martes, junio 15, 2010

Compañero del alma, compañero


(Serrat, durante el inicio del concierto de anoche en el Calderón. :: RICARDO OTAZO)

Compañero del alma, compañero
15.06.10 - 01:25 - ROBERTO TERNE VALLADOLID.

Con las actuaciones de ayer y de hoy se clausura el ciclo
'Valladolid vive la música' Serrat hizo revivir anoche los versos de Miguel Hernández ante un Teatro Calderón repleto de calor y respeto



Por si cabía alguna duda, Serrat lo dejó claro nada más salir al escenario. «Lo de hoy es un concierto cerrado donde no cantaré las canciones que hemos compartido en otros momentos. Espero que lo disfruten con todo el respeto». Tal como estaba previsto en el guión, Serrat subió al escenario del Teatro Calderón para cantar a Miguel Hernández 37 años después desde que lo hiciera por vez primera cuando los versos del poeta de Orihuela todavía sonaban a clandestinidad. 'Hijo de la luz y de la sombra' es el segundo punto de inflexión que Serrat hace en la obra de Hernández y al igual que el poeta, el 'nano' opta por la difusión oral de este nuevo encuentro transmitiendo la inspiración de Hernández a través de una gira que, aunque accidentada por la adversidad de la salud, al final ha acabado por cumplirse. Al menos en Valladolid que hoy es lo que sigue tocando.

Noche de maestros
Acompañado de un perfecto sexteto de músicos dirigidos por el fiel compañero de fatigas Ricardo Miralles, Serrat logró desarrollar un concierto pleno en el que la música logró transmitir la esencia de otro de los poetas del pueblo. Por esto último no fue casual que tanto la dirección de Miralles como el timbre de Serrat le pusieran clave de flamenco, de copla, de tango y un pelín de jazz a los versos de la tristeza, de la soledad, del campo, del hambre... de la guerra. Música y contenido en perfecto contexto.

A lo largo de más de hora y media de actuación, Serrat interpretó cerca de una veintena de poemas de Hernández. Varios de ellos iniciados primero a modo de soliloquio intervenidos estratégica pero dinámicamente por una banda que se debatió entre guitarras, cuerdas, piano y batería. 'Tres heridas' sirvió para abrir el telón dejando paso estratégicamente a 'El niño yuntero' con imágenes de actuales infantes yunteros captadas de todo el planeta. En 'El hambre' Serrat ofreció su momento más desgastado dando paso posteriormente a una 'Elegía' que eterniza de tristeza a una sensibilidad colectiva. En 'Menos tu vientre' el violín de Olvido Lanza dinamizó una noche que no bajó el nivel ni tan siquiera a pesar de un problema con el monitor auricular del 'nano' que hizo reiniciar la interpretaciónde 'Para la libertad'. Fue una noche de las alegres por volver a ver a Serrat y por verle tan pleno. Y una noche de versos que siguen vigentes en un país que tergiversa como pocos a decir por lo del juez. Y que tampoco olvida porque entre otras cosas, no debe hacerlo. Por Miguel.


Información http://www.nortecastilla.es/

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