerte. Foto: B. Ramo)

Serrat sembró la luz

El cantautor reunió ayer a más de dos mil personas en un Palma Arena que se emocionó con los versos de Miguel Hernández

G. RODAS. PALMA. Ni el fútbol, ni la crisis ni las enfermedades pueden con Serrat. El Nano demostró ayer que, a sus 66 años, sigue en plena forma, con buena voz y con una capacidad intacta para emocionar a su auditorio. El cantautor se olvidó de su Barça, que también jugaba en Son Moix, para brindar un sentido homenaje, en negro y rojo, a Miguel Hernández, rescatando algunos de sus rincones y registros menos explorados, y convirtiendo el Palma Arena en una suerte de teatro que reivindicó la vigencia de un poeta que siempre se mostró cercano a la música.

Ni Mediterráneo ni Lucía. Sus temas más conocidos han sido sacrificados en este monográfico sobre el poeta, un montaje diferente, cerrado, que se fundamenta en canciones tan bonitas como conmovedoras. "Exclusivamente cantaré versos del poeta, a diferencia de lo que hemos compartido otras veces. Hacer otra cosa sería traicionar el sentido del proyecto. Otro día ya haremos un concierto de discos dedicados y grandes éxitos, cuando nos volvamos a encontrar", advirtió a quienes iban con la esperanza de escuchar alguno de sus clásicos.

Puntual, elegante, con la sonrisa del trabajo bien hecho. Así se plantó Serrat ante los suyos, que le recibieron, con el mismo entusiasmo, con una gran ovación. Dos mil seiscientas personas llenaban el área del Palma Arena habilitada para la ocasión. El escenario, en un lateral, al igual que hicieran los Pereza semanas atrás, despidió un sonido sin fisuras, claro, lo cual es noticia en un recinto no pensado para la buena acústica.

Su actuación fue un disfrute para el oído y también para la vista, gracias a la proyección de diversas cintas con las que directores como Manuel Gutiérrez Aragón, José Luis Garci o Isabel Coixet han ahondado en los problemas universales del hambre o la guerra, una constante en la obra del poeta de Orihuela.
El recital empezó con lágrimas y sangre, con Tres heridas, las que dejan la vida, el amor y la muerte, a las que Serrat ha puesto rostro. Ayer fue más allá, y puso voz y corazón, porque, fiel a su entrega, lo suyo fue un derroche, desde dentro, Del ay al ay por el ay y de ahí a la guitarra, que cogió por primera vez para recitar La palmera levantina y otros poemas de adolescencia, de formación y tanteo, de tránsito y de plenitud.

Serrat sembró la luz, sobre zonas de sombras, como la que proyectaron El hambre, del libro El hombre acecha, o El mundo de los demás, con unos versos tan íntimos que apenas susurró. "¡Que fuera el mundo una juguetería!", exclamó el cantante, aplaudido y piropeado en todo momento, en este tributo a un escritor que concibió su poesía como un itinerario desde el negro de la tinta hasta el cárdeno de la sangre.
Si con Niño Yuntero estremeció al público, al cargar contra la explotación infantil; con Dale que dale invitó a seguir el ritmo; y con Tus cartas son un vino recordó aquello de que el amor que "me trastorna es el único alimento para mi corazón".
El espectáculo rezumó sentimientos y hermanó a los espectadores, que escucharon con atención cada uno de los versos que Serrat, también poeta, rescató de la obra de Miguel Hernández.


Imagen e informacion http://www.diariodemallorca.es/

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