martes, abril 19, 2011

Para quitarle los clavos a Jesús El Nazareno



Para quitarle los clavos a Jesús El Nazareno


Oh, no eres tú mi cantar No puedo cantar, ni quiero a este Jesús del madero sino al que anduvo en la mar!”

Detenerse, sobretodo en estos días, debajo de una de las muchas esculturas de Jesús de Nazaret, verlo lleno de sangre, golpeado, físicamente humillado.

Clavado en la cruz, la que tuvo que cargar, y lo hizo caer tres veces, ante la dolorosa mirada de su madre, que con comprensión pero con un profundo dolor, vio como su hijo era lastimado, odiado, despreciado, sólo con el consuelo de Juan (y de su inquebrantable fe), que la acompañaba en su sufrir.

“Cantar de la tierra mía que hecha flores al Jesús de la agonía y es la fe de mis mayores”.

Cicatrices en todo su cuerpo, la herida de la lanza, y su Sagrado Corazón intacto.

El Jesús de los milagros, el pescador, el que le abrió su bondad a todos, el que habló con la belleza que nunca se ha escuchado en la Tierra, el que vino a perdonar, el que lloró al ver muerto a su amigo, el que pronunció el Sermón de la Montaña.

“¿Quién me presta una escalera para subir al madero para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?.

Él, en la cruz, murió por nosotros, dejando un mensaje de irrepetible amor, que lo encontramos en todas partes.

Humanamente muerto, espiritualmente grandísimo, a punto de resucitar, y derrotar así al demonio, triunfar sobre el pecado.

Hermosas palabras de Antonio Machado, que interpreta magistralmente la garganta de Serrat (sí, otra vez Serrat, ¿por qué no?). Que me llenan de ternura, nostalgia, reflexión, y esperanza.

ponchov@exafm.com



Información http://www.cronica.com.mx/

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