En el centenario del poeta español Miguel Hernández --que se celebró el 30 de octubre del 2010-- se llevaron a cabo numerosos actos de recordación en varios países. Es en ese marco celebratorio que aparece un nuevo compacto de Joan Manuel Serrat titulado Miguel Hernández. En realidad, no es nuevo. Al menos, el material discográfico --ya que también incluye un DVD-- no lo es. Se trata de un paquete con los dos discos que ya el cantante catalán --de pura admiración por el malogrado poeta-- había grabado (el primero de ellos hace 33 años) con versos de Hernández. Lo cual es una bonita y generosa manera de sumarse al merecido homenaje. Y es bueno que lo haya hecho. Así, por una parte está la música, con todos los temas grabados; y por la otra, las nuevas imágenes, filmadas por distintos realizadores, y que se corresponden con las letras de la canciones. Todos los videos son, además de variados, muy artísticos. Desde la utilización de antiguos filmes en tonos sepias, hasta la introducción de modernos dibujos animados.
Aunque se ha dicho otras veces, no es ocioso repetirlo. Musicalizar un poema no es una tarea fácil. No es lo mismo componer una canción original pudiendo acomodar la letra a la melodía, que buscarle musicalidad a unos versos que, aunque concebidos con consonancia, no fueron escritos para ser cantados. Es por eso que, en ocasiones, algunos pueden sonar repetitivos. O aburridos. Ese es el caso del primer disco de este paquete. Y es que fueron musicalizados en la misma época de La mujer que yo quiero y Mediterráneo, cuando el sonido de Serrat era más de autor que de cantante. Es decir, menos orquestado. Sin embargo, ya en el segundo disco, Hijo de la luz y de la sombra, los poemas se sienten, musicalmente hablando, menos encorsetados. De cualquier manera, este “nuevo” compacto de Serrat, además de constituir su personal homenaje al poeta alicantino, se suma como “disco de colección”, a su ya larga discografía.•
manuelcdiaz@comcast.net
Imagen e información: http://www.elnuevoherald.com/
Aunque se ha dicho otras veces, no es ocioso repetirlo. Musicalizar un poema no es una tarea fácil. No es lo mismo componer una canción original pudiendo acomodar la letra a la melodía, que buscarle musicalidad a unos versos que, aunque concebidos con consonancia, no fueron escritos para ser cantados. Es por eso que, en ocasiones, algunos pueden sonar repetitivos. O aburridos. Ese es el caso del primer disco de este paquete. Y es que fueron musicalizados en la misma época de La mujer que yo quiero y Mediterráneo, cuando el sonido de Serrat era más de autor que de cantante. Es decir, menos orquestado. Sin embargo, ya en el segundo disco, Hijo de la luz y de la sombra, los poemas se sienten, musicalmente hablando, menos encorsetados. De cualquier manera, este “nuevo” compacto de Serrat, además de constituir su personal homenaje al poeta alicantino, se suma como “disco de colección”, a su ya larga discografía.•
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