jueves, septiembre 15, 2011

Los rockeros también mueren


Los rockeros también mueren

Jueves, 15 de septiembre del 2011

Joan Barril
Periodista

En realidad todos acabamos muriendo. Y la verdad es que nunca hay un tiempo oportuno para morir, porque la muerte no sabe de agendas y siempre nos pilla la víspera de algo importante. Si pudiéramos pactar con la muerte le diríamos: «Hoy no me va bien morirme, porque tengo entradas para el teatro o porque espero las notas de mi hija. ¿Y si lo dejáramos para otro día?» Pero la muerte es implacable y se ceba en los seres más queridos.

Ayer por la mañana recibí la noticia de la muerte de Ia Clua y fue una manera como otra cualquiera de empezar el otoño un poco más solo. Conocí a Clua en la calle de Villarroel, en un estudio tenebroso como la reputación de los rockeros. Ahí estaba la calva brillante de Josep Maria Bardagí y la voz tranquila de Serrat. Me sentaron en un sofá y me sentí plaza de toros, palacio de deportes, explanada silenciosa. Un concierto de tres personas frente a una provoca una extraña complicidad. Incluso aquel que no hace nada parece participar de la armonía. Luego los cuatro fuimos a comer al Caballito Blanco y desde entonces los sentimientos de Clua fueron los míos. Siempre le dije que intentaba llegar con la voz ahí dónde no llega el oxígeno, como hacen los grandes alpinistas antes de hollar la cima. Porque Ia era de estos que nunca se resignaban a no llegar. El mundo del rock te lleva al desastre o a la superación. Ia Clua no era un escultor de la Nova Cançó. Más bien era un embajador de todo lo que sonaba a ambos lados del Atlántico. Ha muerto el cantante universal, no una pequeña gloria local. Pero lo que ha muerto es una parte de nuestras canciones más íntimas, esas que sirven para la caricia y para la reflexión más que para los aplausos enormes. Una generación dictó sus reglas y ahora la generación se nos está yendo por las esquelas del olvido. La gran rebeldía de Ia Clua fue continuar cantando cuando la moda general aconsejaba la retirada de los padres fundadores para dejar paso a los hijos copiadores.

Cuando muere un contemporáneo lo primero que pensamos es aquello que permite la supervivencia del soldado de las trincheras, esos que se protegen en el agujero de una bomba simplemente porque intuyen que la probabilidad de que otra bomba vaya a caer en el mismo sitio. Pero la muerte no entiende ni de la bondad de las personas ni tampoco de las estadísticas.

Canción en la memoria

3 Cantantes como Clua no eran como Pavarotti, pero él era el que nos metía la canción en la memoria y acabamos soltándola en la soledad de un viaje nocturno o en la banda sonora que llena el cuerpo después del amor. Se nos ha ido Ia Clua y su época. Tal vez la época ya se había ido antes, pero algo ha quedado en estas canciones que se han enroscado como una enredadera en nuestro bosque que va agostándose. Ante la lenta desaparición de las especies siempre llega la muerte demostrando una prisa excesiva. No podemos parar su embate, pero el combate desigual nos produce una rabia profunda y una tristeza de algodón.



Información http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/los-rockeros-tambien-mueren-1150434

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