Así fue el paso de Joan Manuel Serrat por la capital del Valle
cali Viernes, Marzo 11, 2011
Dos noches cantó Serrat en Cali y fueron dos presentaciones distintas, por causa de factores ajenos al cantante: mientras la del martes fue casi perfecta (lo bueno acaba dos horas después), la del miércoles tuvo inconvenientes que el catalán enfrentó como mejor sabe hacerlo: cantando sus canciones, encantando a sus oyentes.
Quienes asistieron la primera noche al Teatro Isaacs tuvieron una velada rayana en lo sublime: el sonido maravilloso y el funcionamiento eficaz de las cosas hicieron que Serrat se relajara, dedicándose a cantar al comienzo las canciones de su reciente disco, ‘Hijo de la luz y de la sombra’, mezcladas con algunas de las más filosóficas de todas sus épocas.
A pesar de que no eran temas de los que todos saben, la gente estuvo feliz, lo cual se veía en una pancarta con la bandera de Colombia y la frase ‘Serrat te queremos’, que no cesó de agitarse en platea.
El ambiente impregnó el ánimo del artista, quien entre canto y canto intercaló anécdotas de su carrera artística, evocando los tiempos en que cualquier hotel les parecía maravilloso a él y sus músicos.
El espíritu iba en ‘crescendo’ ya en la segunda parte, cuando sonaron las conocidas: ‘Mediterráneo’, 'No hago otra cosa que pensar en ti', 'Sinceramente tuyo', 'Princesa', ‘Palabras de amor’, en fin, que tres generaciones, por lo menos, susurraron, entonaron, cantaron, corearon hasta callar al emocionado cantor. Lo cual le recordó cuando hace muchos años en Brasil vio algo parecido y se prometió: “cuando sea mayor, haré que la gente cante por mí”.
Y se fue el tiempo. Al final, el público lo reclamaba con las palmas, con las ovaciones, con el golpeteo de los pies en el suelo, a los gritos de “viva Nano”. Serrat retornó, regaló dos ‘bises’ y mandó a todo el mundo a la cama en olor de santidad.
El misma que sintieron los asistentes del miércoles, no sin antes pasar por un purgatorio de inconvenientes, que para Serrat fueron un pequeño infierno, que apagó con sus cantos.
Tuvo problemas de retorno, él mismo no se escuchaba, y abandonó el escenario durante unos tres minutos, para hablar con el hombre del sonido. Al parecer no logró mucho, pues se aisló un tanto, refugiándose en sus canciones, sin hablar mucho, él que es tan locuaz.
También vio que alguien lo filmaba en primera fila y le increpó: “¿Usted vino a oírme o a grabarme?”, apagó el micrófono y siguió diciéndole algo, pues lo único que se escuchó fue: “¡Pare de grabar!”.
Nada de ello empañó el ánimo del respetable, que cantó, vitoreó, lloró y ovacionó, hasta conmover al cantante, quien no rebajó un ápice de su calidad ni escatimó ni una sola de las canciones que quiso cantar... con la voz de siempre, quizás un poco más oscura; con menos pelo, pero con más sentimiento.
Imagen e información http://www.elpais.com.co/
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