Eternamente Serrat
Por: Mónica Vásquez*
17 Mar 2011
Con un movimiento de su mano nos hace callar, con otro nos hace vibrar de nuevo, cantamos todos al unísono un par de veces.
Luego decide callar y mientras cantamos nos mira y sonríe. Cuando es de nuevo su turno suena tan bien como siempre, emocionado porque al final es él quien se sorprende de que nosotros con el paso de los minutos estemos cobrando más fuerza, cantemos más y pidamos más.
A Serrat lo acogió un teatro lleno de parejas, de amigos, de familias enteras y de personas que como yo hemos decidido ir solos. Hay jóvenes y hay viejos, hay quienes se preguntan qué hacemos jóvenes como yo en ese lugar y quienes no comparten el hecho de que unos cuantos de los que estamos allí hayamos llegado a Serrat por terceros, por una sola canción, por algo que nos contaron o porque coincidencialmente lo escuchamos en algún lugar y no lo abandonamos.
Con Miguel Hernández como excusa, Serrat se nos presentó estos días humilde, sincero y cercano, como ese maestro de orquesta que nos maneja a su antojo y que nos lleva también por las historias que años atrás escribió y que ahora bien conocemos. Inició su recorrido con Hijo de la luz y de la sombra, Dale que dale, Si me matan, bueno, luego llegamos a unas de mis favoritas, Cantares y Fiesta, para terminar con Aquellas pequeñas cosas. Esos contados minutos valieron la pena, fueron justos, más no suficientes y nos dejaron con ganas de más.
Con un movimiento de su mano nos convertimos en sus cómplices, en esas personas que sabían perfectamente de qué estaba hablando, cuyos momentos se encontraban en sus letras y sólo esperaban ser nombrados. Esa noche fuimos ese público variado y enriquecido que siempre pedía más, ese público que asistió con la idea fija de escuchar sus más importantes canciones y al que no le importaba cuán cansado estuviese Serrat de complacernos cada vez que cedía a nuestros caprichos. Hubo en este concierto más que historias para todos los gustos, un amplio y personal recorrido por versos robados y el recordatorio constante de que cada vez somos más quienes nos gozamos, compartimos y vivimos las letras de ese hombre nacido en el Mediterráneo.
* Diseñadora gráfica.
Informaciòn http://www.elespectador.com/
Imagen de Verena Sánchez Doering
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