lunes, mayo 09, 2011

"Algunos piensan que la euforia es eterna"


ENTREVISTA: FUERA DE JUEGO EXTRAÑOS EN LA GRADA JOAN MANUEL SERRAT
"Algunos piensan que la euforia es eterna"

JUAN CRUZ - 09/05/2011


Joan Manuel Serrat es un apasionado seguidor del Barça desde que tiene uso de razón. Algunas de sus canciones son además algo así como la crónica sentimental del equipo azulgrana. Pero es mucho más escéptico que la mayor parte de los forofos que lloran escuchando el himno del club cantado a capela por El Nano para celebrar alguna de las gestas del Barcelona.

Es aficionado de graderío, pero le ha tocado sufrir la soledad del aficionado. Por ejemplo, el partido de ida de la semifinal de la Liga de Campeones contra el Madrid en el Bernabéu lo vio solo, "como tantas veces", en un hotel de México. Y ahora rabia porque la final la tendrá que ver en diferido, después de un vuelo que le llevará otra vez a América. "Un amigo me la grabará y así la veré, sin saber el resultado". Peor fue en 1992. "Entonces", recuerda, "estaba en el hotel, en Montevideo, enfermo, y un amigo, desde Roma, me puso una radio. Así me enteré". Por la radio, como cuando se hizo aficionado.

Ha jugado y se ha entrenado con el equipo del Barça a veces. La delantera más mítica de todos los tiempos barcelonistas, aquella que dirigía Ladislao Kubala, "se incorporó a la letra como elemento de una historia de aquel tiempo y de aquel país". "Aquellos futbolistas no eran los protagonistas de la canción. Lamento que esto pueda ser frustrante o romper algún encanto, pero esto es así. Ellos son parte de la historia", dice.

Lo cierto es que, cuando sus compañeros de graderío se encuentran con él, Serrat parece parte de aquella delantera, aunque sea más joven, mucho más joven, que Kubala, que fue su ídolo. ¿Y cómo es la relación de este barcelonista con su grada? "Ah, muy sencilla. Yo estoy en la tercera grada. Tengo una localidad que está allá arriba y a ella voy siempre". Con su bufanda. Sufre y se exalta, grita. "Depende de qué victoria, de qué derrota y de dónde. He vivido victorias en canchas en las que yo era un ser anónimo y en canchas en las que mis actitudes podían ser tomadas con cierta reticencia... Jamás en mi vida alguien podrá decir que le he ofendido en una cancha, jamás. Normalmente, soy una persona moderada y procuro entender que las victorias sirven para hacernos un poco mejores".

Pero volvamos al graderío. "Conozco a todos mis vecinos. Sé de dónde vienen, incluso cómo se encuentran de salud, si a uno le han operado de la cadera u otro tiene la rodilla fastidiada o ha tenido un hijo. Es un universo en el que me siento muy bien acogido. Nadie me pregunta nada raro, nada que pueda encuadrarse en lo que llamamos chafarderío o cotilleo".

Un mundo propio en el que el cantante es tan mimado como en la calle. "Deben de quererme, imagino, porque el otro día me caí de morros subiendo las escaleras y, cuando levanté la cabeza, los vi a todos con una cara de preocupación muy grande. Solo cuando vieron que me reía se tranquilizaron. Por eso creo que deben de tener un cierto afecto por mí".

Allá arriba se sufre, pero el barcelonismo está acostumbrado. Ahora, a la victoria. ¿Cómo es la euforia que vive el culé? "La alegría de la victoria es compartida. Eso es lo bueno que tiene. Cada cual la entenderá a su manera. Habrá algunos que desde la euforia puedan pensar que la alegría es eterna. Otros creerán, desde la depresión, que la alegría del fútbol es fugaz. Yo la veo de la manera en que me la enseñó la historia: los momentos de victoria hay que disfrutarlos profundamente porque la derrota se halla a la vuelta de la esquina".

¿Disfruta allá arriba? "Más que en mi casa. En la grada lo único que me falta es el perro, Pepe. Salvo esto, prefiero estar en el graderío. En el graderío las emociones entran por los poros y en la televisión entran por los ojos...".

-¿Y cómo ve Pepe los partidos?

-Con muchos nervios. Lleva siempre su pañuelo anudado al cuello y no para de hacer gestos. Los vive muy pendiente de nuestras expresiones de temor y de euforia, con mucha preocupación. Y, cuando pilla la pelota Messi, se queda absolutamente quieto esperando a ver cómo va a resolver.

Es del Barça, claro. Pero eso no sería ser nada si no existiera el Madrid. Eso es bueno y también es malo "porque significa que hay equipos que acaban con 100 puntos y otros que acaban con 30 y eso descorazona a cualquier graderío".


La melodía de Wembley
- Serrat vio el partido en el que el Barça se clasificó para la final de la Copa de Europa en su asiento habitual "y con la misma gente". "Pero vi un partido distinto al que escuché contar en algunas emisoras y periódicos, que seguramente vieron un partido distinto al que yo miré desde mi asiento. Será que tienen otra manera de concebir el juego". Al final, él escuchó tan solo la melodía de Wembley. "El fútbol que nos llevó a estar clasificados... Esa alegría emocionó a la grada, donde sentí una complicidad como no la había sentido nunca".



Información http://www.elpais.com/articulo/

No hay comentarios.: